CAPÍTULO 3: LOS SENTIMENTOS DE MARIO

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Antes de empezar quiero avisar de que este capítulo tendrá contenido +18.

Empecemos.

Una hora después, ya en el castillo, los gemelos se encontraron con los restos del cumpleaños de Daisy. Tras una vuelta por el castillo Peach y Daisy salieron del cuarto de Peach lo que hizo que Luigi quisiese irse del lugar.

D: “¿A dónde vas Luigi?”

L: “A… A ninguna p-parte.”

D: “Genial, porque quería decirte algo.”

P: “Y yo a ti también Mario.”

M: “Dime mi hermosa princesa.” Dijo Mario fingiendo.

P: “Creo que lo nuestro no va a funcionar. Necesito un tiempo para pensar.”

D: “Lo siento Luigi, pero lo mismo te digo. Hablé con Peach para sobre lo nuestro y creo que es lo mismo entre ella y tu hermano pero peor. Sino dime, ¿por qué no me invitaste a ese hotel de cinco estrellas al que te invitaron?” *Nota de la autora: ¿alguien más se hizo la misma pregunta?* Luigi se quedó pensativo. “¿¡Te olvidaste de mí!?”

L: Intentaba ser fuerte. “N-no, es que…” Pero Daisy tenía razón: ni se acordó de ella. Quizás no sentía ningún amor por ella como el amor que Mario le tenía a Peach. “Vale, es cierto, me olvidé de invitarte. Perdona.”

D: “Luigi, ¿tú me amas? Sé totalmente sincero.”

L: “No. Creo que en realidad siempre te vi más como una…”

D: “Pues eso es lo mismo que siento por ti.”

P: “Lo mismo da para ti Mario. Solo salía contigo porque me dabas pena.”

M: Bajó la cabeza. “S-sí, tienes razón, je, je.” Eso último en verdad le dolió, y mucho.

Todo este tiempo Mario había estado viviendo una mentira: no solo Peach era lesbiana sino que fingía amarle porque sentía lástima por él, nunca lo amó. La situación de Luigi no era nada a comparación con Mario.

Al final las princesas y los fontaneros decidieron seguir siendo amigos y olvidarse de todo lo que pasó. 

Al volver a casa, y de bañarse por separado, Luigi, quién se preocupó por Mario cuando Peach le dijo la verdad, se acercó para abrazarle e intentar consolarlo.

L: No pudo retener las lágrimas. “T-tranquilo bro. Sabes que siempre me tendrás a mí.”

M: “Gracias Luigi.” Respondió al abrazo.

L: “Oye, ¿puedo dormir contigo hoy?”

M: “Oh, claro que si bro.” Pero lo que Mario no se esperaba era como quería Luigi dormir con él. “Luigi, cuando me pediste dormir conmigo… ¡NO ME DIJISTE NADA DE DORMIR SIN ROPA!”

La escena era la siguiente: Luigi estaba desnudo abrazando a Mario por detrás mientras dormía profundamente mientras el mayor se preguntaba para sí mismo cómo fue que accedió a meterse en la cama en pelota picada junto a su hermano.

Narra Mario

Estaba intentando asimilar la situación en la que me encontraba. Lo de ayer fue porque me dejé llevar por mis emociones, pero tal vez en el caso de Luigi esté siendo su forma de consolarme y expresar su confianza, tal y como hice yo con él.

Sus brazos rodeaban mi pecho como si no quisiese que me aleje. He de confesar que la piel de Luigi es bastante suave. La incomodidad desaparece y es sustituida por tranquilidad, cerré los ojos y caí dormido.

Mi sueño fue irrumpido por mis necesidades. Cuando volví del baño me veo a Luigi en la misma posición en la que estaba. No voy a negar que la escena era tierna y bastante ¿excitante? Tenía su cuerpo completamente expuesto a excepción de sus caderas y partes íntimas cubiertas por las sábanas. No voy a negarlo: se veía como un ángel dormidito en una nube. ¡Era demasiada ternura para mí!

Cuando iba a volver a conciliar el sueño noto algo rozando mis nalgas. Me di la vuelta y para mi sorpresa venía de Luigi. ¡Tenía una erección!, ¿¡cómo era posible!?

No entendía nada, de hecho diría que ni se inmutó que su pene estaba erecto. Levanté la sábana y la verdad es que era enorme. Algo dentro de mí lo disfrutaba, le excitaba, pero siendo realistas, eso estaba mal: ¿¡cómo podía sentir atracción sexual hacia mi hermano pequeño!? ¡El incesto no está bien! 

No sabría decir cuánto tiempo hace que tuvo su erección, pero lo que si estaba claro era que tenía que bajarse cuanto antes. Si la erección continuaba podría tener consecuencias negativas para su salud. Respiré hondo, dispuesto a  aliviar a Luigi, agarré su pene y… se sintió bien. Nunca había tocado un pene que no fuese el mío ni tampoco había masturbado a alguien. 

Procuré que mis movimientos fuesen lentos y precisos. Si Luigi se despertase y me viera tocándole su “amiguito” me odiaría. Pero todo lo contrario: Luigi no se despertó, como si formase parte de sus sueños, e incluso parecía disfrutarlo. Aumenté la velocidad de mi mano mientras que con la otra le agarré de los testículos sacudiéndolos y acariciándolos con suavidad. Dios... ¡Cómo lo disfrutaba yo también! Ya estaba notando que también se me puso más dura que una roca, pero antes debía encargarme de mi precioso hermano. 

Empezó a salirle líquido preseminal, ya estaba a punto de llegar al orgasmo. Ya me dio absolutamente igual que lo que le estaba haciendo a Luigi estuviese mal visto. Luigi es la razón por la que sigo vivo, él único que siempre estuvo ahí para mí, incluso después de todo lo que le hice él siguió conmigo… Creo que estoy enamorado de Luigi. Antes de correrse gritó una palabra que me dejó sin habla: ¡MARIO! 

Fue justo ahí cuando su esperma salió y manchó mi mano y el abdomen de Luigi llegando incluso a colarse un poco en su ombligo. Cuando gritó mi nombre temía que se hubiera despertado, pero no fue así. Él seguía dormido, centrado en lo que pensaba que era un sueño húmedo, pero no sé si Luigi sepa de la existencia de éstos. De todos modos, conseguí bajarle la erección, su cuerpo estaba empapado de sudor, que, bajo la luz de la luna, brillaba. Le limpié el esperma de su cuerpo y abrí la ventana para que la habitación se ventilara y entrara algo de aire fresco. 

De mientras, me fui de vuelta al baño a masturbarme. No iba a hacerlo en mi cuarto porque podría despertar a Luigi. Era increíble como Luigi consiguió originarme tremenda erección, él y solo él me hizo sentir excitación después de Dios sabe cuánto. Pensé en sus gemidos, su voz, su carita, su cuerpo… y fue entonces cuando mi esperma salió manchando el suelo del baño y un poco la taza del váter. Cuando me corrí se lo dediqué a Luigi, a mi precioso e inocente Luigi. 

Limpié el baño y mis manos y volví a la cama, me acurruqué con Luigi, le di un beso en la frente y le deseo dulces sueños. Pero se da la vuelta y observo unas marcas de arañazos en su espalda producto del gato fantasma de la dueña de ese maldito hotel. Me siento bastante culpable a día de hoy por lo que tuvo que pasar Luigi, pero me prometí que no volvería a dejar que nada le volvería a hacer daño, y más ahora. Abrazo a mi hermano y termino dormido.



Bueno, fue un poco largo, pero creo que valió la pena.
Quiero avisar de que me voy a centrar en más historietas de este ship. Por lo que esta historia estará aparcada.

Por cierto, a lo que Mario se refería con "consecuencias negativas para su salud" era a una enfermedad llamada priapismo.

Nos vemos.

Juntos para siempre (Mario x Luigi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora