Velas parpadeantes.
Puedo observar una sonrisa en su rostro llena de lágrimas, no entiendo completamente si está feliz o triste...y si es por mí su reacción. Lentamente, se retira de la habitación y deja un vacío que inunda el lugar. Hay demasiada quietud en la sala que me hace sentir incómodo. Son en estos momentos, cuando más me pongo a recordar todas las situaciones tan delirantes que he vivido alguna vez. Todos los sentimientos acumulados que pensé que ya había liberado aquel día, regresan una vez más a mí para despedirse por última vez. Lo que más está pasando por mi cabeza son aquellos tiempos de lectura buscando respuestas; el por qué de todo lo que me rodeaba. Normalmente leía sobre abejas, tal vez por aquel árbol que se encontraba en frente de la casa de Randy. Sí que dieron muchos problemas esos insectos voladores, aunque, de igual forma, nunca quitaron aquel intrusivo panal; a petición mía decidieron dejarlo. Si me preguntan la razón, sin más, es porque en las abejas encontraba una extraña hermosura; es bien sabido por todos o la mayoría de personas consientes que si estas murieran se acabaría el mundo como tal. Es muy irónico, tanto en la vida y en la muerte, las abejas afectan en algo. A veces realizaba la comparación monótona que todos hemos escuchado alguna vez; según la perspectiva del todo, somos un grano de arena, algo muy pequeño en una gran playa. Las abejas son claramente más pequeñas que una persona, pero parecen tener un mayor propósito en el mundo ¿Cuál sería su comparación si nosotros somos la arena? ¿Nosotros podríamos ser igual de importantes como ellas? ¿Nuestra muerte llegaría a afectar algo en el mundo? No, simplemente es un no. Es triste pensar en ello, y más... pensarlo en este momento. El valorar mi vida y darle alguna clase de propósito es algo imposible para mí en estos instantes; encontrándome tendido en el suelo, sin hacer algún sonido, apenas logrando escuchar mis propios latidos; latidos de alguien culpable. Recordando por segundos aquel cuento de Poe. Creí tener frío y miedo, tal vez solo era mi imaginación como siempre, esta maldita mente que me ha traído más problemas que nada. ¡Oh Randy! ¿Qué hicimos mal? ¿Realmente fuimos esos pequeños gatos alguna vez? ¿O fuimos esa madre aterrorizada que juzgo mal? Irónicamente, puedo escuchar un zumbido en mi oreja izquierda, no veo nada, solo aquellas abejas mirándome por la ventana, esperando tal vez una oportunidad para darse un festín con mi amargura, ahora lo veo; tal vez es el día en que pueda tener un sentido mi vida. Mi único arrepentimiento es el no poder volver a ver el cielo esta noche, ese hermoso paisaje que siempre en todo momento se encontró ahí para tranquilizarme de alguna forma. Si me preguntaran el cómo me siento ahora, una respuesta sencilla sería, tal vez, como una manzana podrida, tirada en el suelo después de sufrir el desprecio de alguien, un individuo que pensó que ya no podría ser útil; algo ya expirado. Extraña y sutilmente, cada vez siento más paz en mi cuerpo; es un estado que ya había experimentado antes, aunque esta vez es un poco diferente, tal vez por el desenlace que se aproxima; siento que por fin he pagado mis crímenes con esto. Me siento libre. Incluso ahora, después de todo lo que pasó, no puedo olvidarte Randy, no puedo olvidarte Hellen, no puedo olvidarte Cody. Realmente lo siento, siento ser un cobarde.
Mañana es su cumpleaños, una nueva hoja será escrita para su vida y eliminará sus pecados.
Tartas de amapola
Escucho el despertador, es de mañana. El sol está entrando por la ventana quemándome el rostro, esto me motiva a moverme para evadir aquellos molestos rayos de luz. Escucho a mi madre llamarme para desayunar. Lo olvidé, ya es lunes, es sorprendente, lo rápido que puede pasar un fin de semana, pero bueno, el tiempo siempre corre y prefiero no llegar tarde a la escuela de nueva cuenta; Randy se enojaría conmigo si llegara a pasar de nuevo. Como todos los días, me quedo un momento sentado en la cama, observando a mi alrededor, intentando prolongar la recuperación de mi antiguo estado de reposo, que al parecer no fue suficiente para brindarme la energía necesaria para no sentir que podría morir si vuelvo a cerrar los ojos por un instante. Sigo observando mi cuarto, una combinación de limpio y desorden. No recuerdo haber dejado mis tenis en aquel rincón, es sorprendente la poca memoria que poseo para estas cosas, más sí tomamos en cuenta lo pequeño que es mi cuarto a diferencia de los demás de mi casa; un espacio muy reducido para mí, tal vez serian algo como 3 metros de ancho, 2 y casi medio de altura por unos 4 a 5 metros de profundidad. Me pregunto el día en que fue construida esta casa y por los materiales que fueron usados; obviamente la madera. Sigo perdiendo el tiempo que no tengo con todos estos pensamientos inútiles pero profundos para mí. Miro mi gran armario de reojo, observando la ropa que podría utilizar hoy; parece contener solo esas viejas chaquetas que me regalo Randy, creo que fueron de su difunto Padre, me imagino utilizando esa ropa y decirle a alguien que estoy empleando ropa de gente muerta mientras me rio; no sé si Randy lo tomaría con gracia. Me quedo al menos 5 minutos observando a la nada con todos estos pensamientos en mi mente, contando los orificios por donde pasan las cintas que abrochan mi calzado, son 12 en total, 6 de cada lado. ¿Tendrán algún nombre esos orificios, o simplemente son llamados así "orificios"? Sé que incluso los hoyos de la nariz tienen un nombre, aunque no puedo recordarlo en este momento; siguiendo
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Hijos de Dios
Mystery / ThrillerTrevor tiene un pasado que quiere olvidar, las acciones inocentes que tomo en su niñez regresan para castigarlo y hacerle entender que la ignorancia no es una excusa. Él y su amigo, Randy vivirán momentos de angustia y sufrimiento; el castigo para l...