Rafe era un consagrado jugador de fútbol, millonario e indisciplinado, adorado por los chicos y envidiado por los grandes, hasta que conoció a la chica que salvaría su vida.
Años más tarde, cuando la esperanza por encontrarla era casi nula, el ciel...
―Não é possível―Siseo, impactado al ver a la dueña de esos ojos color café con los que había estado soñando durante tantos años.
Siete años, dos meses y veinte días para ser exactos.
La madrugada de un cuatro de enero mi vida se había paralizado y ella me la había devuelto.
No me destaco por mi buena memoria, sobre todo tras aquel desastroso evento que me marcó; sin embargo, ese dato me perseguiría eternamente por muchas razones.
Ella era una de esas.
Había imaginado mil veces cuál sería el escenario de nuestro reencuentro; noche tras noche diseñé en mi mente el sitio en el cual pudiera encontrarla y darle las gracias. Había imaginado su nombre, me había dormido con esa sonrisa en mi mente y había fantaseado con el sabor esos labios pintados de rojo que tanto me habían llamado la atención durante esa fiesta. Trazar con mi boca la tinta de ese corazón que pude tocar en aquella discoteca que yo conocía de memoria.
Quería darle algo más que unas simples "gracias" por haberme traído de vuelta.
Trago ignorando las frenéticas palpitaciones de mi corazón mientras un asistente presiona el botón de play a un video en el cual se retrata mi extensa carrera como jugador y mis lauros conseguidos; en la pantalla montada sobre la pared, pasan mis jugadas más memorables, desde mis inicios en el Boavista, mi paso por el Barcelona de España, mi estadía en el Milan italiano y mi última temporada en el Flamengo, club en el cual pensé retirarme a estadio lleno.
Mejor jugador del año, goleador estrella, máximo artillero de la temporada...
Los niños soñaban con ser como yo; los padres de esos chicos, con tener mi cuenta bancaria y las mujeres...las mujeres se me arrojaban a los pies como las rosas a un torero.
Era un hombre poderoso a pesar de no contar con una carrera universitaria. Mi riqueza máxima era mi habilidad, hacer malabares con un balón de fútbol.
Me crié y crecí en una favela y fui tocado con una varita mágica cuando logré que un cazatalentos me descubriera a la tardía edad de catorce años.
Desde entonces, mi carrera creció y creció.
Mis piernas fueron valuadas en millones de dólares y mi imagen se vio ligada a las firmas más importantes de la industria deportiva.
Era...todo era...tiempo pasado.
Miro al piso y no hay palabras de consuelo.
Los aplausos retumban en mis oídos y elevo mi cabeza con una sonrisa artificial en mi rostro. El show está por comenzar y debo estar a la altura de las circunstancias.
