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¡Dios!... ¡¿Cómo podía ser que, entre todas las personas reunidas a la misma hora y en el mismo lugar, él fuera justamente a chocar nada más y nada menos que... con ella?!

Porque sí, ¡para su más absoluto desconcierto!, aquel rostro que ahora se le presentaba totalmente distorsionado por las lágrimas no podía ser el de otra persona sino el de Ella; quien, a pesar de su más que evidente dolor, no había dejado de fulminarlo con la vista en tanto que, su amiga, intentaba evaluar la verdadera magnitud de los daños.

En principio, Ella solo se había llevado de aquel choque un corte bastante pequeño en la ceja derecha pero, a juzgar por la forma en la que se revolvía y se apartaba de Vivi cada vez que esta intentaba tocarla, además del hilillo de sangre que ahora comenzaba a manchar su rostro, la herida sin dudas, era bastante más profunda de lo que se notaba desde afuera.

Mientras que él, por su parte (hasta donde llegaba a percibir), solo se encontraba algo mareado y con un leve dolor de cabeza, de manera que, una vez superado el atolondramiento inicial, sin saber qué hacer (además de quedarse congelado en el puesto), había optado por cruzarse de brazos totalmente incapaz de emitir cualquier disculpa que sonora mínimamente coherente.

- Ella, ¡por favor! ¡En serio necesitas permanecer quieta dos segundos si quieres que pueda revisarte esa herida!

Justo aquella especie de orden disfrazada de reclamo, fue lo que hizo que Ella, finalmente optara por quedarse quieta mientras volvía a dirigir su mirada llorosa y llena de rencor hacia donde Darío se encontraba, logrando con esto, que él por su parte, a pesar de no haber necesitado refugiarse en la fe nunca en su vida, lanzara un ruego silencioso a... Dios , el universo, o lo que sea que existiera en este mundo, para que la tierra ¡finalmente! se abriera justo debajo de sus pies y se lo tragara del todo.

- Creo que lo mejor va a ser llevarlos a los dos hasta la clínica del hotel- declaró finalmente la tal Vivi, quien (hasta ese momento) parecía haberse olvidado totalmente de su existencia, y, en vistas a que Ella se disponía a protestar, volvió a rebatirle:

- En serio Ella, esta vez no te a quedar más remedio que hacerme caso. Ese corte puede llegar a ponerse más feo de lo que está, de todos modos él también necesita que lo revisen- lo señaló, como si realmente necesitara más evidencia para reafirmar sus palabras.

- Mira, ¿lo ves?, si es que ni siquiera pude hablar, ¡así que no!, ¡no hay manera en que me convenzas! ¿ok?

Dicho esto y en vistas de que Ella al final, había optado por admitir su derrota, se dirigió esta vez hacia donde él se encontraba, con una determinación digna de cualquier general.

- ¡Hey tú! ¿Qué esperas? -lo miró con un gesto para nada dulce - ¡Vamos!

₪₪₪₪₪

Casi una hora después, Darío no podía evitar el ver la ironía oculta tras el hecho de que... ahora que finalmente lograba tener al objeto de su obsesión más cerca lo que él nunca había imaginado, lo único que podía pedir, en cambio, era que su general al mando (alias "Vivi") finalmente regresara de la búsqueda y captura de algún personal calificado, solo para verse liberado de la misión suicida que era, sin dudas, estar al cuidado de aquella especie de basilisco en el que ....de un minuto a otro, había decidido convertirse Ella.

-No, de veras, ¡ya este es el colmo! - se quejó la chica rompiendo con esto, la barrera silenciosa tras la cual él se había escudado – Prácticamente hace una hora desde que Viviana se fue y ¡nada! Ni señal de ella o del supuesto médico de guardia.

- ¿Cómo es posible que no halla ni siquiera una enfermera para atender estos casos? - Suspiró, dándose cuenta que ya era hora de bajar las armas contra aquel pobre chico, el cual, a juzgar por su extrema palidez, muy probablemente se encontraba incluso peor que a ella misma, por lo que en vistas a que él, sin importar lo que ella dijera, no parecía tener intenciones de hablar, se encaminó resignada hacía el pequeño espejo que había al otro extremo de la pared.

A Cinco Años de TÍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora