Casey entró en pánico por un momento. Acababan de llegar a un lugar totalmente desconocido con gente totalmente desconocida y no sabía el paradero de sus hermanos. Entró al interior de la habitación con el corazón en la mano.
Movía la cabeza de un lado a otro buscar alguna señal de ellos, pero nada, solo había silencio. Miró bajo la cama, dentro del armario y en todos los rincones. Pero nada. Se asomó por la gran ventana, sin rastro de ellos. Salió agitada de esa habitación.
—Hola, por favor, ¿alguien puede atenderme? —dijo en medio del pasillo en un tono elevado.
Casi al instante apareció Rebecca, la sirvienta, con esa sonrisa suya en la cara. Cambió repentinamente al ver la cara de asustada que tenía Casey.
—¿Sucede algo? —preguntó nerviosa.
—Sí, sucede algo —contestó sin dejar de moverse—. ¿Dónde están Kenny y Austyn? —dijo deteniéndose frente a ella.
—¿Kenny y Austyn? —preguntó de nuevo confundida, Casey resopló a penas sin paciencia.
—Mis hermanos, dos pequeños, son idénticos con el cabello casi rubio —explicó en una parrafada, nada más escucharlo Rebecca sonrió de nuevo aliviada, cosa que Casey no entendió, continuó con su rostro descompuesto.
—Están abajo señorita, vieron al perro de la Señora Agatha y quisieron jugar con él —indicó señalando hacia las escaleras.
En ese momento Casey respiró, no se desplomó por un milagro de Dios. Tocó su frente con cierto nerviosismo.
—Gracias —agradeció desde el fondo de su corazón.
Giró sobre sus talones y se dirigió hacia la escalera a paso acelerado, hasta que no corroborara con sus propios ojos eso no podría estar tranquila. Bajo en grandes zancadas, aún no conocía la casa pero sí que se acordaba de la salida.
Abrió la gran puerta principal y efectivamente ahí estaban, Kenny y Austyn sentados en la gravilla anonadados con el perro de Tía Agatha.
—Os voy a matar —dictaminó mientras se acercaba hacia ellos, Kenny sin embargo la miró sonriente.
—Mira Casey, el bigotudo dice que el perro tiene más años que yo.
Miró hacia el mayordomo Theodore avergonzada, el sonreía pero por dentro sabía que quería arrancarle la cabeza al pequeño gemelo.
—Que bien Kenny —se puso cuclillas a su altura—, pero aquí no es como en casa, aquí debéis avisarme de todo lo que hagáis —puntualizó volviendo también la vista hacia Austyn.
—Pero si tu eres peor que nosotros —dijo Austyn que se encontraba sentado en la gravilla, la joven sonrió maléficamente y se acercó hacia él casi rozando sus narices.
—No voy a repetirlo pequeña lagartija —dijo clavando sus ojos sobre él, Austyn tragó saliva.
—Con esa cara pareces una momia —comparó echando la cabeza hacia atrás para separarse de ella.
—¿Una momia? —pregunté curiosa sin entender la referencia.
—Sí, de esos documentales que ve mamá donde se les cae la piel y están arrugadas. Dan mucho miedo, como tu ahora —explicó sin pelos en la lengua.
Casey se levantó, pegarle un golpe habría sido suficiente, pero no quería que Theodore pensara que eran una familia desestabilizada. Kenny siguió con lo suyo acariciando al perro que era más grande que él.
—¿Por qué mamá solo me deja tener peces? —rechistó admirando al perro.
—Los peces se te mueren, Kenny.
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Un verano en casa de tía Agatha (En proceso).
Mystery / ThrillerCasey Middleton , una joven de 17 años y sus hermanos Austyn y Kenny de 10, se verán sumergidos en una situación que jamás hubieran podido imaginar, presenciar un asesinato.