V: Piscis & Virgo, pt. 5

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Equipo

En un instante, JiSung se sintió preocupado.

¿Nadie había necesitado de él en todo el día?

Sabía que no. ChangBin apenas le había dirigido la palabra mientras que Chan lo había ignorado por completo; no sabía lo que había hecho para ofenderlos de esa forma, pero si ninguno de los dos necesitaba de él, ¿qué le importaba a JiSung?

Por supuesto que nadie necesitaba de él, y eso no le importaba. ¿La duda era realmente pertinente? Estaba con MinHo en la cama, con él leyendo un manga mientras que MinHo dormitaba a su lado, ¿era relevante sus problemas?

Entonces, ¿por qué JiSung sentía su corazón intranquilo?

Dejó su celular sobre su mesa de noche y se sentó en la cama. Pudo ver la radio, pero de esta no salía alguna canción que JiSung conociera- lo cual era raro, ya que la radio paraíso usualmente pasaba sus canciones favoritas; él no conocía Tatto de Jukjae, pero un pensamiento rápido atravesó su mente de que ese estilo de música era aquel que a SeungMin le gustaba.

De toda forma, JiSung no podía ver a MinHo sin pensar en la radio. Tenerlo dormitado a su lado después de un largo día estando juntos no le hacía más que sentir intoxicado y desesperado por tener un rato de soledad, aun cuando estar con MinHo equivalía a estar solo.

Y aun así, con la construcción de su relación en el pasado, ver a MinHo equivalía escuchar su canción favorita en la radio.

«Por dios —pensó JiSung con orgullo, mientras se levantaba y se vestía—, lo amo demasiado».

Era agobiante, pero estaba ahí. Era real y le encantaba eso. JiSung se sentía en las nubes al notar que solamente debía de ser su mejor amigo quien le hacía sentir la compensación de la perdida de un amigo, familia y amante.

«Lo amo tanto», porque rellenaba esos huecos vacíos que él no creía merecer.

Palmeó la cabeza de Soonie, dormido a los pies de la cama, y se encaminó hacia su ventana para abrirla, cruzarla, y bajar hacia la primera planta de la casa de MinHo para hacerse algo de comer.

En la cocina, saludó a Dori acicalándose en el sofá. Abrió el refrigerador, revisó con cautela algo que pudiese zacear su hambre, y la idea de robar en el 7-eleven le pareció tentadora.

Cerró la puerta del refrigerador, y giró sobre su hombro. La vuelta que dio era demasiado pequeña comparado con el campo de visión que poseía.

JiSung frunció sus cejas.

«¿Bromeas?»

Levantó su mano hacia su cara. Notó gracias al tacto que su párpado seguía caído, pero se vio la mano subir y chocar con su cara. JiSung no entendía nada.

Una idea radical se posó en su cabeza, y bajó su mano hacia su muslo- dicho muslo que fue mordido días atrás. Le parecía curioso que sus heridas sanaran de buena forma cuando fue mascado casi de forma caníbal por Moonie; tampoco conocía específicamente cómo es que funcionaba la magia de JeongIn y su contención de membrana con las heridas. Lo único que JiSung sí era capaz de apostar era que, el cómo se estaban resolviendo las cosas, era mejor de lo que él creía merecer.

Se apoyó en la isla de la cocina, y tamborileó sus dedos sobre el mesón.

Él podría ir a 7-eleven a robar algo.

«Nah, esto solamente lo pienso porque no me he tomado mis ansiolíticos», se negó con tranquilidad, e hizo el amago intento de regresar al refrigerador.

Menú de Dios [#2]; Stray KidsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora