Epílogo | Trascendental

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«Un año después...»


Las luces de colores están dejándome vagamente ciego; hace seis meses atrás, Ailey vino a mí con la horrible noticia de su compromiso y, a regañadientes, tuve que aceptar el hecho de que iba a separarme de mi hija muy pronto.

Una sonrisa se instala en mis labios cuando la observo reír mientras baila con quien ya es su esposo, debo admitir que, aunque Kean no era de mi agrado al principio, ahora siento que no hay alguien mejor que él para hacer feliz a Ailey.

—¿Daría todo lo que tengo para saber lo que estás pensando? —habla Victoria, mi hermana.

—No estoy pensando en nada —respondo.

—Brax, ¿alguna vez imaginaste algo así? —pregunta, señalando con un gesto de su cabeza hacia donde se encuentra Ailey.

—Jamás —digo, con sinceridad—. En años anteriores, ni siquiera pensaba en tener hijos y, mira lo que resultó.

—Papá y mamá lograron ocultarla muy bien. Me duele que nuestro padre no esté con nosotros hoy, pero sé que él está feliz allá donde se encuentra.

—Cada día intento muy duro salir adelante, su partida me dejó al borde del abismo.

—¿Por qué no intentas darte un poco de tiempo para disfrutar de las cosas que te gustan?

—Es lo que hago. Después de dejar que Colm se hiciera cargo del proyecto de las becas, me enfoqué en otra de mis pasiones.

—Cierto. Algo he escuchado acerca del tipo que canta en los parques. ¿Mamá lo sabe?

—Nadie lo sabe, ni siquiera Ailey y, siendo honesto, voy a dejar de hacerlo.

—¿Por qué?

—Me iré de viaje por un año, Colm se está haciendo cargo de las becas, pero yo necesito también centrar mi atención en ése proyecto, así que me iré un tiempo a Australia y después a Inglaterra.

—Bueno, me alegro por ti, sabes que siempre serás bienvenido en África.

—Tengo intención de ir a visitarte, así que espérame el próximo año.

En cuanto la música termina, Ailey llega a donde me encuentro y sin darme tiempo a nada, me toma de la mano y me dirige al centro de la pista de baile.

A pesar de haber sido una boda pequeña, quise darle lo mejor, porque todo... absolutamente todo lo que tengo y poseo le pertenecerá a ella y lo único que busco ahora es hacerla feliz, aunque en un principio, el tema de la boda y los gastos nos hicieron enfadarnos a causa de que ella no quería recibir mi ayuda económica, finalmente, mi madre la hizo entrar en razón y es por eso que ahorita podemos disfrutar de una bonita celebración.

—Cuándo era niña, soñaba con éste momento y ahora que estás aquí conmigo bailando el vals de padre e hija, no soy capaz de controlar mis emociones —comenta, mirándome fijamente—. Gracias... por ésta fiesta. Gracias por quererme tanto, papá.

—No cariño, gracias a ti por llegar a mi vida y hacerme el hombre más feliz y afortunado del mundo.

—Sabes, para que yo pueda ser completamente feliz, me gustaría poder celebrar tu boda con una mujer que te merezca y te ame profundamente.

—Bueno, me temo que eso no sucederá, porque ya tengo a una mujer especial en mi vida... una a la que le he entregado mi corazón por completo y esa mujer eres tú, cariño.

—Nunca digas nunca, papá... quién sabe, a lo mejor el destino te tiene preparada a alguien especial.

—Entonces que se la quede —bromeo.

ARTEMISA©  | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora