Capítulo 11-Hazel

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[...]

Desperté antes que Aaron. Desperté con él a su lado, con su mano entrelazada con la mía, y su brazo en mi hombro. Me levanté cuidadosamente y le miré. Estaba guapísimo durmiendo.

Relájate, Hazel, lo conoces desde hace relativamente poco.

Me levanté de la cama y me dirigí al vestidor. Saqué un vestido morado uva bastante informal. La falda del vestido tenía un leve toque de vuelo y eso me favorecía. Me coloqué también unos tacones altos y preciosos. Me hice un moño alto con pelo suelto por detrás.

Me gustaba mucho hacerme ese peinado cuando era pequeña.

Me maquillé sin exagerar mucho y salí del vestidor.

Salí y, como si le hubiera despertado yo, me encontré a Aaron sentado en la cama, recién levantado. Su cabello revuelto y su cara de dormido, a diferencia de otras personas, le hacían atractivo.

─ Buenos días.

─ ¿A dónde vas?

La voz ronca ─ más aún ─ de Aaron sonaba sobre el silencio que reinaba.

─ Voy a ir a ver a mi madre.

─ Vaya...

─ ¿Ocurre algo?

─ Quería invitarte a un lugar. Tan solo para intentar congeniar contigo, no quiero que hayan más problemas con esto del compromiso y eso.

─ Vaya ─ no sabía que decir, no me lo esperaba en absoluto ─De verdad, lo siento, hice planes con mi madre sin saberlo.

─ No importa. Lo haremos cuando te venga bien a ti. Iremos cuando quieras tú. Diviértete mucho ─ su expresión era la misma, le daba exactamente igual.

─ Muchas gracias y siento no haber tenido tiempo para tu plan.

─ No pasa nada─ sonrió ─. Diviértete.

─ Gracias.

Me fui y avancé hasta llegar al punto de encuentro, donde mi madre esperaba con mi hermano pequeño cogido de la mano. Corrí y abracé a mi madre.

─ Hola, mamá ─ mi madre se giró hacia mí y luego me abrazó, con una sonrisa ─. ¿Cómo estás?

─ Hija, te he echado de menos. Estoy bien, gracias, ¿cómo estás tú? ¿Qué tal todo por allí?

Mi hermano pequeño me abrazó las piernas con sus bracitos pequeños. Le cogí en brazos y le abracé.

─ ¿Cómo has estado, Leo? Te he echado un montón de menos.

─ ¡Yo también! ─ Estaba muy contenta de verle. Le quería mucho. Su sonrisa enorme era evidencia de su felicidad. Mi hermano tenía cinco años. Era rubio, como yo y con los ojos marrones y grandes que, según él, eran para ver el mundo mejor ─. ¡Tengo juguetes nuevos! ¡Te los voy a enseñar todos!

─ Y ¿qué tal te está yendo, mi amor? ─ Mi madre interrumpió la conversación entre nosotros.

─ La verdad es que no me gusta vivir allí, todo es muy distinto y todo va demasiado rápido.

─ Es normal, hija, pero te acostumbrarás.

─ ¡Vamos a casa! ─ Leo gritó emocionado, ignorando que mamá y yo estábamos hablando sobre el cambio ─. ¡Tengo que enseñarle mis juguetes a Hazel!

Una vez en casa, estuve jugando con él mientras mamá preparaba algo en la nevera y metía en bolsas alguna que otra cosa que se me había olvidado traer al palacio.

¿Promesa? [✔️ COMPLETADA] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora