Stephen's Pov
Nos quedamos así por un corto periodo de tiempo más. Mirándonos sin decir nada. Era como si las palabras sobraran y supiéramos lo que el otro quería decir con los ojos. Porqué a veces las miradas trasmiten mucho más que las palabras, que pueden estar vacías y logran engañar con facilidad. Pero los ojos no mientes, no por nada son el espejo del alma.
Y yo vi el alma de Avril a través de esos ojos grises que me hechizaban sin siquiera proponérselo. Tan luminosa, bondadosa, incluso algo traviesa y única...
—¿Cómo has estado? —le pregunté, sin querer romper el momento pero picado por la curiosidad y la preocupación.
—Bien. Me supe esconder a la perfección —sentí cierto tono de alardeo en su voz y sonreí. Nada había cambiado, después de tantos meses.
—No tanto, yo te he encontrado —por fin dejé salir un poco de mi ironía y ego.
—No se crea, Doctor. Fue un simple fallo de mi parte.
—Bueno, pero te he atrapado. Algo de mérito he de tener, ¿no? —sentí que su respiración se tornó irregular cuando acerqué un poco más mi rostro al suyo.
—Ya se me había olvidado lo egocéntrico que puedes llegar a ser —giró un poco la cabeza en desaprobación, siguiéndome el juego.
—Pero te encanta, no lo puedes negar.
No dijo nada, tan solo chistó con la lengua y rió por lo bajo. Se le ruborizaron las mejillas y yo tuve que reprimir mis deseos de plantarle miles de besos por todo el rostro.
—¿Qué haces aquí? —cambió de tema ligeramente curiosa.
—He venido con Wong para investigar unos núcleos de energía sospechosos por la zona.
—Yo también los he notado. Puede ser un problema —asentí—. ¿Habéis sabido algo de Mordo?
—No. Nada de nada. Es como si la tierra se lo hubiera tragado.
—Creo que él está detrás de todo esto. Puede que esté manipulando la energía.
—No es una idea tan descabellada.
—Claro que no. La he pensado yo —la miré con una ceja alzada, divertido.
—El del ego desorbitado soy yo, no tú. Que yo recuerde.
—Todo lo malo se pega —le di un ligero golpe en la frente con el dedo, a lo que se quejó riendo. Pensé un poco mis palabras antes de decirlas.
—Vuelve a casa —susurré.
Dejó de reír y remplazó su sonrisa por una de tristeza. Ver su expresión fue como sentir mil agujas clavarse contra mi piel.
—No puedo... —giró el rostro para evitar hacer contacto visual con el mío. Era como si le costara confrontar mi mirada. Alcé mi mano y la dirigí hacia su barbilla, tornándola con suavidad a la vez que pasaba mi dedo con ternura.
—Por favor. La casa no es igual sin ti. Wong es insufrible y se está volviendo un carcamal renegón —dejó escapar una risa—. Ya no huele a café por las mañanas, tampoco se oyen cosas romperse o caerse por los pasillos. Y yo no encuentro consuelo si no estás...
—Stephen, por favor–
—No puedo, Avril. No puedo seguir mi camino cuando la luz de mi vida se ha ido y me ha dejado a oscuras. Y sé que soy un cobarde por no habértelo dicho antes de marcharte, pero tenía miedo. Miedo de compartir con alguien mis temores, mis pensamientos, todo lo malo de mí. No estoy acostumbrado a dejar que cuiden de mí y me asusta.
Esperé unos segundos eternos hasta que sonrió y posó su mano en mi mejilla. Cerré los ojos por un momento ante el toque suave. Me costaba asimilar que aquello era real...
—Yo también lo tuve. Incluso lo tengo ahora. Pero si dejamos que nuestros miedos nos dominen, nunca seremos realmente felices. Y me ha costado un tiempo asimilarlo. Cuando alguien quiere de verdad, lo hace con sus defectos también. Quiero cada faceta de ti. Incluso la más arrogante e insufrible, porqué sin ella no serías tú —la voz pasó a quebrársele a medida que seguía hablando.
Sonreí sintiendo calidez en mi pecho y como se liberaba de un peso que nunca me había percatado de que estaba allí. De un momento a otro, apartó la vista para fijarla en la distancia, hacia un punto que yo no pude llegar a apreciar. Volvió su vista a mí de nuevo y la noté ligeramente nerviosa.
—Me tengo que ir.
No sé si fue mi subconsciente pero la tierra tembló bajo mis pies al oír esas palabras.
—No, por favor —afirmé mi agarre en su cintura, temiendo que se alejara—. ¿Qué ocurre?
—No puedo quedarme por más tiempo, he estado demasiado expuesta. Y tú deberías volver al santuario. Busca a Wong y marchaos.
—No te voy a dejar aquí si es que hay peligro cerca —dije con seriedad.
—No me va a pasar nada, tranquilo.
—Puedo ayudarte, Avril. Déjame ayudarte —le supliqué, angustiado.
—Sé que puedes, Hechicero Supremo. Pero valoro más tu seguridad y la de los demás. Podré apañármelas sola —sonrió antes de acercarse para plantar un casto beso en mi mejilla—. Te quiero, Stephen. Pronto nos volveremos a encontrar, lo prometo.
Antes de que pudiera articular palabra otra voz en la lejanía llamó mi atención.
—¡Strange! Ay que ver... ¡¿Dónde demonios se habrá metido?! —vi a Wong pasear algo molesto por la otra dimensión. No me detuve demasiado en él y volví a fijar mi atención en la chica que se encontraba frente a mí. Pero antes de siquiera voltear sentí como mis manos se tornaban frías y perdían la calidez del cuerpo que estaba sosteniendo.
Miré asombrado a la nada, en busca de algún indicio de ella.
Pero ya no se encontraba allí. Una vez más, dejé que se marchara. Suspiré desolado pero recobré un poco la esperanza al recordar las palabras de Avril.
La espera no duraría mucho, lo presentía. Y no estaba dispuesto que nada ni nadie volviera a interponerse entre nosotros. Ni siquiera el mal nacido de Mordo.
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𝐓𝐡𝐞 𝐌𝐚𝐠𝐢𝐜 𝐈𝐧 𝐘𝐨𝐮 || 𝐃𝐫. 𝐒𝐭𝐫𝐚𝐧𝐠𝐞 𝐱 𝐎𝐜 ||
Romance"Si me dieran a elegir entre cambiar el pasado o quedarme con este presente, elegiría la segunda opción. Porque prefiero vivir mil veces todo lo que pasé para llegar hasta aquí, que vivir un presente en el que no estés aquí. Conmigo."