Under the rain

Hoy era el día, por fin se había animado a preguntarle a esa linda señorita que conoció en aquella fiesta a la que había entrado junto a sus amigos y sobrinos de contrabando, hoy sería el día en el que se armaría de valor y le pediría salir a una cita con el.

No es que estuviera seguro de que aceptaría, de hecho, luego de aquella desastrosa fiesta, no volvieron a verse, pero gracias a las tecnologías modernas de la actualidad, no perdieron el contacto y comenzaron a hablarse de vez en cuando que, al poco tiempo después, escalo a ser una costumbre el hablarse todos los días y gracias a eso, Donald comenzó a interesarse más de lo que ya lo hacía en la linda patita diseñadora.

Esos sentimientos le hicieron tener el valor y el coraje de esperarla a la salida de su trabajo, sorprendiéndola con una linda flor que, minutos antes, había sido un gran ramo de flores, pero, debido a su mala suerte, muchas situaciones raras le sucedieron de camino a su destino y, pese a que hizo hasta lo imposible por proteger aquel ramo, solo pudo rescatar esa delicada margarita.

-"¿Donald?, ¿qué haces aquí?" Preguntó la joven pata, sorprendida de encontrarse con su nuevo amigo.

-"ah... para ti algo, ¡traer!" Dijo estando muy nervioso, mostrándole la margarita que traía en su mano, entregándole la pequeña flor a la chica en sus manos, rozando sin querer sus dedos con los suyos.

-"Ah..." Exclamó Daisy al quedarse sin palabras "(¿sabrá acaso el significado de mi nombre?)" se preguntaban al mirar la linda margarita que yacía en su mano "Muchas gracias, es muy hermosa" agrego con una cálida y bella sonrisa.

-"Umm... Daisy" llamó a la chica luego de unos segundos de estar en silencio.

-"¿Si?" Respondió amablemente

-"¿Ti-Tienes algo que hacer el sábado?" Preguntó visiblemente nervioso, bajando la mirada al suelo mientras se rascaba detrás de la cabeza.

-"Umm" pensó por unos segundos "No, no lo creó" respondió para luego abrir sus ojos "(Un momento... ¿esta queriendo hacer, lo que pienso que esta querido hacer?)" Se preguntó a si misma en su mente, regresando su mirada a la pequeña margarita en su mano, quizás no era un ramo completo o la flor no era tan grande y brillante, pero aun así, tenía su encanto.

-"Oh, ¿enserio?, ¡eso es genial!" Gritó eufórico al saber esa información, arrepintiéndose al darse cuenta al intento de su error "Digo, huh... ¿no te gustaría hacer algo ese día?" Insinuó tímidamente.

-"¿Cómo que?" Preguntó Daisy con una sutil sonrisa dibujada en su pico.

-"Bueno... me preguntaba si tu... amm" otra vez se estaba comportando como un tonto adolescente enamorado, por más que ensayo esto en el espejo y que se arriesgó a que su hermana le tomara una fotografía para molestarlo en el futuro, seguía pareciendo un tonto "Si tú quisieras..." suspiro un poco y respiró hondo para tranquilizarse "¿Quisieras salir conmigo esa noche?" lo dijo, por fin lo dijo y esta vez no hay risa escandalosa de por medio, de hecho, no hay nada de ruido, ¿eso es bueno? o ¿acaso es mala señal?, ¿porqué ahora se estaba sintiendo tan avergonzado?.

Daisy estaba sorprendida, a pesar de que ya tenía las sospechas en su mente, seguía sin creer que aquello estuviera pasando. No la mal entiendan, le agradaba mucho Donald, era un pato de lo más interesante, amable, divertido, sensible y bueno con su familia, si, quizás no tenía un trabajo estable y padecía de ciertos problemas de ira, pero en el fondo ella sabia, no era un mal sujeto.

La chica le dedicó una de sus hermosas sonrisas, de esas que, desde el día de aquella fiesta, pensaba que era la sonrisa más hermosa que jamás había visto, sin temor a equivocarse, provocando que sus mejillas se tornara de un ligero color rojizo.