23 Años

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Azul comienza su día a las 4:00 A.M. Casi todas las semanas del año.

Lo más tarde que ha dormido en su vida desde que cumplió 13 años ha sido hasta las 5:50 A.M. y una vez memorable en año nuevo hasta las 8:05 A.M. Ahora con sus 23 años recíen estrenados, ella solo sabe que ese es un habito tan arraigado a este punto que le tomaría más esfuerzo del que quiere ejercer romperlo. Más que eso, es un habito que disfruta.

Anthony, su novio actual, no lo entiende.

Para él, el día no comienza antes de las 7:00 A.M. Una de las muchas cosas en las que difieren, pero que en un principio le parecieron dulces. A ella le gustaba despertar a esa hora para ver la forma gruñona y muy linda que dejaba en su cama. Su novio le recordaba a un gato honestamente.

Pero él tampoco entiende, ni acepta en realidad, que su carrera y su familia, incluyendo a sus amigos de la pista, son prioridad. Algo que ella eligió como responsabilidad mantener nutrido de amor y de tiempo de calidad. Que él es una parte importante en su vida pero no el centro de ella.

Azul está segura de que lo quiere, se lo ha demostrado de la mejor manera que sabe, está seguro de que él la quiere a su vez, o lo hizo en un principio.

Pero ahora mismo, mientras él saca reproche tras reproche, mientras los celos roban la calidez de su voz y el cariño de sus ojos, mientras la acusa de serle infiel, y la llama desde víbora para bajo, se da cuenta de que en algún lugar del camino a lo largo de los últimos dos años se perdieron el momento en que dejaron de ser compatibles.

Aprieta los puños, sintiendo las emociones chocar contra el muro de lógica que le insta a mantener la calma. A recuperar su calma. No puede evitar pensar que por todo lo que le gusta observar, por todo lo que se sabe buen observador, de alguna manera se perdió de esto.

Esta cosa importante que ahora le causa tanto daño, incluso cuando comprende que Anthony no reaciona así por mal, que no son las fotos con Evy recíen salidas de la alfombra roja del teatro, ni la reciente amistad con Alexys en la pista de hielo, ni sus continuas ausencias por los entrenamientos (y el cansancio consecuente), ni que llegara tarde a su cita esta noche, la verdadera fuente del problema.

Entender eso no disminuye el dolor que se clava como un cuchillo de carnicero entre sus costillas con cada palabra que sale de su novio.

—¡¿Es que acaso no piensas decir nada?!

Está cansado, sus ojos rojos por las lágrimas derramadas y las que no quiere derramar.

Ambos los están, pero tienen diferentes maneras de tratar con eso. Él siempre fue más orgulloso que ella, el más explosivo, esa energía fue algo que le gustó de él al principio.

—¿Siquiera eres consciente de la manera en que me estás tratando?

Pregunta ella mucho más triste, dolida, que agresiva. Y no hay verguenza en que su voz se quiebre un poco al final.

Por un instante cree vislumbrar al Tony del que se enamoró lo suficiente como para aceptar que se mudaran juntos. En el siguiente parpadeo el Anthony harto de todo está de vuelta para una nueva contienda.

Azul no lo soportará.

No está en su naturaleza aceptar ese tipo de trato de nadie, incluso aunque los quiera, en especial cuando los quiere.

Recoge la maleta de emergencia de su habitación, esa que tiene a la mano por si un día la necesita, (y dado que ultimamente siente que vive entre aeropuertos no es extraño que lo haga), mientras sus palabras la persiguen todo el camino, reconociendo con tristeza que la habitación donde compartieron tantos besos y alegrías, tantos sueños, ya no se siente como el lugar seguro, relajante, amoroso, que una vez fue.

Él se detiene en seco cuando la ve salir con la maleta al hombro.

—¿Qué demonios estás haciendo ahora?

Hay algo como la hiel, picante como el humo de una hoguera, recubriendo su voz.

—Me marcho donde mi hermana por unos días.

Responde, su voz subiendo una octaba en contra de sus mejores deseos, traga, respira hondo y continúa controlando mejor su tono.

Lo siento, Tony. Pero esto ya no está funcionando, creo que en el fondo lo sabíamos pero no quisimos darnos cuenta antes. Te lastimé y lo siento mucho por eso… creo que lo mejor es que lo dejemos hasta aquí antes de herirnos más.

Puede ver el instante en que su decisión se hunde en él, junto con la comprensión de que ella no piensa volver más que por el resto de sus cosas. La casa estaba a nombre de él después de todo, y no es como si ella no tuviera otro lugar donde quedarse mientras finiquitan los detalles.

Ambos saben que una vez que ella decide algo ya no da marcha atrás.

Más palabras la persiguen después de un breve momento de silencio, pero no se queda a escucharlas, y aunque le duela, tampoco mira una última vez atrás ni se detiene cuando lo escucha llamarla por su nombre completo una y otra vez con dolor y desesperación sangrando en su voz antes comenzar a maldecir, no estáclarosi para sí mismo a la situacióno a ella.

Ella lo amaba, era su Tony, el hombre con el que una vez vislumbró un futuro, quizá hasta una familia juntos. No quiere recordarlo como el macho emocionalmente enfermo que usa los mismos sueños que un día compartió con él para lastimarla.

Así que no lo hace.

En cambio, le manda un mensaje a su hermana donde le avisa que se quedará con ella (o donde su papá Nim si su hermana está con Prakash, su novio actual, en ese momento) por unos días, sin entrar en detalles y camina hasta su loft para purgar el enojo y el dolor que siente. Le esperan unas semanas largas, y agotadoras.

La situación de Tony está lejos de terminar (no quiere que este sea su último recuerdo de el). Pero aún con el dolor es consciente de que esta fue la mejor decisión que pudo tomar, como la rama de un árbol que se seca para que una nueva se pueda formar.

Un día ellos dos van a estar bien, porque fueron buenos amigos antes que novios.

En su camino al piso de su hermana se topa con tres cachorros aleatorios, un gatito perdido y un cúmulo de mariposas monarca muy confundidas que la saludan sacándole una sonrisa.

Parece que sus padres están de acuerdo con ella.

Voces en la HabitaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora