Capítulo 4- Hazel

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[...]

Vi a aquel chico y lo primero que hicimos fue mantener un contacto visual. Era un chico guapísimo y me sorprendió que se fijara en mí cuando habían muchas más mujeres mejores que yo, con más dinero, más guapas, etcétera, etcétera...

Él era pelinegro y tenía los ojos color verde y marrón. Eran una mezcla de colores que le favorecían bastante y resaltaban sobre su piel pálida y perfecta. Nadie se comparaba a él, eso estaba más que claro. Me sacaba una cabeza y media. Y no es que yo fuera baja, porque yo tenía una estatura estándar, pero él era demasiado alto, entonces se podría decir que el culpable era él.

Caminé con lo que supuse que era su guardaespaldas y las risas y comentarios del resto de mujeres me estaban atormentando, pero tuve que aguantar y tragar como una campeona. Entramos al palacio y me dejaron en una sala vacía que parecía lujosa sola. Sí, sola. Me dijo el guardaespaldas que el rey ahora vendría, que su padre debía hablar con él.

Mis oídos eran muy buenos así que oía lo más mínimo, y en esa mansión había muchísimo silencio. Muchísimo. Por lo que logré escuchar la conversación que estaban manteniendo su padre y él. Aaron.

─He visto a quién has elegido. ¿No había otra mejor?

Eso me ofendió un poco, la verdad.

─Era la única decente.

Agradecí un poco que me "defendiera".

─¿Y se puede saber qué te ha llamado la atención de ella? ¿Su cuerpo? Es lo único bueno de ella.

Vale, eso que me ofendió y mucho.

─No. No todo son cuerpos. Me han llamado la atención sus ojos. La manera en la que me ha mirado. Esos ojos no los tiene cualquiera. Tenían un brillo especial.

Sentí algo recorrerme la columna vertebral. ¿Le habían gustado mis ojos? Siempre creí que eran feos...

─Ya da igual, es tu problema.

Escuché pasos de alguien y volví a mi posición original. Dijeron algo más pero no llegué a escucharlo del todo. Solo unos balbuceos y palabras sueltas. Por fin Aaron salió. Su voz era grave, ronca y masculina.

─Oye─me di la vuelta y lo miré fijamente a los ojos.─Eso de escogerlas por como se ven, es estúpido. Y si fuera así, tienes pésimo gusto.

La situación, para empezar, era incómoda de narices.

─Alégrate de que te he elegido, princesita─ dio pequeños pasos acotando la distancia entre nosotros, aunque aún había bastante distancia y vacilando. Ni siquiera sabía más allá de su nombre y su edad y ya me caía mal─. La verdad, no planeaba casarme ni buscar una reina y, si lo he hecho, no ha sido por solidaridad. Mejor disfruta ahora que serás una reina─se acercó demasiado a mí y me cogió del mentón para que lo mirase fijamente a los ojos.─ Y para que sepas, tengo reglas. Cúmplelas si no quieres acabar mal.

Me dio un leve empujón para que me distanciara de él.

Menudo idiota.

Sabía que era una pésima idea presentarme.

─¡Oye!─ Rodé los ojos─. En fin, ¿dónde dormiré?

─Eres mi futura esposa─ estiró levemente los brazos y una sonrisa lobuna se le formó en el rostro─ ¡Dormirás conmigo!

¿¡Qué?!

No.

No iba en serio.

No iba en serio, ¿verdad?

─Ven, te guiaré a nuestro cuarto.

Joder...

¿Promesa? [✔️ COMPLETADA] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora