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Seis meses antes.

Riki observaba con curiosidad al chico que caminaba por los pasillos. Un cabello esponjoso y alborotado de color negro junto a una adorable sonrisa suave era lo que más resaltaba. El niño bonito era Park Sunghoon, presidente de la clase 1-C.

Nishimura se había transferido hace apenas un mes, teniendo la suerte de acabar en el mismo salón que el chico que se estaba robando sus suspiros. La mala noticia era que desde entonces no había compartido más que algunos 'buenos días' y por lo único que se hablaban era por los constantes '¿cuánto te da en este?' de Riki durante las clases de estadística, matemática y cálculo.

Sunghoon era un chico que tenía una luz propia, brillaba intensamente y definitivamente Riki lo daría todo por pasar al menos un almuerzo a su lado.

Lastimosamente, según los rumores Park Sunghoon estaba monopolizado por una chica: Jang Wonyoung.

No estaba seguro de que fuera su novia, pero la sospecha estaba ahí. Llegaban juntos al Instituto y se iban juntos. Fuera del salón de clases, Sunghoon le pertenecía solo a Wonyoung. La clase 1-C corría la suerte de que la chica no estuviese en su mismo grupo.

Ambos eran parte del club de periodismo, él como fotógrafo y ella como escritora (no es como si Riki los acosara, simplemente se lo contaron). Almorzaban juntos en alguna zona lejos de todos los demás y había escuchado que la chica no permitía que nadie se acercara a ellos.

Para el rubio, eso sonaba como la actitud de una novia celosa y controladora, ni más ni menos.

Exhaló, apoyándose por completo en su pupitre. Su profesor de matemática no había llegado a dar clase por lo que tenía hora libre, así que podría dormir libremente.

Con fastidio, despeinó sus cabellos mientras comenzaba a pensar de más en la relación de Sunghoon con esa chica. ¿Por qué justamente debía gustarle el chico más popular de todos?

—Uh, ¿Riki? —le llamaron, alzó su cabeza rápidamente y se sonrojó al ver el rostro de Sunghoon tan de cerca.

—¿S-sucede algo? —cuestionó, rascando su nuca mientras veía en otra dirección. De reojo, pudo ver la tierna sonrisa de Sunghoon justo antes de hablar. Su corazón se aceleró.

—Te llaman a la sala de profesores. Te acompañaré —con un gesto amable, le dio la espalda y comenzó a caminar en dirección a la salida. Nishimura se tardó unos segundos en seguirlo, tropezando con sus propios pies en el momento en que comenzó a caminar, mientras intentaba bajar el calor de su rostro.

Caminaron lado a lado, él intentando ignorar los nervios de estar al lado de su crush mientras buscaba en los archivos de su mente la razón de ir a la sala de maestros. Probablemente sea su obvia deficiencia en las materias numéricas, literatura e inglés.

Bien, ahora los nervios se debían a otra cosa.

Pronto, llegaron juntos a la sala de maestros y antes de que pudiera pedir unos segundos para tranquilizarse, Sunghoon llamó a la puerta con un golpeteo grácil.

Una respuesta se escuchó desde dentro y ambos pasaron. Riki liberó un quejido casi silencioso al saber que efectivamente sus sospechas eran reales. Su profesor de matemática, estadística y cálculo estaba ahí. También su profesor de literatura y su profesora de inglés. Además del subdirector del instituto y el entrenador del club de básquetbol, que lo veía con el ceño fruncido.

—Gracias por la ayuda, Sunghoon. Por favor, tomen asiento ambos —se acomodaron uno al lado del otro, justo en frente de los profesores, Riki comenzó a rezar en su mente porque las cosas no salieran tan mal. Estaba planeando ya como llorar lo suficiente, argumentando que acababa de llegar hace un mes de Japón.

Vamos, que todavía no se acostumbraba al sunbaenim y llamaba a los de grados superiores senpai.

—Bien, joven Nishimura. Imagino que ya ha de saber el porqué estamos aquí.

—Sí, Choi-sense... digo, Choi-sangsenim —balbucea, rascando su mejilla avergonzado. Puede escuchar a su lado una pequeña risa por parte del chico a su costado. 

—Tus notas han sido deficientes en cinco materias. —habla esta vez el entrenador—. Te dije claramente que para ser titular debes llevar notas excelentes.

Riki lloriqueó.

—Ya lo sé -respondió, despeinado su cabello—, sigo acostumbrándome al coreano de nuevo, así que a puras penas entiendo literatura con esas palabras complejas —un puchero se dibuja en sus labios de forma inconsciente, mientras a su mente vienen los recuerdos de todos los cabellos perdidos por culpa de las tareas de literatura. Iba a quedar pelón a ese paso—. Además siempre he apestado para los números. Y definitivamente, puedo hablar japonés, coreano y cantonés a la perfección. Pero no me pidan hablar inglés, es un idioma raro y difícil.

Luego del discurso de Riki, el pelinegro no pudo evitar comenzar a reírse suavemente.

—¿Cómo qué raro y difícil, mocoso? —regañó la profesora de inglés, su ceño fruncido en molestia por haber insultado de esa forma a su idioma favorito.

—Sí, profe, ya sabe. Usan esas letras raras, con círculos y palitos y curvas y luego ya no tiene círculos, y luego poner rayas raras arriba o abajo —se queja, haciendo gestos extraños con las manos, robando más risas de Hoon. Incluso los profesores comenzaron a reír.

—Joven Nishimura, por el momento no tenemos derecho a expulsarlo del club o algo parecido, ya que sólo lleva un mes —aclara el subdirector una vez las risas se apaciguaron—, pero el entrenador nos expresó su deseo por tenerlo en el equipo al mismo tiempo en que los profesores expresaban su preocupación. Debemos tomar medidas antes de vernos en la penosa situación de sacarlo del equipo.

Riki tragó, un poco nervioso por lo siguiente que iba a decir el director. Si pensaba darle clases extras o algo así, probablemente preferiría lanzarse al río Han.

—El joven Park ha accedido a darle tutorías no solo de estas cinco materias, sino de todas. Es el mejor estudiante de su clase y también a nivel de primer año. Además, está entre los mejores de la escuela. Definitivamente sería una buena oportunidad para usted, ¿lo aceptaría?

La mente de Riki quedó en blanco por varios segundos, procesando la información recibida. Los profesores y Sunghoon observaron como sus expresiones cambiaban con el paso de los segundos.

De un rostro en blanco a la confusión; luego de la confusión, una sonrisa que iluminaba el resto de su rostro.

—¡Me encantaría! ¡Muchas gracias, Sunghoon-ah! ¡Muchas gracias! —expresó con alegría, sus mejillas sonrojadas al momento en que en su mente se liberaron el montón de pensamientos sobre el chico Park.

Iba a estar en sesiones de tutoría con su crush. Ah, definitivamente ese era su día de suerte.

—Me alegra que aceptaras, Riki-ssi. Solo debemos ponernos de acuerdo sobre qué días te parecería, la hora y el lugar —la amable sonrisa que el pálido le mostró le aceleró el corazón. Ambos se pusieron en pie y con una reverencia dejaron el lugar, caminando de vuelta a su salón.

—¿A qué horas tienes libre? —preguntó entonces Riki, con las manos en sus bolsillos.

—Uhm, a la hora del almuerzo. Durante toda la tarde luego de las tres treinta. Temprano antes de iniciar clases.

Nishimura analizó sus posibilidades. Sus actividades del club finalizaban a las cuatro y tampoco quería acaparar a Sunghoon hasta demasiado entrada la noche.

—Mis actividades del club terminan a las cuatro. ¿Te parecería bien en la hora del almuerzo y desde las cuatro hasta las seis?

—Claro, me parece bien —Hoon volvió a verlo y le sonrió suavemente—. ¿Todos los días? —Riki asintió, incapaz de decir algo al sentirse tan embobado con la imagen frente a sus ojos.

Park se despidió con la mano y se adelantó a ir al salón.

Riki se quedó ahí, con el corazón latiéndole desbocado.

Practicamente tendría citas diarias con el chico que le gusta.

𝐋𝐈𝐓𝐓𝐋𝐄 𝐇𝐎𝐎𝐍•| HoonkiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora