El Deseo de Maira

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Maira bajo de la moto y miro a Máximo, luego se giró y vio una enorme e luminosa noria.

—No te sorprendes, todas mis ligues se sorprende.

—¿Qué es?

La chica dio un paso atrás, retrocediendo, lo que había avanzado.

—¿Que te pasa?

—No me gusta —Comento asustada.

—Tu no as visto una noria.

—Sí, en fotos.

Máximos se echó reír, mientras encendía un cigarro.

—No te va a pasar nada, esto está asegurado.

—De verdad.

—Sí, me resulta raro, que esto te dé miedo, pero montar en una moto no.

—A mí también.

Máximo la miro de reojo y siguió caminando.

—¿Por qué haces eso?

—¿El qué hago?

—Dar golpecitos al cigarro.

—Estoy soltando, la ceniza, dónde salen todas esa pregunta, que pasan por tu mente.

—No lo sé, solo tenía curiosidad.

—Ni de coña dejaré, que pruebes el cigarro, no dejaré que mi esposa, se dañe los pulmones.

—¿Tú qué?-Maira miro por la red, qué significaba —Yo no soy un sacrificio.

—Pero qué, Maira estás segura, de que no eres alérgica al aire.

—Alergia al aire, creo que no.

—Otro día vendremos, mañana tenemos clase.

—Se me olvidaba, qué todo será como antes.

—Nada podrá ser igual aunque lo quiera.

La chica se volvió a montar en la moto, agarrándose a él, sus manos tocaban su abdomen y Máximo se retorció, ella colocó sus manos en lo de atrás de la moto.

Cuando, Maira se dispuso a bajar de la moto, se dio cuenta de que Máximo no la miraba

—¿acaso te pasa algo conmigo?

Pero aquel chico caminaba, sin mirar atrás,

la chica intentó seguirle el paso, pero cuando llegaron a las habitaciones, se separaron.

—¿dónde estabas, nos dejaste heladas, cuando te fuiste de la mano con Máximo?

—Solo intento disculparse, pero no le sirvió de nada porque siempre vuelve a ser el mismo.

—ya sabemos que tú y ese chico no intimáis mucho, pero lo que no logramos captar, Abril como yo, es por qué siempre os volvéis a encontrar, sea por lo que sea no dejáis de perder, esa conexión que tenéis.

—no lo llamaría conexión-comenté a la chica de pelo negro, mientras se sentaba en la cama.

—¿Maira tú te escuchas?

—si me escucho, pero...-no le dejo terminar la palabra.

—Si tú dices que siempre es el mismo, no irías con él porque una persona que te hace daño.

—Él no me hace daño, solo que es difícil entender a las personas, aveces nos centramos en nosotros sin saber, que tiene encima la otra persona y lo unico que necesita es oirla .

—Ya si tú lo dices.

—Estuviste, es en la escuela, de monjas— Dijo abril.

—Si —fue la excusa que le comentaron que diga, cuando no supiese qué decir.

Eléctricamente enamorada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora