Capitulo O8.

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Día 185.



En una semana seria Halloween, y en la escuela en la que estaba enseñando, se les había ocurrido a los profesores juntarse en una especie de reunión, todos disfrazados y tomar algo y hablar.

Me daba un poco de vergüenza ir solo, así que le había preguntado a Mikey si quería ir conmigo, pero este se negó rotundamente, explicando que iba a salir con su novia a una fiesta que realizaban unos compañeros de él.

Después de eso, me disculpe diciendo que no iba a poder ir, ya que ir solo (lo más seguro es que todos iban a ir con sus parejas, hijos o familiares) no era algo que me gustara, a penas conocía a algunas personas, y digamos que nunca me fue bien en eso de hacer relaciones sociales.

Es más, yo estaba seguro que me habían invitado por cortesía, no porque realmente les importara, y corrobore mi hipótesis al recibir un mensaje que decía "está bien, no hay problema".

Si realmente les importara mi presencia, me dirían que vaya igual.

En fin, no es como que eso me llegara a deprimir o algo por el estilo, estaba feliz, me sentía una persona mejor, estaba a 24 kilos de llegar a la operación, y la verdad, no quería arruinar todo lo que había logrado en estos meses por una noche.

Ya había cometido mi primero error, no lo iba a volver a hacer.

- Gee... - me dijo Mikey, quien recién entraba a la cocina, donde yo me encontraba preparando lo que era mi tercer café – ¿quieres ir a la fiesta de Halloween? – me pregunto con una sonrisa, por lo que levante una ceja.





Día 191.


Después de seis días de soportar a mi hermano, todos los días diciéndome que lo acompañe, que vaya con él, que Alicia le había pedido que fuera, que todos querían ver cómo había cambiado físicamente, y muchas idioteces más, termine aceptando.

- Genial – dijo mi hermano con una gran sonrisa, mientras sacaba su celular y marcaba a un número – Hola... ¿Frank? – pregunto y yo abrí mis ojos sorprendido, ¿estaba hablando del mismo Frank que yo pensaba? No podía ser, me le quede mirando y este sonrió de lado. ¿De dónde mierda había sacado el número de Frank? – si... mira, te llamaba para invitarte a una fiesta de Halloween mañana, ¿quieres ir? – le pregunto con una gran sonrisa y luego abrió su boca sorprendido – oh... no sabía, perdona... si, está bien, que lo pases bien, pero igual, cualquier cosa, puedes venir, después te mando la dirección por mensaje, si... nos vemos, chau – dijo y corto, yo lo seguía mirando sorprendido y este sonrió divertido – Frank me dio su número la otra vez – explico.

- ¿Qué dijo? – pregunte, un poco emocionado y nervioso.

- Que mañana era su cumpleaños, así que iba a estar en Belleville con su familia festejándolo, pero dijo que tal vez iba a venir – dijo con una pequeña sonrisa y mis ojos se abrieron sorprendidos – bueno, voy a lo de Alicia a contarle que vas, nos vemos hermano – dijo con una sonrisa, se dio la vuelta y se fue dejándome parado en la cocina, con mi taza de café en manos y mis ojos abiertos, al igual que mi boca.

Mañana era el cumpleaños de Frank y yo no lo sabía, mi hermano tenía el número de Frank, número que ni yo tenía, y tampoco lo sabía.

Y sentí como si tuviera celos, pero negué con la cabeza, sacando esas ideas de mi cabeza.





Día 192.





Ya era de noche, me había bañado (y fue genial poder hacerlo solo) y ahora me estaba probando el traje que me había traído mi hermano para la noche, era un disfraz de pirata.

No me fascinaba la idea de ir de pirata, debo admitirlo, pero se veía divertido el sombrero y el parche, el parche era lo que más me gustaba, ya que tenía una pequeña calavera que se me hacía un poco graciosa.

Pero... oh, grande fue mi sorpresa al ponerme la camisa con el chaleco negro, y los pantalones negros, con los borcegos y el cinto rojo... me veía, realmente bien, y ahí, me di cuenta cuanto había bajado de peso, había descubierto que tenía cuello y me veía bien, realmente bien.

Y no fui el único en notarlo.

- Gerard, cariño... - dijo mi madre muy emocionada al verme – con ropa de tu talle se nota más aun lo que has bajado, te ves hermoso – dijo mi madre y no pude evitar sonrojarme al escucharla decir eso.


Mikey también se sorprendió al verme y me sonrió emocionado, él llevaba puesto unos jeans rotos, una bolsa en cada uno de sus pies y una remera vieja que estaba rota por todos lados.

- ¿De que estas disfrazado? – le pregunto y mire a mi madre quien negó con la cabeza.

- Yo le quise comprar algo, pero me dijo que ya tenía disfraz – dijo y yo volví a mirar a mi hermano, quien sonreía de lado.

- Todavía no está terminado – dijo, mientras abría la puerta de mi casa, se iba hasta donde había un poco de tierra y se ensuciaba, el rostro y la ropa, volvió hacia donde estábamos nosotros - listo... soy un vagabundo – dijo con una sonrisa y mi mama y yo suspiramos y negamos al mismo tiempo, mientras mi hermano se reía.

Nos despedimos de mi madre y tomamos un taxi.

Cuando llegamos a la casa, esta se encontraba un poco llena, pero seguro se debía al hecho de que todavía era temprano, cuando entramos a esta, apareció Alicia, la novia de mi hermano, quien al verlo, suspiro, ella tenía puesto un vestido negro largo con una peluca, supongo que era Morticia de los locos Adams.

- Mikey... ¿de verdad? ¿Vagabundo? – pregunto, mientras se masajeaba la sien.

- Dijimos lo mismo – dije y Alicia me quedo mirando y luego sus ojos se abrieron sorprendida y me sonrió.

- Estas súper delgado Gerard, felicitaciones – me dijo con una enorme sonrisa Alicia y me puse rojo nuevamente.


Nos quedamos hablando un rato, y poco a poco la casa se comenzó a llenar.

Estaba nervioso ya que no conocía a nadie, y como mi hermano y su novia se habían ido a Dios sabrá que, me fui caminando hacia uno de los sillones y me senté mirando a las personas que pasaban, de repente una chica de cabellos negros, hasta los hombros y con un pequeño flequillo se me acerco.

Tenía puesto una galera, una camisa blanca con pantalones blancos, unos tirantes negros y borcegos, sumándole a un bastón de madera (estaba disfrazada de la naranja mecánica).


- ¿Gerard? – Me pregunto y yo me le quede mirando confundido - ¿vos sos el hermano de Mikey? – Me pregunto nuevamente y asentí un poco nervioso – wuouw... has bajado un montón de peso – me dijo y me sonrió emocionada, pero yo la seguía mirando confundido.

- No quiero sonar grosero, pero ¿Quién sos? – le pregunte y ella se rio ante mi pregunta, por lo que levante una ceja.

- Ah... perdón, no me presente – dijo contenta – me llamo Eliza y mi apellido es Cuts, soy amiga de Mikey... ¿puedo sentarme? – me pregunto y asentí un poco nervioso.

- Disculpa, pero no te conozco... - le dije, cuando se sentó al lado mío.

- Es que las pocas veces que fui a tu casa, siempre estabas mirando televisión y nunca me prestaste atención – dijo divertida y yo asentí, mientras sentí un poco de vergüenza.

Estuvimos hablando un montón con aquella chica y la pase bastante bien, hasta que se fue con sus amigas, pero antes de irse me pasó su número de celular, diciéndome que le había caído bien y que algún día deberíamos salir.

Yo asentí, ya que me pareció una buena persona y luego quede nuevamente solo.

No sé en qué momento la música comenzó a resonar en toda la casa, en que momento los vasos de alcohol iban paseando de mano en mano y mucho menos en que momento el olor del cigarrillo con el humo de la marihuana se mezclaban en el aire haciendo que la estadía allí adentro se sintiera insoportable, sumándole el hecho de que cada vez había más personas y el calor se estaba tornando insoportable.

Aparte de eso, la mesa dulce me estaba llamando y no quería caer en la tentación, por lo que salí afuera de la casa, para tomar un poco de aire fresco.

Me apoye contra una de las paredes de la parte de enfrente de la casa y saque mi celular para ver la hora. Las 3 de la madrugada.

Miraba a todas las personas que pasaban, a todos los autos que estacionaban cerca, esperando ver a Frank salir de uno de ellos, pero en ningún momento eso paso.

Entristecí un poco, me hubiera gustado que Frank viniera, pero por lo menos conocí a Eliza, quien parecía ser una gran persona.




Día 2O9.



Habíamos salido con Eliza el día anterior, era una persona muy graciosa, me conto que estaba estudiando para ser estilista y que por eso siempre cambiaba su color de cabello cada tanto, justamente, ahora me iba a contar que se lo iba a teñir de un color blanco.

Me conto que a veces le costaba conseguir personas que se dejaran teñirse o cortarse el pelo, ya que las personas se apegaban mucho a sus looks, y tenían miedo de un gran cambio.

Por lo que habíamos quedado que cuando volviera a las clases, ya que ahora estaban de vacaciones, uno, porque estaban remodelando el instituto y dos, porque faltaba un mes para las fiestas, así que decidieron empezar antes las vacaciones.

Hoy Eliza vino a casa, y mi madre se emocionó un montón al ver a una chica en mi casa, pero se había confundido, para mi Eliza eran una amiga, y yo sabía que ella sentía lo mismo por mí, pero en fin, hoy vino a casa y me corto el pelo, ya que me pasaba los hombros.

Me hizo un flequillo al costado y me entresaco, mientras que la parte más larga llegaba a lo sumo a mi cuello.





Día 246.





Noche buena... hoy vinieron todos mis familiares, no paraban de alagarme por todo los kilos que había perdido, y yo estaba feliz, tan feliz.

La nutricionista me había dicho que en las fiestas me podía dar el gusto no seguir la dieta tal cual debería, pero que no me excediera, pero lo realmente sorprendente, es que ya no sentía la necesidad de comer tantas cosas como antes.

Es como que cada vez que tenía hambre tomaba un café, entonces ahora había agarrado la costumbre de tomar café todo el tiempo, y gracias a eso, a la vez, ya no me costaba seguir la dieta.

Ya eran las 00:00, Navidad, y mi hermano me había regalado ropa, ropa que era más pequeña de la que usaba en realidad, y cuando lo mire confundido, él me sonrió y me dijo "para cuando se cumpla el año hermano".

No pude evitar que las lágrimas cayeran de mis ojos y lo abrace de la emoción.




Día 254.





1ro de enero, año nuevo.

Habíamos pasado el día anterior entre nosotros nomas (mi hermano y mamá), era extraño no estar rodeados de toda la familia, que se encargaban de contar anécdotas vergonzosas de cada uno de sus hijos, sobrinos y hasta nietos.

Hoy me había levantado un tanto triste, mi mamá se había ido con su familia a comer y mi hermano a la casa de su novia, por lo que estaba solo.

Me puse a dar vueltas por la casa con mi taza de café, mientras escuchaba música fuerte, aprovechando que estaba solo (ya que mi madre, si poníamos The Misfits, Social Distortion o Ramones, enloquecía y me gritaba a todo pulmón que quitara esa música).

Iba caminando, y de repente, sentí como una especie de vacío adentro mío, sentía que algo me faltaba, me sentía mal.

Recordé a mi padre, y no pude evitar llorar.



Día 27O.





Había tomado el vuelo a California, Los Ángeles, y cuando llegue al Instituto de Sanidad y Salud, adentro me esperaba Frank con una enorme sonrisa y al verme sus ojos se abrieron, al igual que su boca, me sonroje y seguí caminando hasta llegar a donde estaba él.

Pero cuando faltaban unos metros, Frank corrió y me abrazo con fuerza, lo que casi hace que me caiga al suelo.

- Gerard, no lo puedo creer... - me dijo con una enorme sonrisa, mientras me agarraba el rostro con ambas manos – estas, wuouw, increíblemente diferente – y tras escuchar eso, me sentí realmente bien y me reí nervioso – hasta te cortaste el cabello, me encanta... estas hermoso – y cuando escuche que dijo eso, mis ojos se abrieron sorprendido y Frank me soltó el rostro.

- Gracias... - le dije, mientras agachaba la cabeza y sonreía nervioso, escuche la risa de Frank y me sonroje inevitablemente.

- Vamos a pesarte Gerard – me dijo y cuando levante mi rostro, Frank ya estaba de espalda, caminando hacia el pasillo, asentí y lo seguí emocionado.

Entramos a una habitación y al ver una báscula normal en el suelo, mis ojos se abrieron sorprendidos y lo mire a Frank, quien solo me sonreía.

- Si Gerard, ya no necesitas una industrial – me dijo con su enorme sonrisa, asentí con mi cabeza y me subí a la báscula. Y Dios, era eterna la espera, quería saber, quería ver el fruto de estos nueves meses, y cuando vi la cara de Frank me puse nervioso, yo sabía que había bajado mucho, lo sabía, solo quería ver la cara que ponía Frank, pero al ver que no tenía expresión de nada, me sentí triste.

- ¿Y? – le pregunte triste, yo sabía que me había ido bien, lo que me puso mal, fue ver que Frank no estaba feliz por mí.

- Gerard... pesas – se quedó callado, dejo el indicador de peso sobre la mesa y se acercó a mí, yo lo quede mirando curioso, y Frank agarro mi rostro con ambas manos y me sonrió – 81 kilos... perdiste 23 kilos – y tras decir eso, junto nuestras frentes – y yo sé que sos más que apto para la operación Gee... - me susurro y sentí un fuerte calor en el pecho, Frank me miró fijamente y movió su rostro, por lo que me acerque a él y le di un beso en la comisura de los labios – Gerard... - susurro, y yo me separe de el abruptamente y completamente agitado.

¿Yo lo había hecho?

- Gracias... por todo, Frank... - susurre, nervioso, sin saber en realidad que decir, Frank se acercó a mí y me acaricio la cabeza.

- Todavía falta para que me agradezcas, ahora vamos a ver al médico – me dijo con una sonrisa, por lo que asentí con mi rostro y lo seguí nervioso.

Al visitar al médico me dijo que era más que candidato para la operación y me dijo que en dos días me iban a preparar todo y me iban a operar.

Mire a Frank emocionado y él me sonrió, mientras acaricio mi mano, por debajo de la mesa, por lo que el médico no nos vio. Pero yo no pude evitar sonrojarme. Y al sentir sus dedos sobre mi mano, gire la misma, agarrando su mano y entrelazando nuestros dedos, apretándolos con fuerza, por los nervios y la emoción.

En dos días me iban a operar, en dos días iba a perder la piel que sobresalía de mi cuerpo, en dos días iba a ser como todos los demás, en dos días, por fin, iba a sentir que había logrado algo en mi vida, algo que de verdad era sobresaliente.

Iba a sentir que las 6 horas diarias de ejercicios habían servido, tanto sufrimiento había dado sus frutos.

Kilo a Kilo - FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora