ANTES: 7 Años

2 1 0
                                    

La habitación de las hermanas D’Artes, tanto en su casa de Arriba como de Abajo, es bonita; con su pintura de colores claros, un cielo estrellado rodeado de planetas lejanos y nubes esponjosas decorando el techo, y mantas y almohadas confortables en cada lugar disponible para ello.

Está ordenada según los estándares infantiles, cada libro, ropa o juguete tiene su justo lugar, pese a que la definición de orden varía de una hermana a otra. También está perpetuamente bañada en un silencio casual.

A Azul le gusta.

A Victoria (solo V para sus amigos y familia) le incomoda.

Ella prefiere llenarla con música, programas de radio de su reproductor, o con la voz, a veces suya, a veces de su papá Nim, como cuando les lee libros en sus ratos libres (siempre hay tiempo para ellas en la agenda de su padre), una hermana a cada lado y el libro en medio, los fuertes brazos de Nim rodeándolas de cálida proteción, de amor.

Azul cree que Victoria no entiende el punto del silencio y se lo dice, una vez, cuando discuten sobre los mértios de la música clásica instrumental versus la música con lentra actual, y si ponerla o no mientras hacen la tarea que les dejó su Nana.

Azul sabe que es buena explicando, aún sí la falta de comprensión de su hermana mayor en ese momento  aparentemente contradice el hecho. Por ello no repite una vez que ha dicho lo que quería.

De las dos es la mejor leyendo tanto libros como a personas, quizá por que es también la mejor escuchando, y por ende comprende las cosas un poco más rápido que su hermana. Ella deja el tema ante la falta de interés de Victoria.

Lo deja estar como cuando V le dice que hará una travesura y le consulta el plan en busca de posibles fallas, a Azul no le atraen mucho las travesuras en sí, no el hecho de  hacerlas, pero las reaciones de los demás a ellas siempre son divertidas, así que ayuda a su hermana, porque también es muy buena planificando cosas, y mientras V se entretiene llevando el plan a cabo, Azul observa.

A V le gusta llenar el espacio a su alrededor con palabras o con gestos. Siempre está en movimiento, haciendo algo, hablando de algo, planificando algo, es como los animales de un carrusel siempre persiguiendo sin notar que, en realidad, pocas veces deja dedar vueltas en un mismo lugar. Sale de un círculo solo para saltar al siguiente.

Azul, encambio, disfruta elsilencio, le gusta escuchar, observar, todo lo que dice a sido antes cuidadosamente considerado en su mente. Deja que su hermana haga las presentaciones y se queda al fondo mientras descubre y catalogala expresiones, sus posturas, el lengueaje que esconden o del que no son conscientes que tienen, de los adultos, de los niños, de todo lo que está en medio.

Abajo, en la tierra de su padre Nim en el otro plano, las Almas hablan de ellas.

Arriba, en la tierra de su madre Isys, los padres de sus amigos y los adultos en trajes de negocios hablan de ellas. 

Azul argumenta a todo aquel que desee escuchar que ambos grupos solo tienen dos opiniones al respecto, a menudo opuestas entre sí, y que además parecen creer que una de las dos hermanas está rota.

Algunos de ellos quieren “arreglarlas” de una forma u otra, a algunos de ellos, los que no entren en los otros dos grupos, no les importa.

Azul prefiere a estos últimos.

“La mayor es muy revoltosa. La menor es un ángel”. Primer grupo.

“La mayor es muy dulce y sociable, pero la menor es muy retraída”.  Segundo grupo.

“Oh, pobrecita ¿le sucede algo?”  Ambos grupos.

Una vez, mientras las hermanas se deslizaban con cuidado por los pasadisos secretos para llegar a la cocina en busca de un bocadillo, escucharon a la Nana que las cuidaba a veces hablar con la vecina de enfrente entre susurros apenados.

“Es la falta de sus padres” dijo una, “perderlos tan jóvenes ¿sabes?”

"Lo sé querida” dijo la otra “ese tipo de cosas afectan el crecimiento. Dulces niñas, tan pequeñas para cargar ya con una pérdida tan grande”.

Azul nunca entendió a qué se referían, ellas sí conocían a sus padres, su papá Nim, y los amigos de este les hablaban constatemente de ellos, tenían albumes con sus fotos y videos que abarcaban la totalidad de sus vidas, y siempre que quisieran podian ir a visitar sus tumbas tanto en el reino de Arriba como en el de Abajo.

(Abajo incluso podía hablar unos minutos con ellos. No estaba segura de si V lo sabía, o le interesaba). 

Para todo lo demás estaban su papá Nim y su mamá Isys, sus padres por derecho propio.

Azul nunca había visitado el sementerio después de que su papá Nim les enseñó donde se encontraba. No le llamaba la atención, especialmente porque sabía que el amor de sus padres las acompañaría siempre sin importar donde estuvieran, solo porque ahora se encontraban en un plano diferente donde no se podían comunicar como antes no significaba que hubieran dejado de quererlas.

Azul no necesitaba ir porque siempre los sentía con ella, porque escuchaba los ecos de su amor en los silencios después de que todos se habían ido a dormir, y veía la prueba de ello en las mariposas monarca que se posaban en sus manos o en su cabeza cuando salía a dar un paseo con sus patines, en el canto de las aves cuando hacía gimnasia afuera, en lasuave brisa que jugaba con su cabello y ropa mientras caminaba a la escuela. V sí lo visitaba a veces, y los comentarios de las personas parecían alterarla.

Pero V no sabía escuchar el silencio como lo hacía Azul, y aún no había decidido aprenderlo, por lo que Azul la escuchaba si V quería ser escuchada, y la calmaba cuando quería ser calmada, la impulsaba cuando quería ser impulsada a decidir sobre alguna situación, y esperaba hasta que V le dijera cuando  quería  aprender algo  antes  de enseñárselo.

No podías obligar a nadie a creer o aprender, tenía que venir de ellos. 

Un hecho que Azul respetaba porque sabía que, por muy frustrante que a veces pudiera ser su hermana, llegaría allí eventualmente, solo estabato mando el camino largo, mientras que Azul había encontrado y seguido un atajo, quizá debido a su mejor entendimiento de sí misma y lo que era como creación de la Divinidad.

Y si en algún momento dudaba de ello, solo tenía que recordar la forma en que su papá Nim la miraría cada noche después del cuento, o en los momentos donde eran solo ellos en una habitación (a veces incluso cuando esta estaba llena de gente), recordar como Isys las presentaba con orgullo como sus hijas siempre, como sus tíos Mo y Matt las consentirían con juegos, libros y salidas, o como su mamá les mandaba regalos con mensajes ocultos en forma de flores cuando más lo necesitaban y como su papá les mandaba cachorros aleatorios para que jugaran con ellos almenos una vez al mes porque le gustaba hacerlas reír, para reafirmar que las cosas que sabía eran ciertas, y que no había razón para tener dudas.

Así, el miedo muerto de hambre se iba a molestar en algún otro lugar, muy muy lejos.

Voces en la HabitaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora