Capítulo 1

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Si en serio les interesa lo que estoy por compartirles asumo que antes querrían saber algunos datos sobre mí: Donde nací, si sufrí algún abuso cuando era niño, si fui un marginado en mi infancia y esas chorradas sin importancia. La gente no podía creer que Isaac y yo hiciésemos aquello y trataban de buscar una explicación escarbando como un perro hambriento en nuestras infancias. Pero en fin, eso es un coñazo. No creo que cuando salga de aquí vaya a contar mi autobiografía con pelos y señales. Sólo hablarles de una cosa muy loca que me ocurrió el año pasado durante mi último curso en Graceland, antes de que me internaran en este lugar sin la compañía de Isaac a espera de nuestro juicio. A Patrik no le he contado más y eso que es mi hermano mayor y el único que se dignó a visitarme en cuanto supo la noticia. Él es sensible y seguramente no querrá saber nada del jucio. Quizás esto le haga más fuerte, siempre fue autoritario conmigo pero también muy compasivo y agradable. Un apasionado que deseaba hacer bellas artes en la universidad y que por presión de mis padres, sobretodo de mi madre, fue a estudiar económicas y derecho. Mi madre es una prestigiosa abogada: estricta, seria y amargada, como cualquier abogado, si no nos hubiese tenido pensaría que esa especie de gente ni folla. Ella fue la responsable de contratar a una institutriz que me tuvo pegado todo el día a la silla estudiando, es por eso que durante toda mi estancia en la escuela mis calificaciones eran perfectas, excelentes, en serio, de encuadrarlas para exibirlas a las visitas con orgullo. Cuando ella se fue mis calificaciones siguieron siendo buenas pero ya no sobresalí, no es que me volviese más tonto ni nada de eso simplemente no le dediqué todo el tiempo que requerían para la excelencia. Realmente detesto estudiar, amo el conocimiento pero odio el estudio, es así. Prefiero bajar puntos y tener más tiempo para socializar.

Empezaré por el día que comencé mi último curso en Graceland, que es un internado católico que hay en Dublín, Irlanda. Habrán oído hablar de él seguro. Es el lugar donde todos los pijos con pasta, incluidos mis padres, mandan a sus hijos para hacerles "hombres de provecho". Mi padre estudió en él antes de ser el gran concertista de piano que es hoy en día, aquel que ha tocado hasta para la mismísima reina de Inglaterra. Mis padres creo que se deben aburrir de tanto dinero que tienen. Mi hermano mayor también estudió allí antes de cursar su odiosa carrera. Yo he estudiado allí y seguramente mi hermano pequeño, William, también lo hará. Mi hermana menor, Cory, se librará de ese lugar ya que no admiten a niñas aunque irá de cabeza a Castle Muller.

Graceland tiene fama de ser excelente, un internado para niños ricos con una estricta y dura educación católica. Pero a mi sólo me interesaba la enorme pista de padel que tenía, su extensa biblioteca donde pasaba bastante tiempo y mis escapadas para emborracharme junto a mis amigos, como ven se verle el atractivo hasta al mismo infierno.

Era lunes y habíamos comenzado el curso lo que significaba que ese día por la noche iríamos a beber, ya saben eso de ahogar las penas en alcohol, se que lo han hecho, niégenmelo. Después de una misa nocturna que se celebraba posterior a la cena a los alumnos se nos dejaba unos 20 minutos de arreglo de uniforme y útiles escolares antes de ir a la cama. Las normas como imagináis eran duras e inflexibles, si te pillaban rompiéndolas en varias ocasiones el castigo era la expulsión. Eso era una deshonra para los padres supongo.

Ese día Saul, Josh y yo como de costumbre veníamos haciendo el año pasado nos escabullimos de nuestras habitaciones, ellos dos compartían habitación y yo no tenía asignado a un compañero todavía así que la primera parte de la escapada era sencilla puesto que no podíamos despertar a nadie para que diese la voz de alarma, siempre había pelotas dispuestos a hacerlo aunque luego los profesores los tratasen con desdén igualmente. Cillian Brandy era el peor de todos, un empollón arrogante sin amigos que le encantaba lamerle las bolas al director. Nos escabullimos hacia el sótano, donde se guardan los utensiles del laboratorio para la clase de química. Bajamos rápidamente las escaleras procurando hacer el menor ruido posible, abriendo la puerta que nos dirigía a él. Las pisadas de Josh, que estaba bastante gordo, nos pusieron nerviosos a Saul y a mi, pero nada se comparó a cuando su voluminoso cuerpo chocó contra una de las pequeñas mesas de maderas y ambos corrimos desesperados a parar los erlenmeyers y probetas tambaleándose por la masa corporal de nuestro "gran" amigo. Nos quedamos en silencio por unos largos segundos agudizando nuestro sentido auditivo para ver si captabamos pisadas, por suerte no ocurrió nada.

La solitaria tumba de Graceland Donde viven las historias. Descúbrelo ahora