Capítulo 10

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Adara caminó hacia su cuarto en busca de Constance, sin embargo, al llegar no la encontró en la habitación. Con dudas caminó hacia el segundo lugar donde definitivamente podría estar su amiga, la bodega.

La bodega era una habitación contigua al cuarto donde ambas mujeres dormían, aquel era un espacio que Delia usaba para guardar la mercancía de la tienda, no obstante, Delia decidió otorgar un espacio de la bodega a Constance puesto que el lugar era bastante espacioso y sobraban un par de mesas y sillas donde la médico podría realizar sus investigaciones.

Y efectivamente, la joven de ojos jade encontró a su amiga en la bodega sentada sobre una vieja silla mientras escribía en unos papiros sobre la mesa algo antigua. La médico escuchó los pasos de Adara en la entrada de la bodega por lo que giró la mirada hasta verla parada en el umbral, bastó una mirada para saber que algo sucedía.

— Ven. - llamó la de cabello más oscuro a la joven de ojos esmeralda.

Adara caminó hasta estar a unos pasos de distancia de su amiga, deteniéndose sin acercarse más a la otra mujer. La médico miró con dudas a su amiga por aquella acción, ya que la joven más risueña siempre solía tomarle las manos cada que se encontraban luego de un largo día.

— ¿Qué ocurre? - cuestionó la médico.

— ¿Debe ocurrir algo para venir a verte? - contra preguntó la de ojos color esmeralda.

— En absoluto, pero tu mirada me dice que algo ocurre, te conozco de toda la vida mujer así que suéltalo.

La más joven se pellizcaba los dedos ansiosamente mientras intercalaba entre mirar a su amiga y la vieja mesa de madera.

Constance no era una mujer de paciencia y detestaba cuando su amiga guardaba silencio ante la duda.

— ¿Cómo te fue en la reunión con el rey? ¿Te dio oro? - prefirió preguntar la mayor.

— ¡Constance! - regañó la más joven. — No fui con esa intención. - respondió Adara.

La médico soltó una risa nasal y prefirió continuar escribiendo en el papiro sobre la mesa, aquello hasta que la más joven decidiera hablar sobre sus inquietudes.

Aquello no duró mucho, pues Adara decidió que mientras antes resolviera sus dudas entonces antes podría calmarse.

— ¿La lepra es una enfermedad muy contagiosa?

Constance detuvo su escritura y se giró a mirar a su amiga, notando la inquietud en sus ojos y movimientos.

— No es muy contagiosa. - respondió con calma y seguridad la mayor.

Adara soltó un suspiro que estuvo reteniendo desde que Assim le habló del contagio de la enfermedad, fue una calma, sin embargo, necesitaba más.

— Con anterioridad comentaste acerca de una cura y que era una enfermedad tratable, ¿En tu época la lepra existía?

Constance sonrió ante la curiosa pregunta.

— La vida en el futuro era muy complicada, créeme que la lepra era una enfermedad de las menos mortales. - la más joven abrió los ojos sorprendida. — Existían enfermedades mucho más peligrosas y que sí eran fáciles de contagiar.

— ¿Cómo podría contagiarme de lepra? - preguntó la más joven.

La médico se acomodó en la silla y señaló un pequeño banquito para que Adara se sentara junto a ella.

— La lepra es una enfermedad infecciosa causada por una bacteria, ya te he explicado antes que las bacterias son microorganismos patógenos que se encuentran en alimentos, agua, el entorno o incluso en las personas. - comenzó la mayor. — Esta bacteria se llama "Mycobacterium leprae" y alguien puede contagiarse de ella si se llegase a inhalar pequeñas gotitas liberadas en el aire cuando una persona contagiada tose o estornuda, o también cuando existe mucho contacto estrecho con la mucosa de la nariz o la saliva. - continuó la mayor. — Sin embargo, debiese estar mucho tiempo con la persona que padece lepra, ¿El rey ha estornudado a tu lado?

Agápi mouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora