Textos. Órganos de gobierno.

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La constitución política romana, sentido ideal del estado perfecto

Siendo esto así, de los tres regímenes políticos el mejor, con mucho, a mi juicio, es el monárquico propiamente dicho, el régimen que haya sido formado de la combinación equilibrada de las tres formas óptimas de régimen político. Yo creo que en nuestra república hay la prestancia de la realeza, que hay también algo que está confiado y atribuido a la autoridad de los ciudadanos más importantes y que hay, además, algunas atribuciones reservadas al juicio y a la voluntad del pueblo. Nuestra constitución política tiene, en primer lugar, cierto equilibrio, del que apenas pueden carecer durante mucho tiempo los pueblos libres; en segundo lugar tiene estabilidad y el hecho de que aquellos regímenes de que antes hemos hablado se convierten fácilmente en regímenes opuestos y viciosos, de suerte que del rey se origina el tirano, del régimen aristocrático surge la oligarquía y de la democracia nace la anarquía y el desorden y, por otro lado, el hecho de que estos tipos de gobierno se cambian a menudo en sistemas políticos nuevos, esta circunstancia no se da, por lo general, en esta constitución política mixta y sabiamente combinada, sin que existan grandes defectos de los que gobiernan. No hay, en efecto, motivo de revolución allí en donde cada uno está sólidamente asentado en su correspondiente escalón jerárquico y no hay lugar adonde pueda precipitarse y caer. Cicerón, De re publica I, 45.

Las tres formas de gobierno de que he hablado anteriormente se encontraban amalgamadas en la constitución romana, y la parte de cada una estaba exactamente calculada; todo en ella estaba tan equitativamente combinado que nadie, incluso entre los romanos, hubiese podido decir si era una aristocracia, una democracia o una monarquía. Por otra parte, esa indecisión era muy natural: al examinar los poderes de los cónsules se hubiese dicho que era un régimen monárquico; a juzgar por los del Senado, era, por el contrario, una aristocracia; por último, si se consideraban los derechos del pueblo, parecía claro que era una democracia... Los cónsules, mientras no están al frente de los ejércitos, residen en Roma y tienen decisiva intervención en todos los asuntos públicos. Todas las demás magistraturas, con excepción de los tribunos, están colocadas bajo sus órdenes. Son ellos los que introducen los embajadores en el Senado... También tienen que ocuparse de todos los asuntos públicos..., de convocar la asamblea, presentar los proyectos de ley y aplicar las decisiones de la mayoría. En cuanto a la preparación de la guerra y la marcha de las operaciones, su poder es casi absoluto... El Senado tiene como primera función la administración del tesoro público... Los cuestores no tienen derecho a hacer gastar la menor suma sin un acuerdo del Senado... Los delitos de traición, los envenenamientos, conspiración, asesinatos, también es el Senado el que se ocupa de ellos. Aun fuera de Italia, si hay que enviar una embajada para recibir una sumisión o para declarar la guerra, a él corresponde ese cuidado. ¿Cuál es la parte reservada al pueblo? Él es el que puede conceder honores o infligir un castigo. Solo él puede pronunciar una sentencia de pena de muerte. Es dueño de adoptar o de rechazar las leyes y, lo que constituye la prerrogativa esencial, delibera acerca de la guerra y de la paz. En cuanto a las alianzas, los convenios, los tratados, es él quien los sanciona, los ratifica o los rechaza. Polibio.

La elección de un rey

Luego dominó a los senadores el temor de que, irritados los ánimos de muchas ciudades de alrededor, alguna fuerza extraña atacara a una ciudad sin imperio, a un ejército sin jefe. Y, así pues, agradaba que hubiera algún jefe y ninguno de los dos se decidía a ceder. Así los cien senadores comparten el mando entre sí, hechas diez decurias y nombrados cada uno en cada decuria, para que estuvieran al frente de las cosas importantes del estado. Mandaban los diez: había uno solo son las insignias de poder y los lictores: en el espacio de cinco días terminaba su poder y en rotación iba por todos y un año fue el intervalo del reinado. A partir de este asunto, esto que también ahora tiene ese nombre fue llamado "interregno". Luego el pueblo se queja de que su servidumbre ha sido multiplicada, que se han hecho cien amos en lugar de uno; y en adelante parecían no ir a soportar sino un rey y elegido por ellos. Como los senadores se dieran cuenta de que este asunto se movía, pensando abandonar libremente aquello de lo que iban a ser despojados, calculan la concesión, confiado el sumo poder al pueblo, de modo que no dieran más derechos que los que retenían. En efecto, decretaron que cuando el pueblo romano hubiera elegido rey esto sería así válido si los senadores se hacían responsables. También hoy en las elecciones de leyes y magistrados es usurpado este mismo derecho, quitada su fuerza: antes de que el pueblo votara, los senadores se hacen responsables para un resultado incierto de los comicios. Entonces el interrey, convocada la asamblea, dijo: "Quirites, elegid a un rey para que esto sea bueno, feliz y dichoso: así pareció a los senadores. Luego, los senadores, si elegís a alguien digno de que sea considerado sucesor de Rómulo, lo ratificarán." Tan grato fue esto para la plebe que, para que no parecieran ser vencidos en generosidad, resolvieron esto así y ordenaron que el senado decretara quién debía reinar en Roma. Tito Livio, I, 17.

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