GATO: Deséalo y perderás [+18] ✔️ (COMPLETA)

T R E I N T A Y C U A T R O | A N T E S D E T O D O

«Solo quería que saliera de allí y no le ocurriese absolutamente nada. Y haría lo que fuera por ello»

Rhys.

Me encontraba en la soledad de mi piso, preparando todo lo que necesitaba para aquella noche tan desastrosa que se avecinaba.

Mis manos temblaban de tan solo pensarlo y mi corazón no paraba de acelerarse, ni siquiera los ejercicios de relajación me servían en ese momento.

Necesitaba la tranquilidad de saber que tanto Rhys, como Afrodita y Serpiente estarían bien, como todas las víctimas que se encontraban bajo el mando de Magnus y aquella jefa suprema. Pero sabía que esa noche correría sangre, aunque odiase imaginármelo.

Tragué saliva costosamente mientras preparaba mi arma para aquella noche y estar preparada para cualquier cosa, por no hablar de mi collar por si lo necesitaba en cualquier momento, pero sabía que, si las cosas se ponían feas, la policía entraría sin importar nada más.

Fue ahí cuando mi móvil empezó a sonar y me imaginé, sin mirarlo, que sería mi compañero Cronos por el simple motivo para preparar lo de esa noche. Cuando me acerqué a responder, era él, por lo que contesté sin hacerle esperar.

—Cronos, ¿qué ocurre? Estoy preparando todo para la pelea de esta noche.

Se escuchaba bastantes personas a su alrededor y, por lo que parecía, no tenía que ser buenas noticias por algunas palabras que escuchaba de ello.

—Tienes que venir a la comisaría urgentemente, Alisa.

—¿Por qué? ¿Tienes alguna novedad? —cuestioné notando como mis latidos cada vez eran mucho más rápidos que hacía unos minutos.

Carlo suspiró, tomándose unos segundos antes de decirme;

—Si. Han encontrado muerto al capitán Anderson en su despacho.

🥊

Llegué a la comisaría rápidamente, encontrándome con más policías de lo normal en el lugar. Tuve que sacar mi placa varias veces para poder entrar al lugar del crimen y, al llegar, me encontré fuera del despacho del capitán a mi compañero Carlo, quien me esperaba con el mismo rostro de desesperación que tenía yo en ese mismo momento.

—Alisa, ven.

Me acerqué a mi compañero, entrando con él en la escena del crimen, dentro del despacho del capitán y encontrándome con una imagen completamente desagradable.

Nuestro capitán se encontraba sentado en su sillón, maniatado, lleno de sangre y con claros signos de tortura. Sus dedos estaban quemados, completamente negros y sangrientos, mientras que, a la vez, le faltaban 2 dedos que se lo habían arrancado y podía verse el hueso saliente de ellos. Eran claros signos de tortura, con heridas en el rostro, cortes y una bala en la cabeza, siendo eso último lo que debió de quitarle la vida.