El viaje de Ángela

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Erase una vez una familia muy contenta, que aguardaba la espera de su primera hija, con la casa toda lista para la bienvenida. Helena ya embarazada, venia de vuelta en un avión con su esposo Ricardo luego de pasar unas largas vacaciones en Argentina. Ambos se sentían preparados para la llegada de su hija. La llamaron Ángela, nombre que le dieron luego de que su madre la diera a luz en el mismo avión de regreso de "Los Ángeles". Llegaron a casa con su bebé en brazos, Helena trataba de contener su felicidad, aunque lo disimulaba, pero las compras y cada cosa que llegaba a la casa delataban la presencia de la nueva integrante de la familia.

Ricardo protegió y cuidó muy bien a su hija, mientras Helena trabajaba por ambos ya que él se encontraba cesante. La niña comenzó a crecer y el cariño y amor que recibía no se comparaban a nada, sus padres celebraban cada cumpleaños como si fuera el primero. Sin embargo, no pasó mucho tiempo hasta que ocurrió todo.

El matrimonio tenía planes; querían visitar a la madre de Helena, quien se encontraba de cumpleaños y deseaban que vieran lo grande que estaba su nieta. Iban partiendo con destino a Valdivia, su hija sentada en el asiento trasero con cinturón de seguridad, no recuerda bien lo que paso. La niña venía durmiendo durante el viaje y solo escuchó de golpe el estruendo del choque cuando se volcó el auto. Ángela quedó en posición fetal, atascada y hacía impulso con sus brazos, lo que le requirió mucho esfuerzo. De pronto no pudo respirar, comenzó entonces a gritar y a forcejear, pero no escuchó respuestas a sus suplicas.

- ¡Mama!, exclamó, ¡Papa!, pero solo hubo silencio.

De pronto se asfixió, el humo no la dejó seguir luchando. De pronto alguien abrió la compuerta y una mano se deslizo sacándola. La niña tosió e intentó abrir los ojos, un bombero la tenía en brazos. En ese momento las personas que estaban alrededor corrieron y el auto exploto. El shock de la experiencia no sería algo fácil de olvidar.

La pequeña pregunto al bombero: -Y ¿Mis padres?

El hombre se quedo mudo con una expresión de tristeza en su rostro, la niña lloró y lloró, hasta quedarse dormida en sus brazos.

Cuando despertó, se encontró internada en un hospital con una mascarilla de oxígeno. Se levantó y caminando por los pasillos vio a sus familiares llorando. Una señora que había visto alguna vez en su casa se le hizo familiar. Sus padres le habían mencionado que ella era "su tía", de un nombre que no le intereso recordar ya que entre sus lágrimas lo único que hizo fue mirarla de manera resentida.

La casa que fue su hogar no la volvió a ver. Los familiares decidieron arrendarla un tiempo o venderla si fuese necesario. El recuerdo les dolía, suponían que a la pequeña también.

Durante el funeral hubo demasiada gente y como niña se sintió excluida. Su abuela le regaló un portarretrato con la foto de sus padres. Con la imagen en sus manos sollozó un momento. Para consolarla la abuela la abrazó acariciándole esos lindos cabellos color castaño claro.

Ángela percibió que desde el momento del accidente, ya no podría ser correspondida. Procuró entonces, no encariñarse ni acercarse mucho a las personas de su alrededor, de esta manera evitó también muchas veces el diálogo con alguno de sus parientes.

Cuando ocurrió el accidente automovilístico, a sus 5 años de edad, lamentaba haber sido la única sobreviviente, puesto que ninguno de sus familiares deseaba hacerse cargo de ella. Al sentir el rechazo de todos, exceptuando a su abuela, se sumergió en un vacio y soledad. La dulce e inocente niña que era, cambio después de eso.

Su abuela se hizo cargo de ella cerca de dos años, hasta que a causa de una enfermedad ya no pudo cuidarla. Más tarde fue trasladada a otra casa con una tía, y así la iban cambiando, como a un juguete, a medida que excusas o problemas se asomaban.

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