La Dificultad de hacer un buen Nudo

796 58 75
                                    

Disclamer: Ni los personajes, ni los lugares, ni parte de la trama de esta historia me pertenecen a mí, son obra de Rumiko Takahashi. Yo solo escribo para divertirme, aunque a veces cueste.

.

.

.

.

.

Nota de la autora: Este oneshot participa en la dinámica de agosto de la página de facebook "Mundo Fanfics Inuyasha y Ranma"à #dinámica_del_mes_de_agosto #Sensual_verano_MFFIYR. Gracias por invitarme a participar. ¡Por los pelos, pero espero que os guste!

.

.

.

.

.

La dificultad de hacer un buen Nudo

.

.

.

.

.

1.

Es un misterio en el que muy pocos piensan, y sin embargo es tan real y verdadero como que en Jusenkyo hay una poza que transforma en cerdito a todo aquel que caiga en ella, que a casi todo el mundo le gusta el verano. ¡Es verdad! Será por los anuncios en televisión sobre tórridos cruceros en el mar o playas paradisíacas de arena blanca en los confines del mundo. Será por las vacaciones que prometen descanso y diversión, lejos de las obligaciones del frío invierno. ¿Será... por poder comer helado a todas horas y hacer la siesta siempre que lo deseas?

Aparentemente hay muchas razones.

Pero alguien avispado de verdad, alguien realmente inteligente sabe que el verano tiene muy poco de bueno. El verano, o más bien el calor, hace infeliz a la gente. Porque es imposible concentrarse cuando te despiertas de buena mañana ya sudado, te asomas a la ventana y no hay ni un atisbo de brisa fresca y sabes, en ese momento lo sabes, que te espera un día largo (porque los días del verano son los más largos) resoplando por el agobio y abanicándote con la mano con la insulsa creencia de que eso te refrescara. Cada minuto del día condenado a notar esa molesta humedad en el cuerpo, en la ropa, en los pelillos que se quedan pegados en tu nuca.

Pocas cosas son más irritantes que esa humedad en el pescuezo.

Ranma Saotome lo sabía bien.

Fruncía los labios por el disgusto cada vez que deslizaba su mano por esa zona mojada de su cuello, entonces su querida trenza pesaba una tonelada sobre su hombro. ¿Y por qué le daba tanto calor?

¡Si solo era pelo!

Ah, pero él era más que astuto y sabía que había algo más: esa falta de energía que te sobreviene cuando las temperaturas rebasan el temible límite de los 30 grados, ese abatimiento sin sentido, pero igual de pegajoso que el sudor. Como si una nube negra se instalara en tu mente impidiéndote realizar con alegría tus actividades cotidianas. Lo olvidas todo. El calor te roba la vitalidad, las ganas, la voluntad. Es casi como si te arrancara una parte de tu personalidad y te transformara en otra persona.

Solo hacía falta prestar un poco de atención al caminar por la calle para ver que las personas que conocías, tus propios vecinos, ya no eran tales. Se habían transformado en una horda de personas hurañas, sin espíritu, que gruñen en lugar de decir "gracias" cuando les ceden el paso en la entrada de una tienda y movían la cabeza (con suerte) en lugar de saludar si es que levantaban la mirada del suelo.

La Dificultad de hacer un buen NudoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora