16- Casa

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Pedí un Uber todavía llorando.

Tenía un dolor de cabeza insoportable.
El conductor del Uber se me quedó mirando raro y me ofreció amablemente pañuelos, le acepté uno y le agradecí. Al menos no todo el mundo era malo.

Me llevó al aeropuerto que es donde le pedí que me dejara, le pagué y fui a los comprar billetes.

Sabía que sería difícil conseguir uno para ahora pero es lo que había.

La chica me dijo que no había ningún vuelo disponible hasta mañana por la tarde.

Genial, tendría que pasar la noche y el día en el aeropuerto.

Acepté su oferta y le compré el billete.

Me dormí en los incómodos asientos de ese aeropuerto, esperando a que se hiciera de día.

                           **********

Me desperté y el sol traspasaba las ventanas del lugar, calentando mi piel. Apenas había dormido y fui al baño repetidas veces para vomitar.
Todo esto me sentaba muy mal.

Llamé a Bia porque no me despedí de ella y me supo fatal.

Al primer tono contestó.

—Ro tía, ¿como te atreves a irte sin despedirte y sin decir nada?— dijo enfadada y llorando a la vez.

—Lo siento Bia pero es que anoche tuve una conversación... Con Alessio y decidí que lo mejor era irme, pero ya te contaré.— dije sin saber cómo describir aquella charla.

—¡¿Pero es que Aless te ha hecho algo?!— preguntó alarmada.

—No, no. Para nada. Ya te cuento pero primero te quería pedir algo.—

—Lo que sea, dime.—

—Como no nos hemos despedido he pensado en que vengas tú y Ryan SOLOS al aeropuerto.—

Con ese solos me refería a sin Alessio y ella lo sabía. Nosotros dos ya habíamos tenido nuestra despedida totalmente digna.

—Espera, ¿¡todavía estás en el aeropuerto y has pasado la noche ahí y todo!?—

—Eh, bueno, sí.—

—Definitivamente eres tonta, pero te quiero. En unos minutos Ryan y yo vamos hacia allí, SOLOS.—

—Vale, gracias.—

Colgó y yo me fui a comprar una barrita energética de la máquina expendedora como desayuno.

                             **********

Vi a lo lejos a Bia y a Ryan.

Cuando llegaron a donde yo estaba ella y yo nos abrazamos súper fuerte.

—Tía, ya te vale, encima te ibas sin despedirte.—

—Pero aquí estoy.— dije para calmarla.— Ya te contaré.—

Me acerqué a Ryan y le abracé a él también.

—Conociéndote, sabíamos que no llevarías comida y te hemos hecho un bocadillo.—  dijo Bia.

—Jo, no hacía falta, pero gracias. La verdad es que muero de hambre.—

Ya eran las 3:30 de la tarde y no había comido aún.

Acabé de comerme el bocadillo sobre las 4:00 pm y le dije a Bia que en unos minutos despegaba mi avión y que me iba ya para poder entrar bien. Odiaba los colapsos de gente en manada.

Nos abrazamos muy fuerte en un abrazo de minutos. Quedamos en el acuerdo de llamarnos cada día y si no podíamos al menos un mensaje por día.

Después me despedí de Ryan con un abrazo también fuerte porque le había acabado cogiendo cariño.

El momento en el que te vi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora