CAPÍTULO TRECE

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EVAN

La cabeza comienza a latirme y alzo mis manos para tocarla cuando un dolor latente atraviesa mi hombro. Mis parpados están demasiado pesados, así que decido esperar un momento. Agudizo mis oídos lo más posible para poder obtener algo de información. Al parecer no estamos en movimiento y parece que soy el único donde sea que me encuentre, no escucho otra respiración. Cuando por fin soy capaz de abrir los ojos me percato de que me encuentro en alguna especie de casa improvisada con una gran tela color amarillo, y yo me encuentro sobre lo que parece ser una mesa. En el otro extremo de la sala hay otra mesa improvisada como cama, pero está desocupada. Mi respiración es pesada y cuando hago esfuerzo para sentarme se me escapa un gemido y vuelvo a quedarme acostado. El abdomen y la espalda resultan ser lo peor. Tomo todo el aire que mis pulmones me permiten y con el valor que logro reunir hago esfuerzo, aprieto la mandíbula y cuando estoy a punto de romper mis dientes logro sentarme. Llevo puesto mi pantalón y botas, pero mi playera ha desaparecido. Mi hombro izquierdo se encuentra vendado y recuerdo el disparo. En acto reflejo me llevo mi brazo derecho a mis costillas. Ya sentado logro ver el resto del espacio, hay una mesa a unos tres metros con mis pertenencias, pero llegar a ella me parece una situación imposible. La cabeza comienza a latirme en mi sien izquierda. Levanto mi mano y me encuentro con una tela, que seguramente es de una venda. Intento relajarme pero mi situación no me gusta, estar mal me hace sentir vulnerable y en la situación en la que nos encontramos eso significa la muerte.

—¡Me alegro que ya estés despierto! —dice Liz que entra mientras se coloca un bolígrafo en el cabello. Tengo muchas preguntas, pero la más inquietante es referente a Lexa. Sé que falleció, pero podría jurar que la vi, ¿o la soñé? ¿lo aluciné debido al golpe? No lo sé, pero si fuera real ya habría venido o mejor dicho, estaría aquí junto a mí, o ¿no? mejor no preguntar o puede que me tomen por loco.

—¿Dónde estamos? —es la pregunta más fácil que se me ocurre.

—A unos cien kilómetros de la Caverna.

—¿Nos dieron por muertos?

—No estamos muy seguros, pero no nos molestaron, aunque tus disparos y los cuatro muertos debieron de levantar algunas sospechas. ¡Mira hacia el frente por favor! —me pide mientras observa mis ojos con ayuda de una pequeña lámpara —. Bien, ahora dime ¿te sientes mareado?

—No.

—¿Nauseas?

—No.

—¿Parálisis en alguna parte del cuerpo u hormigueo?

—No, nada.

—De acuerdo. Inhala hondo y expira lento —dice al tiempo de colocarme el estetoscopio frio sobre mi piel desnuda, eso hace que respingue ipso facto, se me escapa un gemido —lo siento —se disculpa mientras se le forma una sonrisa. Pasados unos segundos me informa que al parecer todo está bien —. Recibiste un impacto abajo del hombro, por suerte no toco tu hueso, tendones o demás, solo el músculo, así que veremos cómo evoluciona, por lo que tendrás que venir por las noches para limpiarte y evaluar la herida ¿de acuerdo?, lo mismo con tu cabeza. Volaron por los aires y tú recibiste los peores golpes, pero el daño fue mínimo. <<Volaron>> <<Alán>>

—¿Dónde está Alán?

—Se encuentra almorzando, no te preocupes —me dice mientras acerca la mesita con mis cosas. Levanta la mirada al llegar a mí y me informa —le salvaste la vida. Podrías a ver corrido...

—No volveré a cometer ese error dos veces, tenía que volver.

—Vale —dice avergonzada por su comentario —. Lo has salvado y mientras lo ayudabas a alejarse, detonaron los explosivos y salieron volando. Diste contra algunas rocas y tu arma; tu chaleco ayudo, en cambio tu cabeza sí que recibió un buen golpe. Además Alan cayó encima de ti, así que tú te llevaste la peor parte. El, solo tiene la cortada en su omoplato y se astilló la clavícula, pero estará bien —asiento, veo que se sonroja un poco —¿Gustas que te ayude a vestirte?

PROTOTIPO CR-6: LIBERACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora