La P.E.K.K.A. y el Megacaballero siempre han sido rivales desde tiempos inmemorables, la rivalidad de ambos por saber quién es mejor es incomensurable, nunca han interactuado demasiado entre ambos. Pero un día, uno de ellos sufre un grave accidente...
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Narrador Omnisciente:
Después de aquel inesperado encuentro con aquel sujeto extraño, el Rey Alfonso decide suprimir su estado de shock para poder hablar ante la tropa, los nervios lo invadían por completo, ¿cómo era posible que el rey, querido por todo el reino, estuviese temblando ante una simple tropa?, sin lugar a dudas, era una pregunta que tortura la mente del rey. Después de pensar muy bien lo que iba a decir, hiló toda la secuencia de palabras en una resumida frase.
Rey Alfonso: (Nervioso) Y-yo soy el r-rey Alfonso, y v-vengo a s-solicitar tus servicios *dice tartamudeando*.
Megacaballero: (Serio) Entonces, ¿usted es un rey? *hablado con la misma voz de antes*. ¿Qué no sabe usted su majestad, que espiar la propiedad privada sin permiso es un delito penado?
Rey Alfonso: S-si lo s-sé, pero le o-ofrezco una d-disculpa señor M-Megacaballero.
Megacaballero: Y déjeme recordarle que no soy un señor *dice con un poco de enfado*, estoy joven para su información, gracias.
Rey Alfonso: U-una disculpa señ...., digo joven.
Megacaballero: Ya no hable más *interrumpiendo al rey*. Por favor acompáñeme a la cabaña, para acordar la prestación del servicio si es tan amable.
Rey Alfonso: (Un poco más confiado) E-esta bien
Narrador Omnisciente: Ambos entran a la cabaña del Megacaballero. Mientras se dirigían a la sala de aquella construcción, el rey Alfonso estaba recapacitando todo lo que había visto hasta el momento.
Rey Alfonso: (Mente) Vaya que aunque pareciera que esté enojado, sigue siendo una tropa respetuosa. Espero no tarde demasiado en contratar sus servicios, porque sinceramente no soporto demasiado esta primera impresión.
Megacaballero: Tome asiento por favor *le señala al rey un lugar donde sentarse, en la mesa*.
Rey Alfonso: Muchas gracias *con mayor confianza*.
*en la mesa se encuentran dos tazas vacias y una tetera blanca de porcelana fina, emanaba un penetrante olor a té de limón*
Megacaballero: ¿Desea tomar el té? *se sienta enfrente al rey*.
Rey Alfonso: Claro, muchas gracias *se le escapa una pequeña sonrisa*.
Megacaballero: De acuerdo *sirve el té para ambos*. Y cuénteme, ¿qué lo ha traido hasta acá?
Rey Alfonso: La ambición de seguir expandiendo mi colección de tropas y mi sed de más victorias me han traido hacia usted joven Megacaballero *toma un sorbo a su taza*
Megacaballero: Me agrada la forma en la que usted piensa sobre la victoria. Le comento que mis servicios suelen tener un costo por encima al promedio, pero claramente, lo que usted paga es la calidad del servicio que se le otorga *explica con seriedad*.