"Y tu ahora estas a su lado, y brillaras mas que cualquier otra estrella"
Étienne Leblanc tenía su vista fija en la fotografía en sus manos. Era de su familia, su padre, madre, hermana pequeña y él antes de que tomaran caminos distintos. Antes de que su madre tomara a Étienne y se lo llevara a la misión en Sanctum, y su padre y Colette fueran a la estación del espacio lo que pronto sería llamado el Arca y donde nacería Lyanna Valjean.
Paso el pulgar por la cara traviesa, con la sonrisa vivaracha de su hermana pequeña. Ella siempre había sido el dragón, no él, su padre siempre lo había sabido. Y el teniendo 10 años en ese entonces debió haberse sentido celoso, pero el amaba demasiado a su hermana pequeña para sentir algún resentimiento contra ella, sin embargo su madre... había sido despreciable con Colette. Tal vez por que ella era lo que su madre nunca pudo y jamás podría ser.
Ahora Lyanna Valjean, la nieta de su hermana y descendiente estaba muerta a manos de las hermanas Lightbourne. Tomo otro sorbo del whiskey en su mano y lo dejo en la mesa, viendo sus alrededores, la parte del castillo que pertenecía a su madre y él. En donde sin duda Lyanna Valjean encajaría perfectamente. Desde todos los grabados de dragón hasta los libros de historia, los colores rojo, negro y dorados que estaban en toda la habitación, los patrones de escama, el emblema de las tres cabezas. Su padre era el que había tenido la sangre del dragón y su madre sin duda quería ser lo mismo desesperadamente, adueñándose desesperadamente a cualquier pedazo y rasgo de pertenecer a la sangre del dragón.
El sonido de la puerta de al lado siendo abierta lo hizo alzar la mirada y sonrió un poco.
— Mon cher!
El recipiente de su madre sin duda había envejecido los últimos 30 años, la piel bronceada que ella tanto trataba de blanquear con polvos, y las arrugas alrededor de sus ojos y boca. Por más que se tiñera el pelo, se bañara en joyas y tiaras y se vistiera con colores de los dragones, su madre Celine Leblanc no le llegaría ni a la punta de las uñas a Lyanna Valjean.
— Buenos días maman.
Celine fue hasta él y le puso una mano en la mejilla con cariño antes de darle dos besos en cada mejilla.
— ¿Como has amanecido? ¿Has ido a ver a nuestras mascotas?— ella preguntó haciendo que el desviara la mirada.
— ¿Y que me maten de nuevo?— suspiró—. Quiero quedarme con este cuerpo
— Ya, ya, ya— ella dijo acariciándole el cabello, peinándoselo—. Esas bestias se calmaran, tarde o temprano ya no soportarán más la oscuridad y sabrán que te pertenecen.
Étienne sonrió ya sintió, pero dentro de él sabía que eso no era cierto, 200 años y los corazones latientes debajo de la tierra lo detestaban. No importa cuál cuerpo usara, o como se acercaba a ellos, no lo aceptarían jamás. Solo a un verdadero dragón lo aceptarian, y Lyanna estaba muerta.
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KADIKH | The 100 #6
Fiksi Penggemar«REYES O DIOSES, LA LINEA ES DEMASIADO FINA» Luego de la destrucción completa de la Tierra, Lyanna y su pueblo viajaron por 125 años a través de las estrellas en sueño criogénico despertando con el regalo de una nueva oportunidad. Un lugar donde pue...