Capítulo XL. Edimburgo.

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El viernes por la tarde, Nam, Jin y Hobi fueron a despedir a Jimin y Taehyung al aeropuerto. Jungkook y Yoongi les habían invitado a cenar un día antes y los cuatro pasaron un rato agradable con Ni-Na en los brazos de Taehyung. La charla con su padre fue el tema principal entre Jungkook y Taehyung mientras Yoongi y Jimin iban a cambiar a la niña el pañal, dónde también aprovecharon para que Yoongi terminara de darle instrucciones a Jimin sobre qué iba a decir en la reunión por la cual iban a Edimburgo.

Taehyung le contó todo a Jungkook en voz baja y apresuradamente, algunas veces sentía cómo las lágrimas quebraban su voz ante el recuerdo de lo que dijo su padre pero intentaba no pensar tanto en eso, porque no se sentía capaz de dejar ir a sus pensamientos por ese camino.

Pero Jungkook sí que estaba listo para ir por ahí.

—Y acabó en que debo decirle a Jimin todo lo más pronto posible —concluyó Taehyung con sus hombros caídos y ojos pesados de lágrimas no derramadas.

Jungkook suspiró, entendiendo el dilema de su mejor amigo y no sabiendo exactamente cómo ayudarlo. Para él era muy fácil la solución: decirle la verdad a Jimin, todo, por completo y sin temor. Pero entendía el por qué Taehyung no quería hacerlo.

Conocía a Taehyung mejor que él mismo, habían sido amigos desde el primer momento y tenían un lazo más allá de amistad, eran hermanos del alma, como almas gemelas. Ambos se entendían mejor que nadie, excepto Hobi, sabían sus peores momentos, los mejores, los secretos más terribles y oscuros de sus épocas más oscuras.

Podía decirle a Taehyung que todo estaría bien si le decía la verdad a Jimin, pero no estaba tan seguro de eso, no por la reacción de Jimin, que no lo creía capaz de enojarse por la darse que los padres de Taehyung crearon, sino porque aunque él pensaba que Jimin estaba completamente enamorado también de Taehyung, no lo sabía a ciencia cierta.

—Creo —empezó Jungkook con lentitud, casi con temor— que tu papá tiene razón. Antes que digas nada —se apresuró a añadir—, técnicamente es lo más inteligente de hacer. Decirle la verdad, por completo, te ayudaría mucho a no sentirte tan estresado y asustado. Porque si yo, que solamente te he tenido una hora en mi hogar, puedo ver qué estás mal, él sabe que algo no está bien. No sé qué tan buena idea sea mantenerlo en secreto o no comunicarlo para tu propio bien y el de él.

Taehyung miró hacia su izquierda, dónde estaban las escaleras, asegurándose que los Alfas siguieran en el cuarto de Ni-na.

—Lo sé —aceptó Taehyung, derrotado.

— ¿De verdad?

—Hey, soy testarudo pero hasta yo sé cuándo es suficiente. Y —miró hacia sus manos juntas, temblorosas—, también admito que tengo la pequeña esperanza de que mis sentimientos sean correspondidos.

Jungkook tomó aire con fuerza y apretó la mano de su amigo hasta volverla blanca para evitar gritar y atraer la atención de sus Alfas. Taehyung igual aguantó las ganas de gritar de dolor por el apretón de su amigo pero se desquitó al morderle un hombro, haciendo que soltara su mano al fin.

—Primero, auch —se quejó Jungkook, sobándose el hombro—. Segundo... wow. Jamás pensé que llegaría este momento.

—Cállate, me costó un montón aceptar esto y aún lo dudo algunas veces, ¿okay?

Jungkook hizo un ademán con sus dedos sobre su boca, fingiendo que tenía un cierre y la cerraba con un candado. Taehyung rodó los ojos ante la infantilidad del gesto pero agradeció internamente que su amigo estuviera haciendo todo más fácil y relajado de lo que se sentía.

Miró de nuevo hacia las escaleras y suspiró al verla vacía.

—Voy a decirle la verdad a Jimin en Edimburgo. No estoy seguro aún de cuándo, porque tenemos una agenda complicada pero haré un espacio para nosotros.

A (Un) Married StoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora