Lo primero que sentí al despertar fue un fuerte ardor en mis muñecas y tobillos. Abrí los ojos y de inmediato me arrepentí. Una intensa luz me cegó por completo. Los cerre y luego los fui abriendo de nuevo, pero está vez poco a poco para acostumbrarme a tan fuerte luminosidad.
Mire a los alrededores y no había nada, estaba oscuro a excepción de la lampara que me alumbraba.
-¿La llevaremos?- Dijo una voz ronca a lo lejos.
-Claro que sí, idiota- Dijo una voz femenina en tono obvio -No podemos arriesgarnos a dejarla aquí.
-¿Pero para que? No la necesitamos. Podemos acabar con ella aquí y ahorrarnos el costo de cargarla- Habló calmada la primera voz.
-Es mejor llevarla y decirle a la policía que decidió irse conmigo a Texas- Un segundo -Además necesito que firme unos papeles donde le entrega todo a su tía- Hizo una pausa- Y a su padre- Dijo la última parte en tono burlesco.
Hubo silencio. Tanto que me asusto que pudiera estar muerta y esto fuera solo un viejo recuerdo de mi subconsciente.
Empecé a mover mis extremidades pero con cada movimiento el frío metal, de lo que parecía una cadena, rosaba mi piel causando un horrible ardor. Traté de mover la silla de madera en la que estaba sentada pero era inútil. Lo único que lograría sería caer al suelo y darme un buen golpe.
Hurgue entre mis memorias para averiguar como diablos llegue aquí, y lo último que recuerdo es que estaba hablando con Chris en la cafetería. Después de eso todo está borroso.
El sonido de una puerta de metal abriéndose me sobresaltó sacándome de mis pensamientos.
-Buenos días solecito- Dijo Peter con una sonrisa torcida. Encendio las luces de lo que parecía una bodega abandonada solo con unas pequeñas ventanas en cada pared. Lo mire con odio. Rió. -Vamos, no me mires así. Esto no fue idea mía- Me informó -Dale las gracias a tu tía querida- Dijo burlesco.
-¿Por qué hacen esto?- Logre articular.
-Porque...
-Porque tu tienes algo que me pertenece- Lo interrumpió Margaret entrando al lugar con su elegante caminar y una sonrisa adornando su rostro.
Nunca la había visto sonreír de esa manera. No. Nunca la había visto sonreír y punto.
Y que fuera una sonrisa psicópata no me animaba mucho que digamos.
Peter aclaró su garganta llamando su atención. Margaret rodó los ojos con aburrimiento.
-Nos pertenece- Se autocorrijió sin mucho ánimo.
-Yo no tengo nada de ustedes- Dije frunciendo el seño -A ti no te veo desde que era pequeña- Le aclaré a mi "tía".
Sonrió abiertamente.
-Se nota que tú madre no te dijo su secreto- Me escupió con sorna.
Apreté los puños por la mención de mi madre. Sin embargo me mantuve serena. Debía ser más lista que ellos para poder salir de aquí con vida.
-¿Qué secreto?- Indagué. La sonrisa macabra aún permanecía en sus rostros.
-No puedo creer que nunca te halla dicho nada- Dijo incrédula. Permanecí seria a pesar del nudo en mi estómago- ¿Quieres decirle tú?- Volteó hacía Peter.
-Si, ¿porque no? Después de todo soy su padre. Es mi responsabilidad- Se burló y yo solo quería tirarmele encima y ahorcarlo con las cadenas que amarraron a mis muñecas -Tus abuelos eran ricos... pero claro eso ya lo sabías- Dijo restandole importancia -Lo que no sabías era que ellos le dajaron todo ese dinero a tú madre y ella nunca nos dijo ni una palabra sobre esa herencia- No podía creer lo que ese imbécil me estaba diciendo.
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Protección de testigos.
De TodoUn aclaramiento de garganta me trajo de vuelta de mis pensamientos, y me di cuenta de que los policías ya estaban frente a mi. -Joven, ¿usted fue testigo del asesinato?- Preguntó el que, según su placa, era apellido Cardenas. -Si, ¿porque?- Contesté...