24. Tom Riddle

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La farsa había llegado a su final. El había decidió darlo por terminado después de varios meses y la joven no podría estar más que feliz, sentía como si le hubiesen quitado un enorme peso de encima, pues al fin y al cabo fingir una relación de noviazgo no era para nada sencillo y menos si decían estar comprometidos.

Ella había llegado exhausta del ministerio, los trámites para que su padre saliese de Azkaban la tenían hasta su límite. Su casa estaba en total oscuridad por lo que encendió un par de velas en su cocina para que así llegase la luz hacia la sala. Se quitó su túnica y la dejó sobre el perchero, para después irse hacia su baño y poder tomar una relajante ducha.

Cuando estaba por salir escucho la melodía del timbre. Se enrolló en su bata de ceda color rojo y con encaje negro, abrió la puerta del baño dejando que el vapor saliese y camino hacia la entrada. Se paro de puntillas y observo desde la mirilla a un joven de cabellos negros mirando hacia sus zapatos.

- Miren a quien tenemos aquí - dijo mientras abría la puerta con una sonrisa ladina en su rostro.

El al escuchar su voz alzó su mirada, y recorriendo sin pudor el cuerpo de la joven parada frente a el.

- Lizbeth yo -

- No me interesa - le interrumpió con brusquedad.

- ¿Estas molesta? - pregunto mientras subía uno de los tres pequeños escalones que había en la entrada.

- No podría importarme menos - respondió con simpleza mientras se recargaba en el marco de la puerta - Ya no te necesito - concluyó sonriéndole.

El solo la observo con su rostro lleno de frustración y pasó sus manos por su cabello despeinandolo.

- Tú si me necesitas Tom- murmuró divertida - ¿Pero que tan mal lo haces? - pregunto llena de curiosidad.

No respondió, solo subió los últimos escalones que le quedaban y se arrodilló frente a ella.

- Asi de mal querida -



sensazxi0n

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