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Sus manos temblaban mientras sostenía el aparato móvil en una de estas, sus palmas sudaban y sus ojos no dejaban de ver la imagen en la pantalla, sus dedos quedaron duros y sin movimiento alguno. Se había metido a la cuenta de Sunghoon solo por curiosidad, pero como siempre dicen, la curiosidad siempre mata al gato.

Se sentía estúpido, ¿Por qué se ponía triste por una simple publicación? Pero de igual manera no dejaba de verla, sus ojos estaban clavados en Sunghoon y en tanto que le gustaría poder ser él, no tener miedo a ser tocado e incluso abrazado

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Se sentía estúpido, ¿Por qué se ponía triste por una simple publicación? Pero de igual manera no dejaba de verla, sus ojos estaban clavados en Sunghoon y en tanto que le gustaría poder ser él, no tener miedo a ser tocado e incluso abrazado. Soltó un suspiro ligero y simplemente apagó su celular para después guardarlo en su bolsillo, miró por la ventana de su cuarto y apoyó sus dos brazos en la encimera que este tenía, pues aunque no le guste el exterior por todos los gérmenes contaminantes que tenía, le gustaba admirar la naturaleza ya que esta lo relajaba y estimulaba sus pensamientos, dudas e incluso a tomar sus decisiones.

Pero una vez más, las palabras de Sunghoon se repetían en su cabeza una, otra y otra vez, tanto que hasta se imaginó ser ese chico platinado introvertido con los demás pero extrovertido con sus amigos, que se anima a chocar los cinco, abrazar y besar sin miedo a algún tipo de gérmenes, inclusivo poder abrazar a Jake o acostarse en una misma cama. Ese sentimiento de tristeza sin solución inundaba su mente y aprisionaba a su corazón, sentía como nada tendría solución en su vida y que nada mejoraría.

Mentiría si dijera que nunca se imaginó su vida en el futuro, si tuviera pareja e incluso una familia con esta, deseaba tanto poder armar una a la cual amar y educar, sabía que podía llegar a ser un gran padre en el futuro, claro si es que su fobia no lo carcomia. Miró a los pájaros sobre unos cables en los postes de luz, ambos estaban juntos y eran inseparables, frotaban sus cuerpecitos entre sí, quizás para darse una calidez inexplicable o para demostrarse cuanto amor se tienen.
Y por un momento, deseó poder ser uno de ellos, no tienen preocupaciones devastadoras y no les importa nada más que proteger a los suyos.

— ¿En qué tanto piensas? —Jiyeon entró a la habitación de su hijo con una bandeja en manos—

— Mamá, ¿Alguna vez deseaste ser alguien más?

La mujer lo miró extrañada, pero asintió recibiendo la mayor atención del menor.

— Claro, cuando era adolescente deseaba tanto ser uno de mis compañeros de clase.

— ¿Un chico? ¿Deseabas ser uno?

— Algo así, no creas que todo este tiempo me identifiqué como uno, sino que yo quería ser él por las cosas que tenía y lo envidiaba demasiado. —dijo antes de poner aquella bandeja con comida en la pequeña mesa de Heeseung—

— ¿Envidia? ¿Qué cosas tenía?

Jiyeon suspiró antes de pensar bien sus palabras y miró a su hijo con una sonrisa.

— Él tenía algo que yo siempre anhelaba y sigo anhelando, antes ese algo era mío pero él me lo arrebató de las manos como si nada y destruyó toda mi felicidad.

No me toques, Shim  ||  JakeHeeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora