CAPITULO 22

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Hacia frío, la nieve radiactiva se acumula sobre la tierra infértil y los tablones de la tarima en el piso de la trinchera.

Un joven de 17 años se encuentra recargado contra su mochila en una larga banca sobre el paso de fuego en donde también se encontraban otras personas sentadas, recostadas o estirándose sin levantar tanto la cabeza sobre los parapetos. Un aura deprimente y desalentador rodeaba a cada soldado presente en la larga linea de defensa del Este de Bélgica, estaban cansados, pero no con la esperanza totalmente perdida.

Hace un mes 50,000 vidas fueron perdidas para ganar 850km², una cantidad pequeña pero significativa en una guerra de desgaste en la cual el bando de los humanos se encontraba en una posición difícil, solo hasta el momento en que llegaron las armas de plasma más nuevas y lograron hacer frente a sus enemigos.

—Hey, despierta. —hablo una voz frente al joven mientras lo empujó levemente.

El joven despertó, abrió sus ojos lo suficiente como para ver a la persona frente a él; era su comandante, Favio.

—¿Vas a desayunar? —pregunto Favio.

—Si, un momento. —responde sin ganas el adolescente.

Favio simplemente se giro y continuo su camino despertando a todos los que aún no habían desayunado. Era normal que muchos se negarán, ni siquiera tenían la fuerza para levantarse a comer por culpa del cansancio.

El joven finalmente se levantó a medias, se estiro un poco y se quejo mentalmente por el dolor de cuello al haberse quedado dormido con la máscara de gas puesta la noche anterior. Miro el reloj en su mano izquierda.

4:57AM, es de madrugada pero el sol parecía decir lo contrario por mucho por que ya se encontraba en su punto de medio día. Otra de las cosas notables del cambio drástico en este mundo.

El joven simplemente se retiró la máscara y pronto el olor de la muerte inundó sus pulmones: humo, cuerpos descompuestos, barró, humedad, enfermedad, heridas infectadas, higiene dudosa y cigarros. Todo un cóctel de podredumbre le hizo recordar en qué asqueroso mundo tenia sus pies y maldijo cada día de su vida desdé los 14 por pedir que lo mandaran a la primera línea creyendo que algún día sería un héroe.

Camino entre el resto de soldados que descansaban sentados teniendo cuidado de no tropezar mientras andaba en una posición algo encorvada para evitar levantar demasiado la cabeza sobre el borde de la trinchera, el dolor de espalda ya era algo habitual entre los relevos de la primera línea y no le tomo mucho adoptar una posición más cómoda para ir de un lado a otro sin correr el riesgo de perder su cabeza. Cuando salió de la zona de fuego se encontraba en una intersección en "+(cruz)"; a su izquierda se encontraba el puesto de observación en un pequeño búnker de tierra y madera con ametralladoras apuntando a tres ángulos, a su derecha el pasillo que conduce hacia la segunda línea o línea de reserva en donde están los relevos semanales, una habitación subterránea con provisiones y una que otra cama en donde se rifa su usó, en línea recta se encontraba el resto de la primera línea y una cocina a mitad de camino bajo tierra en donde se repartían las raciones de comida.

Solo siguió caminando en línea recta, en donde comenzó a encontrar a uno que otro conocido y los saludo brevemente. Unos le decían solo "Buenos días", otros le preguntaron cosas más extensas cómo "¿Ya has desayunado?", "¿Llenaste los bidones de gasolina ayer?", "¿Llevas esa máscara puesta otra vez?"

UN RAYO DE ESPERANZA (Nier:Autómata FanFic story)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora