Innecesario

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Maya miró a su alrededor y tomó con más fuerza el brazo de Zatz.

Las chicas que los veían pasar le dedicaban una mirada coqueta al príncipe de cabellos blanquecinos, otras tantas se lamentaban, y algunas de las más atrevidas le mandaban besos.

"Bola de serpientes, actúan como si yo no estuviera aquí" Pensó con enojo. Zatz se giró para mirarla, topándose con esos fúricos ojos que hubieran asustado a cualquiera, excepto a él.

- ¿Qué sucede, Maya? - Preguntó.

- Nada, que voy a tener que ponerte un saco en la cabeza para que ninguna de esas niñas siga babeando por ti - Replicó.

- Ah, es por ellas - Contestó con naturalidad, casi soltando una pequeña risa. La castaña frunció aún más el ceño - Es algo a lo que me acostumbré, pero no me malinterpretes, ninguna me interesa en absoluto... - La mirada de Maya se ablandó. Zatz prosiguió - Recuerdo que mi padre solía contarme maravillas sobre mi madre, y una de ellas era que se había fijado en él sin darle importancia a su aspecto. Decía que ella veía en su interior y lo conocía mejor que nadie.

- Eso es algo muy lindo - Murmuró Maya, con una sonrisa.

- Él sabía que todas tenían sus ojos puestos en mí. Aún recuerdo cuando me dijo "No te dejes llevar por eso. Busca a una chica que sea ciega para el exterior, y vidente para lo interior. Esa será la indicada para ti" - Hizo una pequeña pausa, ambos se detuvieron - Ahora sé que tú eres esa chica. Maya, la más valiente, leal, y hermosa. La única que me comprende, que me escucha y que me acepta.

Ella se quedó conmovida por sus palabras - Y tú eres el indicado para mí, Zatz - Los dos se miraron de frente, la morena tomó las manos de él entre las suyas - Tú... no me viste como una simple víctima para sacrificar, me viste a mí, quien soy realmente, y nunca me abandonaste a pesar de todo - Puso una mano en la mejilla del peliblanco, cuya nívea piel se enrojeció en el acto - Te amo Zatz.

- Te amo, Maya.

Ambos compartieron un beso, presenciado por el sol mientras estaba en su cenit. Al separarse, siguieron caminado tomados de las manos e ignorando por completo las miradas de furia y decepción de algunas chicas detrás de ellos. A Maya ya no le importaban, pues ahora comprendía que sus celos eran completamente innecesarios.

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Innecesario | Maya y Los TresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora