-Due.

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─¡¿QUÉ?! ─Me paré alterada, el viejo estaba loco.

─¡Ey! mocosa mal educada, cuidado a quien le gritas. ─el dios del vino espetó con molestia mientras comía su pastel de moras y chocolate. Me quede mirando a el dios luego de que llenara su vaso de gaseosa. ─¿Quieres? ─dude por unos segundos pero al final acepte, hace un buen rato no comía.

Había que aprovechar.

Hace prácticamente un rato atrás, Mayra y Felix me dejaron en la puerta de una gran casa de color celeste, parecía ser de cuatro pisos. Tenía un toque rustico, de campo, además de que parecía que ya tenía sus años.

Ahora, luego de que ellos dos se hayan ido, me encuentro demasiado confundida. Quiron me está explicando todo lo que no entendí sobre el vídeo de orientación, y no puedo procesar bien la información. Me daba mucha pena decirle que no entendía nada. Es tan pacífico que no quiero sacarlo de quicio. Así que solo asentía con la cabeza mientras me explicaba con suma paciencia acerca de los dioses, semidioses y mucha fantasía irreal que al parecer es real.

Mientras me sentaba de nuevo el dios del vino me pasó un trozo del pastel púrpura. A simple vista en el interior te encontrabas uvas, moras y cerezas, acompañadas con crema y nueces. El bizcochuelo era de chocolate y en algunas partes se hallaban cantidades, no muy pequeñas de dulce de leche.

Aunque a mis papilas gustativas le hayan gustado por el exquisito sabor, la fabulosa apariencia que poseía y el gran detalle de agregar el sagrado dulce de leche... ejem, yo hago mejores.

─... debes estar muy ansiosa por saber quien es su madre o padre divino, eso lo podrá saber cuando estemos en el comedor ─el señor paralitico siguió hablando ─. No se preocupe si hoy no la reconocen, en algunos casos toma tiempo.

Bueno, esperemos no sea mi caso, pensé

─Gracias por la explicación, sr. Quiron. ─me puse de pie y con vergüenza me gire al dios ─Mm... dios Dionisio, ─un gran estruendo resonó en el cielo, que raro es el clima aquí ─¿pod-...

─No me tutees, ─interrumpió ─los nombres tienen bastante poder, niña. Llámame señor D. Como los demás.

─Bueno... Señor D. ─corregí mi error ─¿Podría darme otra rebanada de pastel? ─extendí mis brazos con el plato vació en mis manos ─esta rico, ¿sabe usted quién lo hizo?

Un nuevo plato con el mismo pastel hizo aparición en la mesa. Me quedé extendiendo el plato otro rato más hasta que el dios me indico con la mirada que estaba en la mesa.

Lo agarré con ilusión.

El agradable sr. Quirón sonrió cortés, mientras que el Señor D me miró curioso, alzando una ceja y al mismo tiempo, su vaso de Jack Sparrow. Me analizó de pies a cabeza.

─Lacra, ¿que acaso piensas que tu lo harías mejor, eh? ─tomó un trago de su vaso y arrugó la expresión como si hubiera bebido un shot de tequila o algo así, la verdad no sé de bebidas alcohólicas.

─Bueno, he estado en cursos de cocina y... ─paro mi explicación para replantearme lo que me acaba de decir ─Espere, ¿me llamó lacra? ¿Sabe por lo menos que significa?

¿Por qué me decía eso? ¿Quién se creía este?

El Sr. D me miró mal, y aunque me amenazó con la mirada no aparté mis ojos de los suyos, no iba a tenerle miedo. Se ve que Quiron notó el repentino ambiente y carraspeó.

─Yo lo preparé, Nara. Me alegra que le guste. ─ ..ahora me siento mal. Hice una mueca de disgusto al pensar que había criticado al buen sr. Quiron, pero luego borre mis malos pensamientos pensando que podría darle cursos de repostería.

ᴅᴇᴍɪɢᴏᴅᴅᴇꜱꜱ ᴏꜰ ᴘᴀᴛᴀɢᴏɴɪᴀ ─ᴘᴊᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora