Papá

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Owen había sido atropellado.

Nadie sabía cómo o porqué. Lo ultimo que supieron del hombre fue que estaba contento, alguien buscaba sus servicios como electricista y pagaría una buena suma. Aidan nunca imagino que ese día, mientras ayudaba a su padre a recoger sus herramientas y tarareaban juntos una canción sería la ultima vez que lo vería sano, al menos por mucho tiempo. El niño jadeaba sentado en la sala de espera, incapaz de contener las lagrimas, miraba el suelo encogido en su asiento, sus ojos inundados cual peceras celestes. Le parecía todo una mala pesadilla, quizás una de las bromas crueles de Katherina, esperaba que en cualquier momento su hermana estallará en risas y una cámara grabará su reacción como en los programas de televisión, pero nada de eso paso.

El día del accidente de su padre el joven hombre estaba tejiendo otro vestido para Ada, era una niña traviesa, apodada el "demonio de Tasmania" por su inigualable capacidad de destruir todo aquello que sus diminutos dedos pudiesen tocar, los vestidos no era una excepción, tenía una maestría en romperlos, mancharlos e incluso perderlos, ni Owen o Evangeline podían explicarse cómo la niña había sido capaz de regresar del kínder en pañales cuando en la mañana estaba vestida y peinada como una muñequita de porcelana, más tarde las maestras encontraron el vestido colgando de un árbol. Jamás supieron cómo llego ahí.

El niño recordaba estar acurrucado entre Günther y su hermana, aprovechando sus miradas melosas para robarse todas las frituras de queso, también recordaba notar a su amigo algo nervioso, no sabía bien que pasaba, pero su padre aparto un momento al muchacho y hablaron por un rato, si bien la sonrisa de comercial de dentífrico jamás abandono el rostro de su amigo, a penas Owen le dio la espalda pudo ver su semblante cambiar por completo. Horas más tarde su padre corría de un lado a otro emocionado, por fin después de varios años había conseguido un trabajo. El pequeño no entendía lo que pasaba, para él trabajar no era algo por lo cual estar feliz, era como ir a la escuela, aún así lo siguió corriendo por toda la casa ayudándolo a conseguir las herramientas, más tarde ese día Katherina le dijo que el padre de ambos se sentía tan feliz no por el trabajo en sí, sino por ser útil. Su hermana le explico que a veces su padre lloraba, no lo hacía a menudo, solo cuando doblaba la ropa, lavaba los trastes, cocinaba la cena, peinaba a Ada, acostaba a Haza, le leía a Aidan, creaba un nuevo adorno con ganchillo para Katherina o cuando intimaba con su esposa, al parecer estaba enfermo, se sentía inútil y un estorbo, pero lloraba de una forma en la que nadie se enteraba. En absoluto silencio. Incluso cuando tenía tiempo para si mismo lloraba.

Katherina lo descubrió en más de una ocasión, fue así cómo supo la forma en la que el hombre se sentía, algo que fue una gran sorpresa tanto para Aidan como para ella. Owen era un hombre fantástico, de belleza envidiable, cuerpo bien formado, excelente esposo, excelente padre, un maestro de la costura y el mejor cocinero de la tierra, nunca habrían podido adivinar que ese hombre joven de eterna sonrisa y mejillas rojizas fuera tan infeliz.

El trabajo era simple, solo revisar una instalación eléctrica en una mansión a las afueras de la ciudad y cambiar lo que fuese necesario, era a un par de horas de distancia y sus empleadores le daban un presupuesto generoso, tanto para los materiales como para los gastos de transporte y cualquier imprevisto que pudiese surgir, además de un pago jugoso. Evangeline se ofreció a salir temprano del trabajo para llevarlo, conocía a su esposo y su capacidad para perderse hasta en un vaso de agua, no sabía leer, tampoco escribir y le sería fácil terminar en Constantinopla en lugar del destino original, pero Owen se negó, estaba seguro de ser capaz de hacerlo solo y no quería que su esposa perdiera horas de trabajo remunerado, aunque con la llegada de Günther su mujer había dejado de hacer horas extras no podían darse el lujo de reducir el único ingreso solido de la casa. El joven hombre estaba seguro de que la generosidad del muchacho de ojos azules oscuros tenía un limite. Pesé a ello la preocupada mujer le hizo un mapa detallado lleno de dibujos que indicaban paso por paso lo que debía hacer, Katherina también colaboro, colocando en sobres de diferentes colores la cantidad exacta de dinero para pagar el transporte de ida y vuelta: rojo para ida, azul para vuelta; además de un sobre verde para los materiales ya designados y uno amarillo para los imprevistos.

Los primeros días del trabajo fueron perfectos. Owen se levantaba antes de que saliera el sol, dejaba el desayuno, almuerzo y cena listos, preparaba a los niños para sus clases, se despedía de su esposa y se iba a su trabajo, llegaba cansado, pero era un dulce cansancio, era bueno sentirse útil. Una tarde sin embargo Owen no regreso.

Preocupada Evangeline dejo a Katherina y Günther cuidando a los niños, yendo en busca de su marido, 16 horas después la mujer se comunico con su familia: habían encontrado a Owen arrastrándose por una carretera poco transitada al borde de la inconsciencia, con las piernas y parte del torso destrozado; según dijeron los doctores todo apuntaba a un atropellamiento, "Un conductor borracho que se dio a la fuga" dijeron. Lo llevaron de inmediato al hospital, para curarle las heridas, pesé a ello tendría cojera de por vida si es que volvía a caminar. Lo ultimo que dijo el hombre antes de desmayarse fue que era verde, un auto verde.

No le contaron a Aidan ni a Haza mucho menos a Ada lo que estaba pasando, pero no fue difícil darse cuenta, la ausencia de Owen era notoria, sin su padre ya no habían dulces melodías cantadas mientras la cena era preparada, el sonido de las agujas se detuvo, al igual que el de la lavadora, tampoco estaban los postres en la nevera ni los dulces merengues que religiosamente preparaba cada miércoles. Era como si el mundo se hubiera detenido.

La primera vez que fueron a visitar a su padre al hospital Haza no pudo dejar de llorar, le aterrorizaba ver a su padre lleno de tubos y conectado a una maquina, Aidan por su parte pensó que era genial, parecía un astronauta o un androide, pero su alegría duro poco cuando por más que lo llamo su padre no despertó.

Era De Noche (Novela Cristiana)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora