Prólogo

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- ¡Auch! - la primogenita Campbell se quejaba de lo agustado que se encontraba el corset de su vestido pues su madre queria que diera una imagen angelical pero atractiva y así terminara convirtiéndose en el diamante de la temporada. - ¿Tiene que estar tan apretado? ¿Es necesario madre? - preguntaba la joven mientras se sostenia en su hermana en busca se recuperar un poco de aire.

-Por su puesto que lo es, querida. Debes deslumbrar a la reina si quieres ser el diamante de la temporada... Tal y como lo fuí yo - le explicaba su madre mientras observaba como las damas de compania preparaban a su hija.

- Pero yo no quiero realmente - la interrumpió haciendo que la señora Campbell pusiera los ojos en blanco.

- Eso no interesa ahora. Con permiso, me voy a mi recamara a prepararme - seguido a esto se retiró dejando a sus hijas solas.

- Tranquila, no creo que vaya a ser tan terrible... ¡ Quizá encuentres el amor verdadero, se casen y tengan hijos!... tal como nuestros padres - Sabrina intentaba consolar a su hermana mayor con ese tinte de inocencia e ingenuedad que tanto la caracterizaba.

- Claro... y quizá hasta nos vamos en su corsel blanco... eso solo pasa en los cuentos, Sabrina - respondió sarcasticamente Audrey a su hermana. La amaba, en serio lo hacia, pero no podia dejar que siga viviendo en una ilusión por que una vez que consiguiera un marido seria el turno de ella y ahí descubriria que no todo era color de rosas. - A parte la historia de madre y padre tampoco fué así... en lo absoluto... - La cara de la menor mostro una mueca de tristeza y bajo la mirada como si de un perro regañado se tratara. Audrey suspiró. - No hagas eso... no bajes tu rostro y te pongas mal, eres lo más importante que tengo y no me gusta verte así... Es solo que temo que cuando te toque entrar al mercado conyugal la realidad te caiga como un golpe en seco... muy pocos matrimonios son basados en el amor. Los señor y señora Bridgerton fueron un claro ejempo que existen, por supuesto, pero no todos son así... en ese caso nuestros padres son la clara demostración... - dijo tomandola por el menton haciendo que la mirara.

Ambas hermanas se dieron un rapido abrazo y se dirigieron al salón de la entrada de la mansión ya que ambas estaban listas.
En el Salon se encontraba su padre hablando con el cochero de la familia, ambos hombres se voltearon a ver a las jovenes, el empleado se retiró rapidamente mientras que el padre de ambas les sonreia apreciando a sus queridas hijas.

- Padre, te ves muy bien - le dijo la mayor sonriendo.

- Tu tambien, Audrey. Ese vestido te hará destacar entre las debutantes... estoy seguro - alagó el duque de Cambridge miestras sonreia. - ¿Saben si su madre está lista? Si no llegaremos tarde - les preguntó a las muchachas volviendo su expresión más seria.

- No creo, estaba por la mitad cuando vino a ver como iba Audrey. Se la notaba algo histerica por cierto. - mencionó apuradamente la menor de los Campbell recibiendo un discreto codazo por parte de su hermana mayor.

- Para ella es muy importante que tu hermana finalmente se case... - Arthur intentó justificar a su esposa. A pesar de que su matrimonio no fué algo deseado por ambos sinó que fué por una conveniencia de ambas familias, Artur estimaba a la mujer con la que habia compartido sus últimos 20 años en sagrado matrimonio. Siempre se habian respetado y sido fiel, a parte se estaban eternamente agradecidos por la concepción de sus dos hijas, o sus dulces zafiros como les llamaba desde que habian nacido a pesar que ninguna de las mujercitas habian sacado los azules ojos de ambos esposos.

Como si la llamaran, Olivia apareció por la puerta que separaba al salon del pasillo - Bien, si todos estan listos podemos marchar... debemos impresionar a la reina - Olivia pasó por al lado de su familia sonriendoles entrelazando su brazo con el de Audrey.

Bridgerton (Simon Basset × oc!fem)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora