Libro 2: Capítulo 11. Cazador

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63: Cazador

63: Cazador

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Kayla

Aleksi se había cambiado de silla para sentarse a mi lado. Apoyé la cabeza en su hombro y me dormí antes de que me diera cuenta. El avión se mantuvo en un silencio tranquilo que solo se vio perturbado cuando mi tía avisó por el altavoz que estábamos llegando a destino.

Aleksi levantó su cabeza de la mía y mientras me despabilaba, entendí que él también se había dormido. Esas escasas dos horitas nos sirvieron, al menos para relajar los músculos y la mente de tanto estrés. Sobre todo, porque todavía nos faltaba subirnos al helicóptero y volver a casa.

—¿Creen que ya hayan pasado el mensaje? —preguntó Elliot, cuando empezamos a descender. Ni Vibeke ni Phil respondieron. Más bien se miraron entre ellos mientras envolvían bien a Theo y se preparaban para bajar.

—Si son listos, cosa que a veces dudo —dijo Alek—, se habrán retirado de toda acción.

Yo también esperaba que la amenaza surtiera efecto. Los Edevane ahora sabían a ciencia cierta lo que yo podía hacer. No era solo Mørk Hodeskalle la amenaza si perseguían a Kayla White, su marca. Sino que Kayla White era la amenaza.

Todavía me persistía en el pecho esa sensación de poder y confianza para cuando aterrizamos y bajamos, aún atentos a todo. Busqué pensamientos cercanos, busqué también olores, mientras Aleksi extendía sus sombras a nuestro alrededor, lista para detectar intrusos, mientras nos movíamos hacia el sector del aeropuerto internacional donde descansaba nuestro helicóptero.

Nos movimos con calma al notar que no había más que humanos haciendo su trabajo, ajenos a todos. Sin embargo, mi tía, que lideraba el grupo, se detuvo abruptamente al notar que había alguien que no esperábamos apoyado contra nuestro helicóptero.

El olor me llegó al mismo tiempo. Las sombras de Aleksi se enroscaron en los pies del vampiro y este, viendo lo que se le venía encima, alzó las manos en señal de redención.

—¿Qué haces tú aquí? —siseó Alice. Vivi se apresuró a cubrir a Phil y a Theo y Elliot se colocó a mi espalda, aunque no supe si para protegerme o para que lo proteja.

No necesitaba verle la cara al vampiro para saber quién era. Reconocía su olor. Ahora era capaz de recordarlo encima de Oliver Evermore. No importaba que llevara el uniforme de aeropuerto, que su esencia estuviese mezclada con la del humano dueño de esas ropas. Tampoco que la gorra que tenía en la cabeza le ocultara el cabello rubio.

—¿Es que aún no aprenden? —gruñí yo, pero Hunter Edevane solo siguió alzando las manos, sin hacer ningún movimiento. Ni siquiera emitió sonido cuando la magia de Aleksi lo estampó contra el metal del helicóptero.

La gorra se le cayó y reveló el cabello largo que lo caracterizaba.

—Se ve que no —dijo mi tía. Su voz se había oscurecido por la rabia. Avanzó antes de que nadie pudiere detenerla. Sus colmillos brillaron bajo los faroles del helipuerto y sus dedos se curvaron, listos para destrozar lo que se le cruzara.

Hodeskalle [Libro 1 y 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora