3. El Precio que has de Pagar:

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Uzui Tengen:

—Llévame con los Lunas de Sangre, esta tarde —dijo Kyojuro durante el almuerzo y al escucharlo casi me atraganto con el mordisco que le había dado a mi anpan.
—Ni de coña —repliqué y se giró hacia mí echando chispas por los ojos.
—Uno de los de tu antigua banda tiene en su punto de mira a mi hermano, ha movilizado a un grupo de pandilleros para secuestrarlo, ¿y me dices que me quede de brazos cruzados?
—Déjame terminar de hablar —contesté— si entras en el lugar donde se reúnen como un elefante en una cacharrería lo único que vas a conseguir es buscarte enemigos contra los que nada puedes hacer. Lo que te propongo es ir directamente por Dōma.
Rengoku se me quedó mirando unos instantes en silencio.
—¿Qué me garantiza que otros Lunas de Sangre no se inmiscuirán? —preguntó y yo esbocé una sonrisa vacua.
—Pese a que es uno de los más cercanos al líder, no es el santo de la devoción de nadie, pero si como te he dicho, te adentras en el territorio de los Lunas, lo más seguro es que no salgas de ahí, y si lo haces, lo harás con una pesada losa sobre tus hombros, Llamitas, hazme caso, sé lo que te digo. Afortunadamente tenemos a un aliado poderoso dentro de la banda.
—¿Te refieres a Akaza? —preguntó y yo asentí lentamente.
—Él aprecia mucho a Senjuro, más de lo que te imaginas y a un mismo tiempo cuenta con el favor del líder.

Él pareció reflexionar acerca de mis palabras y antes de regresar a clase decidimos quedar con Akaza para trazar con él un plan. El mayor de los hermanos Rengoku se adelantó cuando Kanroji le pidió ayuda con unas cajas de diapositivas para la próxima clase, momento que aproveché para llamar a Hakuji.

Cogió la llamada al segundo tono.
—Nos vemos en la antigua base de los Poisonous Shadow a las ocho —dijo y no pude evitar que un escalofrío me escalase por la espalda.
—¿Estás seguro?
—En estos momentos no estoy seguro de nada, pero necesito comprobar algo —contestó con brusquedad y cortó la llamada.
La guarida de la banda que asesinó a Koyuki. ¿Después de tanto tiempo y de lo que sucedió estarían utilizándola de nuevo? Y si así era, ¿se trataría de miembros que sobrevivieron al ataque de Akaza? Solo de pensarlo se me revolvía el estómago.

Al acabar las clases fuimos a visitar a Senjuro quién tenía unas profundas ojeras y la piel excesivamente pálida. El señor Rengoku había llegado antes que nosotros y, al parecer había estado hablando con uno de los dos policías que tenían el deber de custodiar la puerta del que había sobrevivido al intento de secuestro. Durante la noche anterior había intentado de nuevo herir a su hermano, pero por suerte, Senjuro había podido avisar a la enfermera quien con ayuda de otros dos celadores había logrado reducirlo.

Al escuchar aquello, Kyojuro se acercó a la puerta de la habitación de la persona que tanto afán tenía de dañar a su hermano y, aunque el otro policía se tensó e intentado detenerlo, Rengoku le prometió que no lo iba a tocar, que solo quería dirigirle unas palabras.

El policía miró dubitativo a su compañero y este, apretando los dientes asintió permitiéndole la entrada, siempre y cuando lo hiciera acompañado de alguien.
—Entraré yo con él —me ofrecí.
El que estaba más cerca de la puerta giró el pomo y esta se abrió hacia dentro y entramos los dos.

Se trataba de un chico un par de años menor que Rengoku y yo, delgado y bajo los cientos de arañazos, cortes y magulladuras se adivinaba una piel suavemente dorada por el sol. Su cabello color rubio arena estaba enmarañado y tenia los ojos envueltos por una venda abultada por los apósitos que protegían sus ojos. Su mano derecha estaba inmovilizada por unas esposas a la barandilla de seguridad de la cama y cuando escuchó que alguien entraba en la habitación se giró haciendo que la cadena de estas repiquetearan suavemente.
—Salte de la habitación, no tengo nada que decir —gruñó al tiempo que nos daba la espalda.
—Entonces mejor, porque yo soy que tengo unas cuantas cosas que decirte —replicó Kyojuro y los hombros del chico se tensaron de golpe.— No tengo ni idea de quién eres y no me importan en lo más mínimo las razones que te llevaron a ponerle la mano encima a mi hermano, pero viéndote en semejante estado, estoy convencido de que la justicia existe, este es el precio que has de pagar por amenazar la vida de un inocente y te aseguro de que Dōma y los que están con él en esto correrán una suerte igual o peor que la tuya.

El chico apretó los dientes y se volvió hacia nosotros.
—¡¡Deja de decir estupideces!! ¡Dōma-sama acabará con quien se interponga en su camino! ¡Ni tú ni tu hermano sois nadie en comparación con él…! —Kyojuro se lo quedó mirando unos instantes en silencio. Sus ojos parecían duros como el acero y lo contempló en silencio con expresión vacua, luego giró sobre sus talones mientras el otro no dejaba de despotricar y ambos salimos de la habitación.

Dosgatosescritores:

Hola gatitos lectores, estoy bastante emocionado con esta parte del libro porque siento que va a servirme para pulir unas cuantas cosas que se me quedaron tipo: "ñeh" en las anteriores partes.

Tal vez encontréis algún capítulo de relleno, que espero no os disguste y que a la vez enriquezcan la trama para que el desarrollo de las relaciones entre todos los personajes no queden como cogidas por los pelos.

Si en algún momento de la historia os ha dado ésa sensación, agradecería que me lo dijéseis para hacer las correcciones que sean necesarias.

En este capítulo he creído necesario mostrar una faceta severa de Rengoku, para que llegado el momento en que nuestros niños se las vean con Dōma no quede forzado ningún detalle.

Por el momento me despido de todos vosotros deseándoos siempre lo mejor.

Se os quiere gatitos.

Sed De Venganza. (Tinta y Fuego parte IV).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora