Capitulo 12.

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"Sigurd se disfraza con las ropas de Gunnar, ya que Brunilda solo se casará con quien pueda derrotarla en combate singular. El joven la despierta con un beso en la mejilla, detalle que algunos señalan como metafórico, sosteniendo que aquel beso fue, en realidad, un roce con el filo de su espada; y se entrelazan en un combate feroz.

Sigurd vence. Brunilda se entrega mansamente a su destino, pero antes de volver deben pasar la noche en la cueva, ya que una fuerte tormenta golpea los flancos de Hindarfjall. Yacen juntos, pero Sigurd coloca su espada entre ambos, para que sus cuerpos no se toquen. Él se mantiene fiel a su promesa al rey; pero Brunilda, encandilada por la fuerza del joven, intenta acariciarlo y se corta un dedo con la espada, cuya manufactura era tan perfecta que su punta era tan diminuta y afilada como la punta de un alfiler."

~





El jueves, me levante temprano como nunca, mire la cama de mi hermano donde dormía con la boca abierta y una mancha de baba seca en la comisura de sus labios, me reí, tratando de no hacer mucho ruido, y me levante de mi cama.

Fui al baño, me cepille los dientes, me lave la cara y cuando volví a entrar a mi cuarto mi hermano se estaba despertando.

- Qué raro – bostezo - ya despierto... - susurro mi hermano, rascándose la cabeza, pero con los ojos aun cerrados.

- Supongo que me acosté temprano – le conteste, agarrando un pantalón y sacándome el de dormir para ponerme el de jean.

- Ayer cuando llegue no estabas y cuando volví de ir a la plaza con Frank, Alicia y Jamia – cuando dijo su nombre sentí un fuerte dolor en el pecho –ya estabas acá, pero durmiendo.

- ¿Y? – le pregunte, sentándome en la cama y poniéndome las medias para después calzarme.

- Gerard... - me llamo mi hermano, por lo que levante mi cabeza, mirándolo, él se encontraba sentado en la cama , aun tapado – nada, olvídalo... - me dijo mi hermano, dándose la vuelta en la cama, quedando hecho un bollo.

- Como sea... - le conteste, levantándome de la cama ya calzado, agarrando mi mochila que estaba en el suelo, colgándomela en mi hombro derecho.




*




Cuando entre al instituto, en la puerta pude ver a Frank hablando con Bert.

Sentí que el corazón buscaba libertad, se aceleró en mi pecho, latiendo con tanta fuerza cuando lo vi, y sentí la vergüenza invadirme.

Pensé en dar la vuelta y esperar para entrar, cuando ya no estuvieran en mi campo de visión, pero antes de que me diera la vuelta Bert me vio y levanto su mano, saludándome.

Suspire, frustrado y camine mirando mis zapatillas hasta que llegue a donde estaban, sin levantar mi cabeza.

- Estas vivo amigo, pensé que te habías perdido – me dijo Bert, golpeándome en la espalda, por lo que me sonroje un poco más.

- Estaba cansado y dormí todo el día... - le dije en un susurro, levante mi cabeza y Frank me miraba con su típica sonrisa, lo que logro que me tranquilizara y a la vez, algo dentro mío se sintió doler, me sentí triste.

- Hola moreno – me saludo Frank, con aquella sonrisa.

- Hola... - le respondí, un poco sorprendido, mire a Bert quien nos quedó mirando confundido – emm... ¿podemos hablar? – le pregunte a Frank, por lo que él arqueo una ceja.

- Pensé que ya lo estábamos haciendo – me dijo, inclinando su cabeza a un costado, confundido y me dieron unas increíbles ganas de pegarle.

- A solas – dije, apretando los dientes y fulminando con mi mirada a Bert, quien levanto sus manos en inocencia.

No te enamores - FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora