Lo siento

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— No quiero esto.

Jimin miró a su padre desde el lado contrario de la mesa, en una guerra secreta sin vacilaciones o detenimientos para reconsiderar decisiones que llevaban años frente ellos. Todo a lo que más le temían ya había sido dicho, y ahora todos frenaban la lengua en seco.

— No tienes que decidir tan rápido, Jiminnie —, su madre, de quien Jimin se había olvidado seguía ahí, le dijo con cejas preocupadas al momento de tomarlo de la mano, él la miró — todo fue bueno allá, nos dijo Huh que no te quejaste de nada y que los maestros son profesionales y que la escuela...

— No te desgastes Chaewon —. El padre de Jimin bufó, haciendo que su mujer soltara a Jimin de inmediato y se reprimiera en la cabecera de la mesa — Si está seguro de eso —, miró a su hijo quien asintió — no hay nada más que podamos hacer por él.

— Sigue sin ser justo.

— Chaewon —. El señor Park corrigió, pero la madre de Jimin no vaciló en voltear a ver a su hijo.

— ¿Por qué? ¿Eh Jiminie? Tu padre ha hecho todo por ti, quiere que tengas el mejor destino en el camino que escogiste, ¿Por qué entonces no quieres entender? ¿Tanto nos odias?

— No, mamá...

— Jiminie, es muy difícil ser alguien en la industria sin ayuda, casi imposible. Todos quisieran que su padre pudiera hacer esto por ellos, entonces ¿por qué no aceptas la oferta de Park? — Jimin miró los ojos de su madre, que aun después de treinta años seguía llamando a su padre por apellido sin una pizca de emoción en su voz por una decisión que nunca acogió dentro de sí.

— Él no está conmigo —. Jimin le dijo, su padre suspiró — Dice que me ayudará, pero solo me quiere lejos, me quiere lejos para que nadie pueda hablar mal de él. Para que nadie diga que el hijo de Park es un bailarín gay.

Jimin vio como su madre tragó saliva y se alejó, su padre se le quedo mirando desafiante. Esto era demasiado.

— De todas maneras, será como siempre: diré que no tengo hijo —. El padre de Jimin dijo, Jimin sonrió de lado.

— Yo no, padre —. La expresión en el rostro del señor Park se suavizó en confusión — No porque vaya a manchar tu nombre a propósito, sino porque simplemente me gustaría respetarte.

— Ese es tu problema —. Recibió como respuesta, Jimin volvió a sonreír.

— Sí, sé que tu no lo harás...pero al menos, para que no haya ningún rencor —, Jimin sacó de su bolsillo dos pedazos de papel decorados, dos boletos para la presentación cultural nacional, dos boletos para verlo. Los puso sobre la mesa y los extendió a su madre — pueden ir a verme una última vez.

Su padre no dijo nada, no pudo. Jimin entonces se levantó en calma, lo más maduro que le permitió el pecho mientras seguía mirando a su padre con pena, sabiendo que lo odiaba porque él mismo había sido como él, porque no conocía otra vida además de haberse casado con la asistente de su abuelo embarazada, que seguir los pasos para criarlo a él y tal vez algún día ver en él reflejados sus sueños.

Pero Jimin no era como él. 

Besó a su madre en la cabeza antes de ir a su habitación, sacar la maleta negra y guardar lo más que pudo antes de salir. Su padre ya no estaba en la mesa, solo su madre, llorando sobre sus palmas. Jimin tuvo ganas de llevársela consigo, pero no encontró fuerza; además ella tampoco podría.


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Cercanos - JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora