𔘓 01 𔘓

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—Nathaniel, ya hablamos de eso, lo siento mucho, se que amas esas sopitas instantáneas, pero ni sueñes que comerás eso todos los días junto a una bebida energizante ¿No te das cuenta del daño que te haces? No te lo voy a permitir.

— ¿¡Por qué no!?

—Nathaniel, reglas, no gritar. Estamos teniendo una conversación, si no puedes hablar adecuadamente, dejaremos el tema para después.

—Necesito que compres sopitas instantáneas y bebidas energizantes, y si no puedes, lo pondré como regla.

— Jovencito, no estás en esa posición, ahora contrólate, ya te dije que te permitiré comer dos al mes y tomar dos al mes, por ahora...

— ¡Prácticamente es nada! Eres un injusto.

Dante tuvo que suspirar y tomar aire ¿Cómo lo hacía entender el asunto y lo mucho que se estaba perjudicando? No quería regañarlo, ni mucho menos castigarlo tan pronto, pero presentía que esto no estaba yendo por un buen camino, en este primer día ya había roto todas las reglas y ni siquiera habían pasado 12 horas .

—Nathaniel, si sigues así esto va a terminar mal y no queremos eso, soy el adulto aquí, y estoy haciendo algo por tu bien, no sigas discutiendo, jovencito, o voy a tener que castigarte, llevamos media hora hablando del tema, es suficiente.

—Tres veces al mes. —intentó negociar el menor, ignorando por completo las palabras del contrario, quien sólo lo miró seriamente, logrando intimidarlo.

—Una vez al mes. —habló reduciendo la cantidad aún más, si quería jugar, jugaría el también.

—Está bien... dos, pero vamos a comprarlas.

—Nathaniel, ya comiste más de diez este mes en el orfanato, dije que no más.

El menor suspiró y asintió aceptando la situación.

— ¿Al menos podemos pedir pizza?

—Nathaniel...

—Por favor.

—De acuerdo, una pizza pequeña, y sin refresco, haré té ¿Trato?

—Trato... Voy a pedirla por mi celular.

—Ten, te dejo el dinero aquí —dijo entregándole un par de billetes con la cantidad necesaria— Iré a mi habitación a hacer unas llamadas, ve si me necesitas, y avísame cuando llegue la pizza.

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Dante llevaba bastante rato llenando algunos informes y respondiendo llamadas de pacientes. Escuchó la puerta, pero el menor aún no lo llamaba, cosa que lo alarmó un poco y bajó rápidamente, pero solo lo encontró tirado en el sofá jugando con su celular.

—¿Abriste la puerta? ¿Llegó la pizza ya? Ha pasado un tiempo.

—Ohh, era solo un carro que se había equivocado de casa, me llegó una notificación de que la pizza está por llegar, deberías quedarte aquí de una vez.

Sonrió al saber que no le incomodaba su compañía y asintió.

—Iré poniendo la mesa. —dijo y recibió una afirmación por parte del menor.

En cuestión de segundos el timbre sonó, recibieron la pizza, y al fin se sentaron a comer, el mayor estaba feliz, era su primera comida con el más pequeño.

—Buen provecho, Nathaniel.

—Muchas gracias, buen provecho también. Por cierto, quería comentar una cosa...

—Adelante —respondió el mayor dándole un sorbo a su té.

—Es que... toda mi vida he dormido acompañado, y sinceramente en esta casa tan grande, pues... m-me da un poco de vergüenza, pero... —el menor hacia demasiadas pausas y Dante ya sabía a lo que se refería.

—Entiendo ¿Quieres que te acompañe hasta que te duermas? ¿O prefieres dormir conmigo? No me molestaría.

—O-oh... con que me acompañe hasta que me duerma es suficiente.

—Perfecto, ahí estaré, no te preocupes y no tengas vergüenza de preguntar las cosas. También tengo que hablar contigo de algo... —hace una pequeña pausa y continua cuando nota que tiene la completa atención del menor — Estás incumpliendo muchas reglas Nathaniel, no quiero tener que regañarte, ni mucho menos castigarte tan temprano, pero lo estás haciendo bastante difícil y las reglas no están de adorno, corazón, gastaste tus cupones y para la próxima voy a castigarte ¿Entendido?

— Sí...

— ¿Si qué, Nathaniel?

— Sí señor, entendido.

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.

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La noche llegó rápidamente, ambos se alistaron para dormir temprano, Nathaniel tenía escuela al día siguiente, y Dante tenía que ir a la clínica, no podían darse el lujo de dormir muy tarde o no rendirían lo suficiente.

—Ohh, ya te acostaste, bien, aquí estoy. —habló el mayor recostandose en la cama del chico, junto a él. — Vamos a dormir, mañana hay que levantarse temprano. Buenas noches Nathaniel, en serio estoy muy feliz de tenerte aquí conmigo y espero que no te arrepientas de aceptar ser adoptado.

—Gracias señor, no me arrepentiré, espero que usted tampoco de adoptarme, disculpe si le di problemas hoy.

—No te preocupes, no me arrepentiré jamás...ahora sí, a dormir —le dedicó una última sonrisa y apagó la lamparita para que pudiera dormirse más rápido y así regresar a su habitación después.

Así fue, el menor se durmió en seguida, un completo alivio para el mayor, quien regresó a su cuarto y cayó profundo, igual o más rápido que el chico, estaba cansado.

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La noche era pacífica y tranquila o eso hasta que dieron las tres de la mañana y unos ruidos despertaron al mayor, alertándolo, si hubiera estado solo quizás habría seguido durmiendo pensando que era un gato trepandose al techo o algún vecino ruidoso, pero ahora tenía la responsabilidad de un menor, y no pudo evitar preocuparse.

Se levantó rápidamente, ni siquiera se puso sus pantuflas, y salió enseguida de su cuarto, para ir al del más pequeño a ver si estaba todo en orden.

La escena lo enfureció enormemente.

El menor se encontraba a oscuras con el brillo de su celular iluminando parte del cuarto, luz que le permitía apreciar dos latas de una bebida energizante y un bowl con sopa instantánea

¿Qué demonios había pasado? ¿Por qué estaba despierto a tal hora haciendo todo lo que decía que no hiciera?

— Nathaniel O'Connor ¿Qué crees que estás haciendo?

La cara del más pequeño era un espectáculo; el chico que tenía una sonrisa de travesura y felicidad ahora estaba nervioso y aterrorizado de ver al mayor enojado y adormilado frente a él.

— Y-yo lo siento.

— Por supuesto que lo sentirás, Nathaniel, dame ese celular, estás castigado... y vas a ser castigado —dijo haciéndole fruncir el ceño al menor por la confusión.

Entregó su teléfono.

—Dante, yo... lo que pasó es que-

—Escucha bien, jovencito, no quiero escucharte en este momento. Voy a deshacerme de estas cosas —habló refiriéndose a la sopita y las latas. —Llevaré tu teléfono a mi cuarto donde permanecerá estas noches, buscaré algo y vendré. Vas a esperarme en aquel rincón de tu habitación, y cómo no obedezcas, si que lo vas a lamentar.

Salió del cuarto furioso, dejando a un Nathaniel que no se imaginaba lo que le esperaba.

̨𔓕 Be a good boy ̨𔓕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora