(Cap.2 - Parte V)

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—¿Y cuándo dejaras de fumar?

—El día en que los vea comiendo tacos, como dos enamorados—. Respondió Joey, riéndose.

—Estás invitado entonces....

—¡Genial...! Tacos gratis...—. Acabando su cigarrillo —Me pregunto. ¿Cómo pagaras?

—¿Sabes? Tengo dinero reunido. Tampoco es para tanto—. Respondió Arthur, mostrando una sonrisa.

—¿Qué dinero reunido? Solo tenemos con lo que ganamos en las apuestas—. Con un rostro insatisfecho.

—Conseguí un trabajo en negro. No es mucho, pero es más de lo que ganamos en ese bar.

—¿Es en serio? La idea era comenzar desde cero, y no meternos en problemas. Es por eso que nos mudamos a esta ciudad. ¿No? —. Aclaro Joey pensativo.

—Estoy cansado de ser rechazado en cada entrevista de trabajo. Siempre con un ¡No! Además, recuerdo esos momentos de adrenalina—. Con la mirada al cielo.

—¿Han pasado cuánto? ¿tres años?

—Cuatro. Ya no se mucho de ellos...— Recordándolos.

— Cada quien tomo caminos distintos

—¿Crees que las decisiones  son intencionales, o tienen un propósito? —. Pregunto Arthur anhelado.

—tú mismo te respondiste—. Sonrió. —La intención que quieras darle a tu vida, te definirá por tus decisiones—. Continuo mientras sacaba otro cigarrillo. 

— Entonces ¿tu propósito es morir a temprana edad?

—¿Por qué dices eso? —. Pregunto Joey, frunciendo el ceño.

— Los cigarrillos son tu buena decisión—. Entre risas.

—¡Muy gracioso! —. Dijo, encendiéndolo.

Haber pasado horas, la noche llego, varias personas salieron del museo.

—¿Ves a Rise? —. Pregunto Arthur, detallando a cada persona que salía del lugar.

—No. Quizás siga dentro. Esperemos unos cuantos minutos.

—Creo que están cerrando la puerta—. Sin desviar la mirada. —Por eso lo digo.

Larry, había terminado de acomodar cantidades exageradas de folletos turísticos en el vestíbulo. Varios golpes a través de la puerta de cristal lo interrumpieron.

—¿Los puedo ayudar? —. Pregunto Larry, acercándose a la puerta.

—¡Buenas noches! Mi amiga aún está dentro—. Respondió Arthur, alzando la voz.

—Lo siento, hace poco se inspecciono todo el lugar, no hay nadie.

—De seguro se fue, y no nos dimos cuenta...—. Comento Joey.

—¡Será! —. Pensó Arthur en voz baja.

—¿Nos deja pasar? Larry—. Pregunto Arthur, leyendo el certifico del vigilante.

—He... lo siento, eso no será posible. Está cerrado—. Respondió, apuntando hacia atrás con su dedo pulgar el gran reloj.

—Quizás este en la casa—. Comento Joey. Desalojando el lugar.

—¡Muchas gracias! —. Exclamo Arthur. Marchándose igual.

Larry, continúo acomodando los folletos. Tras terminar, volvió a escuchar la puerta tocar.

Los Alquímicos: INICIOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora