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De todas las instalaciones con las que contaba el Villa, la única que, a juicio de Darío, valía la pena visitar, era aquel Snack-bar con barra pulida de madera negra, que se encontraba justo al extremo izquierdo de la piscina, ya que...si bien, no tenía todavía la edad acertada para beber, no podía negarse que en aquel lugar podían llegarse a encontrase las mejores "vistas" de todo el hotel.

Y es que justo, el otro lado de aquella piscina irregular, había sido reservado para crear una especie de ranchón donde las personas pudieran sentarse a disfrutar de aquella área, sin tener que exponerse, tanto al sol, como a las miradas indiscretas.

De modo que sí... precisamente en aquel contexto fue donde Darío volvió a encontrarse a aquella pequeña chica de piel dorada y cabello negro e igual que la primera vez, no pudo evitar el dedicarse, al menos unos segundos, en admirarla desde lejos, más, sin embargo, la escena que vio no llegó a gustarle en lo absoluto, sobre todo porque había acabado de corroborar todos y cada uno de los puntos que, en su momento, había llegado a suponer de ella.

Porque sí... si bien aquella chica, a la luz de las farolas había llegado a impactarle más de lo que hubiera podido esperar, ahora, en plena luz del sol y con aquel corto y femenino vestido blanco, realmente le parecía la cosa más hermosa que había visto en toda su vida; lo que por supuesto, venía además a demostrar que no había manera de que él, a sus 16 años pudiera entrar en su liga.

Aunque... si era sincero consigo mismo lo que más le había chocado era el hecho de haber podido comprobar (de primera mano, además), que la chica, no solo no estaba sola en aquel hotel, sino que, además, tal y como había temido, realmente tenía una figura masculina velando por ella.

Figura que, de hecho, parecía hacerla inmensamente feliz. – pensó, no sin cierta amargura.

Esto, teniendo en cuenta por supuesto, la forma en que ambos reían totalmente ajenos del resto del mundo, a tal punto que finalmente, decidió que lo mejor sería darse la vuelta y pedir (tal cual había sido su objetivo inicial al venir allí), una bebida ligera con agua de coco mientras que, en su mente, intentaba ignorar aquella incomodidad que parecía haberse aferrado con uñas y dientes a él.

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-A ver Ella, ven acá...

Así que ese es su nombre- pensó, cambiando de postura nuevamente, solo para ver como aquel chico la abrazaba posesivamente por la cintura mientras caminaban hacia la piscina.

- Mira el agua, si es que hasta puedo oírla diciendo tu nombre, es más si yo fuera esa piscina estaría realmente resentido contigo por preferir ese aburrido jardín que tienes por escondite, por encima de mí

-Uff, valla con el rey del drama-viró los ojos en blanco, para luego, en cambio sonreír ante la respuesta de Ella, quien, sin tener como saberlo, se había sumado unos cuantos puntos más con respecto a él , solo el hecho de haber seguido con su propia línea de pensamiento.

-Número 1, Tremendo actor que se le ha perdido a Hollywood., y número 2, con mi jardín no te metas ¿ok?

-Ok, no me meto con tu edén escondido nunca más ¡te lo juro! -

El beso que le precedió a aquellas palabras hizo que Darío, por su parte llegara a cuestionarse incluso, aquella repentina tendencia suya al masoquismo, sobre todo teniendo en cuenta que (aun sabiendo que sería lo mejor para él) no fue capaz de desconectar de aquella escena de cuyo desenlace, en cambio, no le quedaba la más mínima duda.

Porque sí- ¡había que ser demasiado ingenuo para no darse cuenta de cuál sería el final de aquella especie de obra de teatro!

O...tal vez, -suspiró dándose por vencido- Ella simplemente estaba demasiado encandilada con aquel chico como para ser capaz de ver más allá de él.

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_ Ellos no están juntos.

_ ¿Qué? -se giró hacia aquel hombre sexagenario que, a juzgar por la forma en la que estaba apoyado a la barra, no podía ser otro sino el bar tender.

-Ese chico de ahí- apuntó con la barbilla mientras recogía los vasos vacíos-Su novia es la otra muchacha.

Bueno- pensó- Ya no le quedaban dudas de que su interés por la tal Ella, era más que evidente- Era eso o...simplemente, había hablado en voz alta- porque de no ser así, no tenía como explicarse el hecho de que aquel hombre, hubiera dado justo en el clavo sobre todo teniendo en cuenta que ella, además, no era la única chica bonita que había en aquel lugar.

-Mira-lo hizo girarse justo en el momento en que, efectivamente, aquel chico salía al encuentro de la otra muchacha para luego besarla en los labios- Tal vez sea su amigo, su hermano, su cuñado o... ya Dios sabrá, pero salta a la vista que esos dos son cualquier cosa menos pareja.

- ¿Y eso que tiene que ver conmigo?

_ Tiene que ver lo suficiente como para que no hallas despegado la vista de ella en la última media hora, por lo menos -lo miró suspicaz mientras pulía uno de los vasos- Pero... si dices que no, ya tú sabrás chico, yo no soy nadie para sacarte de tu error.

_En realidad es la segunda vez que la veo, no es como si pensara en tener algo con ella ni nada por el estilo-se encogió de hombros intentado sonar lo más casual posible.

_ Pues si fuera yo, desde el primer día que la ví hubiera hecho de todo por conocerla. -volvió a lustrar la barra (como si fuera posible sacarle más brillo)- Aunque, créeme, no te juzgo, puedo asegurarte que desde que esa chica llegó, no hay hombre joven o mayor que no se haya dado cuenta de su presencia y, sin embargo, que yo sepa nadie, se ha atrevido a acercarse a ella.

_ Incluso a usted, ¿no? -la amargura en su voz no pasó desapercibida para ninguno de los dos.

_Tú mismo la has visto chico, pero soy un hombre mayor y puedo asegurarte que quiero con toda el alma a mi mujer, aun así eso no me limita a reconocer la belleza allí donde se encuentre-le extendió el recibo de su trago-Esa chica de ahí es posiblemente lo más bello que ha pasado por este lugar.

Y...como si todavía necesitara corroborarlo se giró ligeramente, solo para darse cuenta de que no solo a él le causaba interés ver la forma en que Ella se envolvía en aquella manta que (gracias a Dios) sus amigos le habían alcanzado.

-No hay forma en que yo pueda competir por ella-dijo más para sí que para su propio interlocutor.

- Sin embargo, eso no es lo más importante chico, lo que importa en este caso, es si realmente te sientes listo para estar con alguien como ella.

En aquel momento, Darío hubiera querido rebatir esas palabras, así como también le habría gustado poder asegurarle que en efecto, sí que estaba listo (para eso y más), o en cambio ....hubiera querido enumerarle todas las razones por las que ella no estaba a su alcance, sin embargo sabía que aquel señor regordete, con el pelo surcado en canas y los ojos ya curtidos por los años, tenía la razón, sobre todo porque no había dicho nada que realmente él mismo, al menos inconscientemente, no hubiera considerado antes, así que, sin detenerse en ver cuánto en realidad había pagado o qué había pasado con Ella después de salir de la piscina, optó simplemente por dar las gracias y salir de allí.

A tal punto que...solo el bar tender, con aquella enigmática sonrisa suya, llegó ser testigo de la forma en que Ella (que había ido a pedir unos tragos), se había detenido al verlo marchar como si de algún modo, lo hubiera reconocido.

solo el bar tender, con aquella enigmática sonrisa suya, llegó ser testigo de la forma en que Ella (que había ido a pedir unos tragos), se había detenido al verlo marchar como si de algún modo, lo hubiera reconocido

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A Cinco Años de TÍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora