𝐶𝑎𝑝𝑖́𝑡𝑢𝑙𝑜 𝑑𝑜𝑐𝑒

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CAPÍTULO 12.
PASEO

Patrick

─¿Qué carajos?, yo-o ─mi voz tembló al observar como el perro de Grace estaba arrastrandola, quién intentaba hablar conmigo al otro lado de la puerta.

─Por favor Pat, ayúdame, cuídalo solo un par de horas, mientras voy a la ciudad de a lado, necesito comprar unos medicamentos, no tengo a nadie más que lo cuide, todos están ocupados ─me pide formando un tierno puchero en los labios y sus ojitos, joder, sus lindos ojitos azules agitan las pestañas de manera tierna.

Aprieto los puños desviando la mirada, ¿Cómo puedo decirle que no cuando hace esa carita?. Suelto un suspiro sobando mi frente, sabiendo que me voy arrepentir de la respuesta que le diré.

─Okay, lo cuidare hasta las ocho, que necesito estudiar ─le aviso, tomando mi celular para configurar la agenda virtual que manejo para todas mis activid del día, aunque... últimamente he estado atrasando las actividades académicas por las salidas improvisadas que me han invitado los chicos de aquí.

─¡Eres todo un amor, Pat! ─exclama sorprendiendome con un abrazo de unos segundos, abrí grande los párpados, tragando saliva para tranquilizarme─ por cierto, ¿Cómo que estudiar?, estamos de vacaciones ─confundida se aleja frunciendo el ceño sin entender mi situación.

─Lo sé, pero necesito superar a mis compañeros, todos ellos estudian antes de entrar a clases ─expresé sin mucha importancia tomando la correa y acariciando al lindo perro blanco como la cabellera de su dueña, definitivamente toda mascota se parece a su dueño.

Necesito tener las mejores calificaciones y superar el promedio de mi padre, esa obligación pesa mucho sobre mis hombros, toda mi vida ha sido así y estando en la universidad pesa aún más. El solo pensarlo me causa escalofríos, antes que pueda seguir analizando las elecciones de mi vida y deprimirme, una voz gentil se dirige a mi, sacándome de mis pensamientos.

─Okay, mientras no te excedas estudiando y disfrutes tus vacaciones, no debería haber problema, ¿no? ─tal oración fue como una apuñalada al corazón, hice una mueca que intente esconder con una sonrisa, asintiendo.

[...]

Pasé a la hoja siguiente del libro de leyes que leía bostezando de aburrimiento, desde la mañana venía estudiando, mi cabeza me dolía, sin embargo no podía parar necesitaba seguir siendo el número uno de mi salón. Mientras seguía en mi estudio Zeus se acercaba sacudiendo la cola de felicidad, hasta que llego a mi lado dejando una pelota húmeda por la saliva, soltó un ladrido para avisarme que trajo la pelota sin mucho ánimo volteó a verlo, no es que no amara a los perros, sino que ahora no tenía el tiempo para cuidarlo de manera adecuada.

Tome la pelota para lanzarla lo más lejos posible en el amplio patio trasero que poseía la mansión dónde venia solo en las vacaciones y el resto de los días estaba en el extranjero estudiando.

Sin darme cuenta me colocó a observar al canino que corría tan libre y tranquilo, sin preocupaciones de la vida, del estudio o el trabajo, como me hubiera gustado haber nacido siendo un animal o mínimo ser el hermano menor y no tener encima la responsabilidad de seguir el legado de mis padres, crear nuevas expectativas para las siguientes generaciones que siguen después de mi. Suelto un suspiro agotado, desviando la mirada al suelo notando que la pelota ya se encontraba en medio de mis pies, aunque sin señal de Zeus, preocupado por el animal lo empiezo a buscar con la mirada, hasta que lo encuentro metiendo su hocico en la mochila deportiva de color blanco que tenía rayitas negras como patrón de decoración, frunzo el ceño sin entender que hace, levantándome para ver que tanto buscaba, antes que llegué el perro saca con orgullo una correa.

Corazones flechados |ZodiacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora