La alta sociedad, y mucho menos dentro de Londres, tiene mucho en juego. Especialmente para una joven, con la fortuna familiar de Ester Sloehigh completamente perdida, su mejor amiga considerada el 'diamante de la temporada' y una montaña alta de es...
Ester se despertó con la sensación de que algo revoloteaba contra su nuca. Sus ojos se abrieron y aunque su vista estaba nublada supo de inmediato que no estaba en su propia habitación. Había estado en esta habitación durante algunas noches para reconocer dónde dormía.
Al notar las cortinas oscuras y las sábanas más oscuras, supo que esta era la habitación de su esposo. Volviéndose hacia donde estaba el sentimiento emplumado, notó que Anthony estaba dormido, pero su cabello había estado rozando su cuello.
–¿A dónde vas tan temprano?– Su voz era felizmente más profunda ya que era de mañana y a Ester le gustó mucho esta vista temprano en la mañana.
–Estoy tratando de escapar de la habitación para poder prepararme para mi día–. Anthony la atrajo aún más cerca de donde sus pechos se tocaban entre otros apegos a sus cuerpos.
–Me atrevo a decir que no te irás hasta que yo lo ordene–. Los ojos de Ester se alzaron. –¿Oh, enserio?– Anthony le dedicó una sonrisa alegre y atacó sus labios con los suyos como lo había hecho horas antes.
–Debes dejar de agredirme con tus labios, ¡siento que se te caerán!–, chilló Ester en su cuello. Iba a disfrutar esto hasta el último momento posible.
–Eso, mi querida esposa, es precisamente lo que pretendo hacer. Después de todo, hemos estado casados por casi tres meses y eso es un tiempo perdido–. Ester chilló cuando Anthony comenzó a hacerle cosquillas debajo de los brazos, un lugar que encontró la noche anterior, leves mordidas de amor en toda el área, y decidió usarlo continuamente.
–¡Detente! ¡No!– Sin embargo, Anthony mantuvo su ataque de hacerle cosquillas a su esposa cuando de repente se detuvo.
–Ahora, ahora Ester. ¡Si vas a jugar sucio, entonces debería aumentar mis estrategias!– Sin embargo, antes de que los dos pudieran participar en más actividades maritales, sonó un golpe en la puerta.
El rostro de Ester se puso rojo al instante y Anthony gritó a la puerta.
–¿Quién es?– Gritó, riéndose de Ester, quien escondió su rostro con una almohada.
–Héctor, Su excelencia–. Anthony suspiró y le indicó que pasara. Sin embargo, tanto Ester como Anthony fueron recibidos con el gran dolor de otra copia de Lady Whistledown. El rostro de Héctor es una señal reveladora de que una vez más calumniaría al nombre Bridgerton.
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La reciente caída en desgracia de la señorita Marina Thompson sigue resonando en todos los salones de la ciudad. ¡Días después de que se revelara que su compromiso con Colin Bridgerton no era más que una farsa!
Por supuesto, la desgracia de una dama no sólo empaña su propio nombre. Al igual que los alquitranes del Támesis, también deja una horrible mancha en cualquiera que esté cerca. Si bien no hay sombrilla en el mundo lo suficientemente fuerte como para proteger a una mujer arruinada, la fallecida señorita Thompson solo puede esperar encontrar un refugio... en alguna parte.
