- Nos vemos mañana, linda. -dice mi mejor amigo Brandon cuando nos detenemos frente a mi residencia.
- Claro. Adiós. Cuídate. -digo y me alejo de él.
- Buenas noches, señorita Martin. -dice el señor García. Él es el que cuida de la seguridad de la residencia en dónde vivimos los estudiantes de periodismo.
- Buenas noches, señor García. -le sonrío en gesto amable y camino hacía el elevador. Mi pequeña guarida -mi habitación. -queda en el piso 14 así que apoyo mi espalda contra el vidrio y enciendo mi celular. Cuando voy a desbloquearlo las puertas del elevador se abren y noto que he llegado a mi destino. Salgo del elevador y camino por el pasillo que me conduce hacía mi guarida.
- 465, 466, y 467. -digo para mí en voz alta contando los número de las puertas para encontrar la mía. 467. Entro y enciendo las luces. Todo está como lo dejé. Todo vuelto un desastre. La verdad estudiar periodismo no me deja mucho tiempo libre como para organizar mi habitación. Agradezco que vivo sola, y no con mis padres.
Dejo caer mi mochila y suena el golpe de mis libros contra el suelo. No sé como soy capaz de llevar todo eso en mi espalda. Después me dicen que no hago ejercicio, idiotas. Me tumbo en mi cómoda cama, y cojo mi computadora. La enciendo y comienzo con todos los deberes que tengo.
Llevo más de dos horas intentando hacer este estúpido ensayo. Ojala no le den rico a esa profesora esta noche. Miro la hora en mi computadora y me encuentro con que son las dos de la mañana. ¿Cuándo pasó tanto tiempo? Apago la computadora y la dejo sobre mi mesa de noche. Decido levantarme de la cama, ya que aún llevo la ropa puesta, y prefiero dormir con pijama. Me decido por una de básica blanca con conejitos negros estampados, y unos shorts blancos con líneas horizontales negras. Lo sé, de lo más normal. Voy al baño y me cepillo los dientes. Muero de hambre, pero, a esta hora la cafetería está cerrada. Acostumbro a coger comida extra para cuando tengo que acostarme tarde, pero, esta vez se me olvidó.
Vuelvo a mi cama y descanso. Consideraré cambiar de postura para hacer los deberes.
Extraño la escuela. Fueron épocas increíbles. No fui popular, ni porrista, ni nada de esa vida perfecta que se crean en las novelas sobre la chica popular, con su novio perfecto. Ni una de esas que su vida es un asco y es la víctima social. Yo simplemente iba a la escuela como cualquier otra chica, con amigos normales -si se les puede decir así.-
Reviso mi celular. Tengo un mensaje de mamá. Seguramente me lo envió cuando estaba ocupada. Lo responderé mañana. Seguramente está dormida. Mi celular comienza a vibrar. Es ella. Decido responder. Espero que no se ponga histérica.
Después de media hora de reproches de mi madre por no contestarle el mensaje al fin logro colgar y dejar mi celular sobre la cama. Cierro los ojos con la intensión de dormir. A mi mente vienen unas imágenes de un chico rubio. Es muy guapo. De repente comienza a llorar. Llora desesperado, como si estuviera viendo algo espantoso. Grita. Grita muy fuerte. En sus ojos se ve el miedo que siente. De repente siento mis manos mojadas. Están llenas de sangre. Lo miro de nuevo y esta vez noto que las mangas de su súeter están empapadas de sangre. Siento miedo. Mucho miedo.
Abro mis ojos. Mi corazón está acelerado. Mi respiración está agitada. Mis manos sudan. Miro mi celular y son las 3:01 am.
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||Demons||
Teen FictionSu vida era muy normal hasta ahora. Estudiaba en una excelente universidad. Sus notas eran excelentes. Tenía una buena vida social. Era amiga de casi todo el mundo. Algo así como la vida perfecta. Pero... su vida tendrá un cambio de 180° cuando sus...