El joven Donghyuck yacía dormido en la cama situada en el centro de la sala mientras los primeros rayos de luz invadían cada rincón de la habitación. Era la hora de despertar y seguir una rutina que había catalogado desde hacía mucho como la cosa más absurda que un ser humano podía hacer.Necesitaba divertirse, sentir la adrenalina recorrer todo su cuerpo para recordarle que estaba vivo.
Poco después, la puerta se abrió lentamente, dejando paso a una doncella que había vivido con la familia real prácticamente desde que nació, pues su familia la había vendido para poder sobrevivir. Milagrosamente terminó bajo el mando de los reyes, pero muchas otras jamás gozarían de tal lujo y quedarían condenadas a vivir un infierno. Aunque la historia jamás es contada hasta el final; no importaba dónde, siempre iba a ser una pesadilla vivir siendo dominado por alguien más en contra de tu voluntad.
—Príncipe Donghyuck, vuestro padre requiere su presencia en el gran salón.—dijo sin despegar la vista de sus viejos zapatos. No tenían permitido mantener contacto visual con nadie de la realeza. Acto seguido salió del cuarto dejándole intimidad al menor de la familia. Éste abrió los ojos lentamente, deleitándose con la inmensa vista que podía observarse tras la ventana. Vivir tan lejos tenía sus ventajas, o al menos se obligaba a creerlo.
Apartó las sábanas blancas a un lado y condujo sus piernas fuera de la cama, aún sin abrir completamente sus ojos. No tardó más de quince minutos en asearse y vestirse con hastío mientras se sumergía en sus pensamientos. Odiaba ciegamente a sus progenitores y todo lo relacionado a ellos. ¿Por qué requerían su presencia cuando nunca la habían necesitado?
Él siempre había sido el hijo repudiado al que juraron jamás heredarle la corona por más que existiera la necesidad. Contaba con tan solo una hermana mayor, quién debido a la cruda realidad de la época, era imposible que llegara a gobernar con un hijo varón en el árbol genealógico. ¿Habrían acatado los reyes las leyes y dejarían el reino bajo el mandato del joven príncipe o quizá pactarían con el diablo para conseguir cualquier sucesor digno que siguiera la línea conservadora? Sería un desperdicio dejar ir todo su poder por un maldito hijo del demonio. Se rehusaban a creer en un mundo donde la jerarquía quedara erradicada y todos estuvieran a la misma altura, se negaban a tener el mismo estatus social que un inservible esclavo.
Tras una breve disociación, el joven príncipe puso rumbo al gran salón donde el rey amenazaba con su arrogante presencia.
Deberíais estar bajo tierra, ningún ser vivo merece su vil trato Lord Lee. Vos nunca escucharéis de mi boca tal palabra como "padre", pues desapareció el día que renegó de su propio hijo.
Lord Lee era un hombre de mediana edad, no llegaría a los cuarenta años. Su tez era pálida al punto de creer que no había ni un atisbo de vivacidad en él, además de ser acompañado de una corta melena tan negra como la noche misma. Por otro lado, sus sombríos ojos oscuros ocultaban los más tétricos secretos que un humano podía esconder. No era un secreto que una de las razones por las que odiaba a su hijo menor era por su piel, por no haber sido capaz de heredar la misma palidez que la princesa. La suya era más vivaz, recordando a una mezcla de canela y almendras que hacían juego con sus ojos.
La reina, Lady Lee, por el contrario, tenía la misma tez que el príncipe. ¿Cómo era posible que una mujer de este calibre liderara si la belleza se hallaba en todo aquello que fuera blanquecino? La respuesta era simple, hubo un enlace concertado.
Lady Lee pertenecía a la familia más adinerada de los territorios del sur, y fue una gran inversión heredar todas y cada una de las riquezas que ésta poseía sin importar nada más. Al principio ninguna de las dos partes estaba satisfecha con la espontánea decisión, pues debían fingir que había amor donde solo había guerra. Finalmente y gracias a un milagro, el pasar de los años los unió aunque no fuera de la mejor manera.
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poemas escritos bajo la lluvia | markhyuck
Fanfiction❝Nuestros corazones se unieron en un efímero choque de miradas, pero el destino ya había jugado sus cartas.❞ #6 en poeta entre 2.3k [28/09/22]