Sonó el piano mi cuerpo descansaba en un lago. No había cura, ni sedantes para los malestares en aquellos días, a lo lejos la grotezca voz de mis padres repitiendo una y otra vez mi nombre, hasta encontrarte. Este acto continúo cada verano, cuando me desnudaba y dejaba descansar mis penas en el lago. Mis padres fallecieron un invierno, empecé a amar el otoño ya que el frío me aportaba una vacía habitación llena de sábanas blancas y fotografías antiguas. Los años que le siguieron dejé por sentado aquel ritual del lago(para mí era un ritual). Hasta un día, como todo, en las historias, es hasta un día.
Me veneré como haría cualquier mujer confinada a mi soledad, me quité mis cadenas, empecé por mis caderas hasta el pecho y me adentré en aquel lago. Me sumergí por bastante tiempo, la soga que había atado a mi pie y a aquel bloque que jamás conté cuando me lo puse si estas buscando eso, empezaba a hacer efecto, la idea de un final me consolaba hasta que una silueta se adentró al lago, me liberó y me condenó. Salí empapada mientras le escuchaba gritar un -estás loca. Es cierto estoy loca. Yo no sé vivir en soledad, yo no sé compensar el tiempo, yo no sé entregar mis penas a alguien más que no sea el lago.
Pasé la noche cubierta en mis sabanas polvorientas y sudadas, tenía planes de permanecer escondida del mundo allí hasta que escuche un ruido extraño que provenía de la sala. Bajé las escaleras y allí estaba él, inmediatamente le grité:
-que rayos haces aquí? Era mi salvador y mi condena.
-por qué te quieres morir? Preguntó impotente. Guardé silencio, me abalancé a sus brazos le besé, le acaricié su cuello y una sutil mordida hizo presencia ante aquel acto de explicación.
-naci para fallar, quiero que alguien me sostenga mientras muero, solo tengo al lago. Expliqué segura de lo que pedía, un final a mi soledad.
Se cortó un dedo, me cortó la mano
-es un pacto entonces, morirás mientras te sostengo.
Acabé desnuda en sus brazos, mientras me abrabazaba y me besaba desesperadamente, introdujo un dedo en mi sexo, de alguna forma noto mi inocencia, me miró lleno de impotencia mientras ordenaba que chupara y limpiara su dedo, obedecí mientras me cogía fuertemente del cuello dejándome sin aire, gemía locamente de la exitacion, con su lengua rodeó mis labios, morió mis pezones demaciado duro tanto que me hizo sangrar, llegó entonces hasta mi sexo, dónde me acarició introdujo nuevamente sus dedos y lengua -guardate tus gemidos, silencio- exigió, me los tragué, volteó mi cuerpo desesperadamente mientras me acarició con su miembro, nuestros sexos se encontraban, una y otra vez, acababa en mi boca, mientras decía cuan sucia era, y que siempre sería suya, que ni siquiera los enterradores tendrían mi cuerpo, se me había olvidado cuánto quería morir, por eso acabé por soprenderme cuando mientras llegaba al exitasis me dijo con mucho amor al oído, es hora de descansar pequeña, deslizando muy amorosamente una cuchilla afilada por mi cuello. Puedo asegurar que acabó en mí mientras me desangraba y que como había dicho, siempre sería suya, porque después de muerta, fue a visitarme muchas veces al cementerio, no presisamente para llorar.
ESTÁS LEYENDO
post mortem.
Horrorrecopilación de cuentos en su mayoría todos terminan en muerte, nos es acaso la muerte la forma de liberación total y más hermosa que existe?