Capítulo I: El ayer no son más que recuerdos.

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Fue directamente al establo para dejar a su corcel en el espacio correspondiente, le dejó agua, comida y por último, lo acarició, susurrando un "buen trabajo".

Tomó una de las lámparas que se encontraban por ahí y contando con la suerte de siempre cargar con un encendedor, prendió un vivo fuego capaz de guiarlo directo a casa.

Probablemente había abierto las puertas frente a él con más fuerza de la necesaria con el objetivo de desquitar su aún creciente ira, no obstante, definitivamente no era su preocupación principal.

Una vez puso un sólo pie en el salón sintió cómo todas las miradas se posaron sobre sí mismo, sus caras reflejando un alivio inigualable.

Era un hecho que la situación actual de Koraseru definitivamente no era la mejor, más sin embargo, poder ver al heredero en buenas condiciones les hacía tener un rayo de esperanza inevitable con una gran fe para que las cosas mejoraran.

No pudieron contener sus aplausos ni mucho menos sus palabras de aliento, una pizca de alegría asomándose por el lugar al saber que aquella repentina guerra había terminado.

— ¡Príncipe Aoyagi! — Sus dos sirvientes más personales junto con la joven Shiraishi casi se abalanzan sobre él cuando lo vieron llegar a salvo.

— Nos alegra tanto que esté bien.— Sonrió Kohane de forma sincera.

— Será mejor que vaya a descansar, su alteza. Ha sido un día muy agotador.— Señaló el muchacho Kamishiro.

— Muchísimas gracias por todo lo que hicieron por el pueblo hoy, por favor, siéntanse orgullosos de sí mismos al ser un servicio tan maravilloso.— Su voz resonó por todo el palacio dirigida especialmente a la servidumbre que le había dado tan cálida bienvenida. Intentó darles una sonrisa pero en cambio, su expresión se parecía más a una mueca. Agachó la cabeza y parpadeó varias veces consecutivas, no quería soltarse a llorar ahí mismo, mucho menos frente a toda esa gente que gentilmente había depositado su fe en él.— ¿Podrían acompañarme a mi alcoba, por favor? — Esta vez utilizó un tono muchísimo más bajo con la intención de que solamente los tres jóvenes junto a él pudieran escucharlo, asintieron al unísono ante su petición y lo siguieron escaleras arriba.

Soltaron un "Con su permiso" al mismo tiempo antes de pasar por la puerta que claramente daba a la habitación del Príncipe, quién se las arregló para llegar a su gran ventanal y apreciar las estrellas.

— Ustedes saben lo que ha pasado ¿No es así? — Les comentó aún sin voltearse para verlos. Ellos , por su parte intercambiaron miradas preocupantes y bajaron la mirada.

— Lo sentimos mucho, Príncipe Aoyagi.— La de apellido Shiraishi le mostró sus condolencias.

— No es culpa suya, es sólo que...— Tragó saliva a duras penas sin poder continuar.

— Sabe que estamos para usted, su alteza.— Ahora era el turno de Rui de intentar mejorar el estado de ánimo del heredero, aunque claro está que eso era imposible, hace unas pocas horas acababa de enterarse de la muerte de sus padres.

— De verdad aprecio mucho lo que hacen por mí, en serio...— Finalmente reunió las fuerzas para retener su dolor y tristeza convertido en finas gotas de agua resbalándose por sus mejillas.— Son las únicas personas en las que puedo confiar.— Se sinceró, tomando las manos de sus fieles súbditos.

— Muchísimas gracias, Príncipe. Somos tan dichosos al poder escucharlo decir eso, más aún sabiendo el valor que contienen sus palabras.— Rui le agradeció mientras que Kohane asentía. No pudieron evitar sentirse halagados, era cierto que en todos los años que llevaban conociendo al joven jamás les había dicho algo como eso.

snowlight - akitoya.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora