EVAN
Lo miro directamente a los ojos mientras yo mismo me hago esa pregunta. Quiero que las heridas dejen de doler, esa es la verdad. Y estar con ella aligera de vez en cuando la sensación de vacío, pero solo porque veo a Lexa, no a Liz.
—Solo busco cuidarla como no pude hacer con Lexa —digo firmemente y no es del todo mentira.
—Así que estás buscando a Lexa en ella —sí, eso es lo más acertado, pero en vez de aceptarlo digo algo obvio.
—Son muy distintas.
—¡Exacto! Lo que me lleva a preguntarme si comienzas a formular una idea errónea de Lexa a través de Liz, para perderte en la fantasía —no digo nada y el silencio se alarga hasta que Jacobo vuelve a hablar —. Tienes que enfocarte en la realidad Evan. Lexa ya no está y Liz jamás podrá ser ella. Hay asuntos importantes que te necesitan aquí, en el mundo real aunque eso sea doloroso.
Una ira corre por mis venas y me doy cuenta que todo este odio que siento crecer dentro de mí solo es resultado del dolor que está haciendo lo posible por salir a flote, pero aunque las palabras de Jacobo me duelan, son reales. Asiento.
—No la dejaremos sola —promete al fin —. Pero tienes que dejar a un lado todo esto Evan y centrarte aquí —dice señalando el suelo.
—¡Así será! —digo para finalizar la plática. Paso a su lado sin dejarlo decir algo más. Me dirijo a la habitación para descansar pero no tengo ganas de estar con mi equipo, en especial con Liz, así que termino durmiendo en el suelo frío de la cochera.
Me despierto a las 13:00 horas pero no me levanto, observo el techo blanco y por un momento mi mente se queda igual, pero basta con que sea consciente de ello para que los pensamientos retomen sus rutas y me maldigo.
Durante las horas siguientes tengo a la vista a Liz pero evito hablarle, estar cerca de ella o que se dé cuenta de que la observo. En realidad me mantengo alejado de todos. No pretendo lastimar a nadie pero me parece que es la mejor manera de regresar todo a su normalidad.
Me he ablandado. Pero eso no es de ahora, sino desde que conocí a Lexa, aunque con ella era distinto, no tenía miedo a mostrarle mis debilidades, ahora me siento estúpido haciéndolo. <<Soy patético>>
Para las 16:00 horas se llega nuestro turno de lavar y bañarnos. Yo tomo mi ropa y la llevo a la casa asignada donde Isabel y Liz ya se encuentran dividiendo el jabón que nos corresponde a cada uno. Liz se acerca a mí y me hace entrega de mi porción.
—¡Aquí tienes! Espero te hayan enseñado a lavar —dice al tiempo que se ríe, pero yo solo asiento una vez en señal de agradecimiento y me alejo. No sé de dónde sacaron todo pero hay cuatro botes de plástico y dos palos de madera con lo que parece ser la parte superior de una botella en uno de los extremos amarrada. Desde dos metros de distancia veo como Alan les explica la forma de usarlo, que consiste en poner agua en el bote, agregar el jabón y con el artefacto del palo y parte de la botella sumergir la ropa cuanto nos parezca necesario y dar golpecitos. Permito que las chicas, Jacobo y Emmanuel lo hagan primero y cuando han terminado me quedo yo solo lavando mi ropa mientras el resto de mi equipo se turnan para darse un baño en el sanitario de la casa. El agua de mi ropa se pinta rápidamente de un color rosado por la sangre del cuerpo de mi madre y la mía. Comienzo a ejercer movimientos cada vez más fuerte hasta que soy consciente que alguien podría verme y me rehúso a dejar que me vuelvan a ver vulnerable, además la herida del brazo comienza a latirme. Recupero el control y tiro el agua diciéndole adiós a los últimos restos físicos de mi madre. Enjuago la ropa y decido ponerla a secar sobre la camioneta.
Soy el último en darme un baño con agua más fría que tibia, pero aún y con eso el baño me ha caído muy bien. Para la hora de la cena tomo un pedazo de carne seca, una manzana y una naranja. Sé muy bien cómo limpiar mis heridas, así que voy por lo que necesito y comienzo a hacerlo yo solo, procurando no ver a Liz cuando pasa a mi lado en dirección a la habitación.
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PROTOTIPO CR-6: LIBERACIÓN
Ciencia FicciónTras abandonar a Lexa y a Hana en la Ciudad, y con la muerte del Capitán Covarrubias y el General Johnson; Evan y Jacobo quedan devastados, siendo su única esperanza para recuperarlas, el confiar en lo desconocido; que junto con su dolor y sed de ve...