Capítulo 21

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New Orleans, un día después

El griterío aumentaba. Un jaleo impropio de una mañana corriente en la casa la despertó de su sueño reparador. No recordaba nada de la noche anterior, estaba como aturdida por el brusco despertar. La puerta de su habitación se abrió de repente, y sus hijos entraron corriendo en la estancia y se echaron sobre ella alborozados.

—Despierta, mamá —chilló Pearl —. Tío Caleb está al llegar. El abuelo ha ido a recoger a los tíos y a los primos al puerto.

Y mientras su hermano se unía a los gritos alborozados y la hacían reír a ella, empezaron a botar con las rodillas sobre el colchón provocando en su madre nuevas carcajadas.

—Sois dos verdaderos trastos —anunció ella y sin ni siquiera pensar en lo que hacía, se incorporó y comenzó a hacer cosquillas a sus hijos.

Los tumbó sobre el colchón y cosquilleaba a cada uno con una mano. Las risas de los niños aumentaron en intensidad mientras se unían a la refriega intentando hacer cosquillas a la madre. Piper cayó de espaldas cuando el peso de su primogénito hijo Alex la derribó. El pelo se soltó de su cinta y se extendió sobre el colchón. La bata con la que se había quedado dormida de madrugada se deslizó por su hombro pero no reveló gran cosa de su Anatomía.

Pearl cogió un pie descalzo de su madre y comenzó a hacerle cosquillas. Mientras ella trataba de mantener firmemente agarrado a su otro hijo que no paraba de darle besos húmedos en el cuello. Cualquiera que la viese en ese momento pensaría que se había vuelto loca. Encerró entre sus brazos a su hijo Alex. Bendito fuera, era como tratar de lidiar con un toro bravo. Y el otro no le iba a la zaga. No parecían tener cuatro años, parecían tener al menos ocho.

—Pero bueno, ¿qué pasa aquí? —rugió una voz profunda—, ¿ya no se baja a saludar a las visitas?

Los niños levantaron la cabeza, y al ver al hombre alto y rubio que estaba de pie con los pies separados y las manos en las caderas en el umbral de la habitación, se olvidaron de su madre, y en su prisa por ir al encuentro del recién llegado, la pisotearon y magullaron. Un pie de Pearl se apoyó en su vientre haciendo que un quejido brotara de los labios de la mujer y una mano de Alex encontró asidero en la cara de su madre.

—Gracias a Dios —murmuró la joven intentando encontrar la compostura cuando los niños por fin saltaron de la cama—. Pero creo que necesito un médico.

Caleb se inclinó y agarró a sus dos sobrinos que se lanzaron hacia él como dos caballos desbocados. Y mientras él dedicaba toda su atención a esos dos pequeños demonios otros dos chicos entraron en tromba y se lanzaron a la carrera hacia la joven, que de rodillas y con las manos en el colchón, intentaba incorporarse.

—Tía —chillaron los dos críos.

Y entre risas de adultos y niños Piper se vio derribada nuevamente sobre el colchón por un niño de tres años y una chiquilla de cuatro y medio.

—Mamá va a darnos otro hermanito, tía Piper —anunció la chiquilla con júbilo—. Se ha pasado todo el viaje vomitando sobre la barandilla del barco.

—Ha sido asqueroso —comentó el niño.

Y en ese momento, Victoria entró en la habitación con un bebé en brazos. Su tercer hijo, que apenas si había cumplido un año. Desde luego su hermano no perdía el tiempo con su mujer. Ya iban por el cuarto.

Las dos mujeres fijaron la vista en los ojos de la otra y la compresión fluyó entre ambas. Las lágrimas afloraron a los ojos de las dos cuñadas, y, sin mediar palabra ,Victoria entregó a su hijo pequeño a su marido y Piper se deshizo de sus sobrinos. Gateó sobre el colchón, se incorporó y con las lágrimas corriéndole por el rostro abrazó a la que consideraba su hermana.

🔱 MY LADY 🔱 G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora